«Me disponía a impresionar a la familia  con un discurso preparado desde agosto de ese año- 2007-, cuando se le ocurre al cuñado interrumpirme  para sugerir, que antes que nada había que elevar una oración de gracias. Me opuse terminantemente por dos razones, por ser el anfitrión y por que no creí que hubiera nada ni  a nadie que agradecer en ese decadente año de crisis. -Hereje, me grita el hermano de mi mujer, y sin más, tomo lo que creo que es el cuchillo de partir la carne pero me equivoco y me le voy encima y lo apuñaló con una pierna de pollo. Nos separan, pero los niños nos aplauden, avientan cohetes y los más grandes cruzan apuestas. Mi suegra se pone de mi parte o cuando menos abraza  a mi cuñado, el tiempo suficiente  para que le dé otra repasada con el pellejo del pollo y un poco de salsa de chile seco». Es parte de que escribió Magno Garcimarrero en su libro «La Paja en el ojo ajeno».