The New York Times
Viajes. La autora ofrece opciones para que los visitantes en la Gran Manzana puedan celebrar la época navideña en este lugar manteniendo el estrés al mínimo con algunos tips locales para encontrar menos tumultos y buenos precios
La tienda insignia de Louis Vuitton, cuya fachada está “envuelta para regalo” con los característicos baúles de viaje de la marca. Foto cde Katherine Marks
Julie Besonen
En diciembre, a los neoyorquinos les gusta disfrutar del chocolate caliente espumoso y otras delicias navideñas tradicionales tanto como a los visitantes de la ciudad; enfrentarse a multitudes aplastantes y precios elevados, sobre todo en casa, puede ser tan desagradable como morder un bagel duro.
Los habitantes de la ciudad han aprendido algunos trucos para disfrutar sin problemas de la algarabía navideña de Nueva York. Desde visitar los favoritos de siempre fuera de horario hasta hacer compras navideñas en sitios alternativos.
Espectáculos gratuitos
Aunque este año se ha cancelado el conocido y exagerado espectáculo de luces de Saks, otros comercios neoyorquinos han continuado la tradición de decorar fastuosamente sus escaparates y edificios para celebrar las fiestas.
Los escaparates de Bergdorf Goodman siempre son tremendamente creativos, y las luces de este año están inspiradas en el 200 aniversario de la inauguración oficial de la Quinta Avenida. Una de las escenas dramatiza la Biblioteca Pública de Nueva York, mezclando disparatadas representaciones de máquinas de escribir, autores famosos y los emblemáticos leones de mármol del edificio principal. Para evitar que un montón de cabezas te bloqueen la vista, ve temprano por la mañana o cerca de medianoche (lo mismo aplica para el árbol del Rockefeller Center, siempre atestado de gente).
Este año también vale la pena ver la tienda insignia de Louis Vuitton, en la calle 57. Toda su fachada está “envuelta para regalo” como los característicos baúles de viaje de la marca, asombrosamente apilados hacia el cielo.
Los árboles de Navidad iluminados en los parques de los barrios son de menor escala, pero igual de conmovedores. El árbol de Tompkins Square Park, en el East Village, se iluminó a principios de este mes, al igual que los árboles del distrito de Dumbo, en Brooklyn, y del Washington Square Park, en el West Village. En Nochebuena, de 5 a 6 de la tarde, el Rob Susman Brass Quartet se presentará en el Washington Square Park; cantar villancicos allí es una tradición centenaria. Aunque las multitudes pueden ser intensas, todo el mundo está de tan buen humor que es difícil ponerse en modo cascarrabias.
Maravillas de la ciudad
Algunos espectáculos navideños tradicionales de la ciudad pueden disfrutarse por menos dinero si vas a horas más tranquilas.
En el Jardín Botánico de Nueva York, en el Bronx, reserva entradas fuera de las horas pico (adultos, 35 dólares; niños, 25 dólares) para el cautivador Espectáculo del tren navideño, donde varios trenes de juguete exploran la ciudad en miniatura. El Lightscape del Jardín Botánico de Brooklyn (adultos, fuera de temporada alta, 36 dólares; niños, 18 dólares) tiene nuevas y suntuosas instalaciones de arte de luz ideales para las selfis navideñas. Las entradas programadas te dan el espacio necesario para lograr la mejor pose.
Los viernes y sábados por la noche, las multitudes se atenúan en el Museo Metropolitano de Arte, que permanece abierto hasta las 9 de la noche. Pasea alrededor del árbol de Navidad y el nacimiento barroco napolitano en la Sala de Escultura Medieval, rodeados de fascinantes viñetas de la procesión (adultos, 30 dólares; jubilados, 22 dólares; estudiantes, 17 dólares).
El Museo de la Ciudad de Nueva York rara vez se congestiona, ni siquiera para la deliciosa exposición Gingerbread NYC: The Great Borough Bake-Off. Hasta el 12 de enero estarán en exhibición fabricaciones arquitectónicas con aroma de azúcar y especias, desde la Wonder Wheel de Coney Island hasta el famoso edificio Dakota (entrada: adultos, 23 dólares, jubilados, 18 dólares; estudiantes, 14 dólares). Pasteleros de cada uno de los cinco distritos dependen de tu voto.
Otro museo menos conocido que se embellece elegantemente para las fiestas es el Merchant’s House, en la calle East Fourth. El actor John Kevin Jones maravilla anualmente al público en el salón doble, interpretando Canción de Navidad como Charles Dickens (hasta el 29 de diciembre; entradas de 50 dólares a 130 dólares). Un consejo: echa un vistazo a la pequeña tienda de regalos del museo, donde encontrarás porcelana, cristalería y joyas antiguas donadas.
Si El cascanueces, de George Balanchine en el Ballet de la Ciudad de Nueva York, no te seduce, La flauta mágica, de la Ópera Metropolitana dirigida por Julie Taymor y apta para toda la familia, es otro clásico encantador en el Lincoln Center, con localidades baratas a partir de 35 dólares.
Varias iglesias impresionantes de Manhattan ofrecen programas musicales de temporada, algunos gratuitos y otros no. Siempre está la catedral de San Patricio, por supuesto, pero consulta también los calendarios de Santo Tomás en la Quinta Avenida, la iglesia de la Trinidad de Wall Street, la catedral de San Juan el Divino y la iglesia de San Francisco de Asís.
Tomar algo sin aglomeraciones
Rolf’s, el restaurante alemán cerca de Gramercy Park, lleno hasta el tope de adornos navideños, ya está reservado hasta Navidad, pero muy cerca está Pete’s Tavern, fundada hacia 1864, también engalanada para las fiestas, y sirve eggnog con bourbon (20 dólares). Para tomar un trago, prueba suerte llegando cuando abran (11 de la mañana los fines de semana, mediodía de lunes a viernes).
En el famoso Bar Bemelmans, en el Hotel Carlyle, se atiende por orden de llegada. Pero para saborear un martini clásico (25 dólares) sin esperas frustrantes ni aglomeraciones, llega mucho antes de las 4 de la tarde (abre a mediodía).
Sin duda, las bebidas calientes no necesitan alcohol —solo sabor— y para los amantes del chocolate caliente, hay dos imprescindibles en la ciudad.
En la pastelería Frenchette, en el Whitney, una cuchara casi podría mantenerse erguida en la taza de chocolate caliente oscuro, espeso y cremoso que se remata con una porción de malvavisco quemada hasta alcanzar un brillo dorado (10 dólares). En el SoHo, el chef Dominique Ansel, quien también inventó el cronut, sirve una obra maestra de brebaje en su pastelería homónima. En esta sedosa y rica bebida (11 dólares), el malvavisco se abre como los pétalos de una flor cuando entra en contacto con el líquido caliente.
Otros chocolates calientes que destacan son el de Jacques Torres, en Dumbo, donde el brebaje “perverso” lleva chipotle (pequeño, 4 dólares; grande, 5.50 dólares), y el de MarieBelle, cuyo dulce salón de té del SoHo sirve una mezcla achocolatada de chiles, canela y nuez moscada en una taza de porcelana (8 dólares). Por último, el chocolate caliente de Angelina, una cafetería de estilo parisino cerca de Bryant Park, es una fusión de tres variedades de chocolate (8.90 dólares con una cucharada de crema batida). MarieBelle y Angelina reciben una avalancha de visitantes por la tarde, así que ve antes del mediodía.
Otro consejo de alguien que vive en la ciudad: rara vez hay fila —pero debería haberla— en Roni-Sue’s Chocolates, una tienda del Lower East Side que produce exquisitos dulces y espumoso chocolate caliente (5 dólares), elaborado con un cacao dominicano de 65 por ciento y leche entera espumada (se puede pedir con leche de avena).
Regalos menos costosos
¿Buscas regalos para los que se portaron menos mal? Las tiendas Macy’s y Bloomingdale’s suelen estar llenas de guirnaldas pero también de clientes, así que dirígete a la tienda menos conocida: Delphinium Home, en Hell’s Kitchen. La tienda tiene adornos para el árbol de leyendas de Broadway como Chita Rivera y Billy Porter, y también vende un montón de productos extravagantes para el baño y el cuerpo, cojines y guantes de cocina que pueden tener frases subidas de tono (“Ups, estoy borracho” y “Tengo un cuchillo” son algunas de las más tranquilas).
Si quieres vivir otra experiencia de compras inusual, aventúrate en el Mercado minorista de la Avenida Arthur del Bronx, un revoltijo de carnes italianas, quesos y formas de pasta difíciles de encontrar que abre todo el año. En su centro está La Casa Grande, donde los torcedores de puros latinos realizan su oficio en público. Si pasas por la terminal Grand Central para llegar allí, curiosea por la Grand Central Holiday Fair, y también puedes encontrar otros mercados navideños al aire libre en Manhattan, pues vendedores nacionales y locales venden sus mercancías en Columbus Circle, Bryant Park y Union Square.
Otras dos tiendas con divertidas curiosidades locales son Fishs Eddy, cerca de Union Square, repleta de vajillas para combinar, adornos para bagels y trapos de cocina con temas de animales, y Exit 9 Gift Emporium, en el East Village. Nos recuerdan que la rata es a Nueva York lo que la langosta a Maine: ¿quién no querría un adorno de fieltro de una rata pizzera? Velas hechas en Brooklyn, libros para colorear de arte callejero y un kit de ganchillo “no oficial” de Dolly Parton son otros regalos estupendos.
En el Lower East Side, está la tienda de regalos del Tenement Museum, aunque no vayas a hacer la visita guiada, encontrarás historias y libros de cocina relativos a la Gran Manzana, papel para envolver con el mapa del metro y una réplica de juguete del ferry de Staten Island. Muy cerca está Economy Candy, en funcionamiento desde 1937, un paraíso de novedades nostálgicas, desde extraños sabores de Pop Rocks hasta golosinas que creías que ya no existían. Para ahorrar tiempo, haz tu pedido por internet y programa recogerlas.
Economy Candy, en operación desde 1937, es un paraíso de novedades nostálgicas, desde extraños sabores de Pop Rocks hasta golosinas
Ahora que estos secretos han salido a la luz, podría arruinarlo para todo el mundo. En fin, lo importante en las fiestas es dar, ¿no?