Con un organillo de 200 años de antiguedad, Enrique y Eustolio luchan en calles de la conurbación por mantener vivo un oficio en extinción.

Staff

Si no están en el centro histórico de Veracruz, es posible verlos en el crucero de Los Voladores de Papantla, frente a plaza comercial Las Américas, en Boca del Río.

Organilleros desafían al tiempo tocando en Veracruz y Boca

El origen del oficio

Los primeros organillos llegaron a México desde Europa. Según historiadores, fue el expresidente Porfirio Díaz quien autorizó su introducción al país. Los instrumentos arribaron por barco a través del puerto de Veracruz.

El origen del instrumento se remonta al siglo XVIII en Italia, donde fueron creados los primeros modelos. Posteriormente, en el siglo XIXAlemania perfeccionó su fabricación.

En sus inicios, los organilleros solían ser acompañados por un mono, imitando la tradición.

Considerado uno de los oficios más antiguos en México, el organillero o cilindrero era una figura común en plazas y parques, donde tocaban a cambio de unas monedas.

Vestidos con un uniforme color café, inspirado en los uniformes del ejército del general Pancho Villa, los organilleros se convirtieron en parte de la cultura popular.

En 1967, el cantante Javier Solís publicó la canción “Amigo organillero”, un tema que evoca la nostalgia a través del sonido del cilindro:

Amigo organillero, Arranca con tus notas pedazos de mi alma…

Un organillo con más de dos siglos de historia

El cilindro que utilizan Enrique y Eustolio fue elaborado en Alemania en 1810, aunque llegó a México hasta el Porfiriato.

Tras pasar por varios organilleros, hace 15 años el instrumento llegó a manos de Enrique y Eustolio, quienes lo hacen sonar al compás de la manivela.

A pesar de su antigüedad, el organillo conserva su sonido y funcionalidad.

“Más o menos es de 1810, llegaron en barco al puerto de Veracruz y de ahí se distribuyeron a distintas partes del país. Es alemán, de hace casi 200 años, explicó Enrique.

Sin embargo, el instrumento no les pertenece, es propiedad de un hombre de la Ciudad de México, quien se los renta para que lo trabajen.

Dado que estos organillos ya no se fabrican, su mantenimiento requiere especialistas. Su propietario contrata los servicios de un técnico chileno, quien viaja a México exclusivamente para repararlo.

El sonido que resiste al tiempo

Esta reliquia musical puede tocar hasta ocho canciones, entre ellas “La Llorona” y “Cielito Lindo”.

Su mecanismo funciona con un rollo de maderapuntas de acero y teclas que suben y bajan. En el interior, un acordeón de piel se encarga de expulsar el aire y producir el sonido característico del organillo.

A pesar del avance de la tecnología, Enrique y Eustolio continúan con este oficio centenario, manteniendo viva una tradición musical.

“Aquí estamos, trabajando y luchando por seguir con esta tradición tan antigua”, concluyó Enrique.