Mientras no encontremos el equilibrio entre crecimiento y desarrollo, estamos condenados a vivir pendularmente, a bandazos entre la necesidad de cear riqueza y la necesidad de distribuirla mejor. El país no puede estancarse porque se haría inviable para el resto de los mexicanos, pero tampoco puede crecer acentuando la desigualdad como venía sucediendo. Gobierno y élites se necesitan para encontrar una fórmula en la que ambos imperativos puedan conciliarse. La amenaza que representa Trump acelera la necesidad de esta convergencia: Lo escribe Jorge Zepeda Patterson en «Milenio»