Durante el servicio religioso al que asistió acompañado por Melania  y su vicepresidente, J.D. Vance, Donald Trump debió aguantar la demanda de la Obispa Mariann Edgar Budde que oficiaba, sobre que tuviera piedad  con los migrantes, que no separara familias, porque la mayoría no es criminal y no paga impuestos, por lo que cuando se retiraba, consultado sobre su opinión de la misa, expresó con malestar evidente que «pudo haber sido mejor». Lo comentan en los Trascendidos de Milenio. Foto de N+.