Ese fue el lema de campaña del entonces candidato y luego Presidente de México, Miguel de la Madrid. El que escribe estas Cápsulas era joven, y deseando un adecentamiento en la vida política del país, lo creí a pie juntillas, a tal grado que mi señor padre, en 1982, me dijo: «hijo, voy a dejar de vender seguros y la oficina que tengo en el centro de Xalapa, quiero regalártela por si quieres dejar de trabajar en el gobierno y quedarte con mi cartera de clientes». Le agradecí mucho diciendo: «discúlpame padre, deseo que las cosas mejoren y al parecer ya viene la renovación moral de la sociedad con el candidato Miguel de la Madrid, y no quiero dar pie a malas interpretaciones sobre mis ingresos».. Y no las acepté, ¡Bastante ingenuo resultó el chivato! Foto de mi padre, de joven, con amigos.