México ante el conflicto tecnológico entre EE. UU. y China
Francisco Rangel Cáceres

En el siglo XXI, los minerales críticos como el galio, neodimio, disprosio, litio y tántalo se han convertido en catalizadores del poder global. Su presencia es esencial en la manufactura de semiconductores, imanes para motores eléctricos, dispositivos de comunicación, tecnologías de defensa y soluciones limpias. En este contexto, la creciente guerra comercial entre Estados Unidos y China ha derivado en una nueva dimensión de competencia estratégica: el control de los materiales que sostienen la era digital y energética.

China domina actualmente la producción mundial de muchos de estos insumos, concentrando más del 80 % del mercado de tierras raras y prácticamente la totalidad de la producción de galio. Como respuesta, Estados Unidos ha intensificado su estrategia para reducir la dependencia de suministros chinos, fortaleciendo alianzas con países confiables bajo esquemas de friendshoring y nearshoring. Es en este escenario donde México adquiere un papel clave como socio estratégico en tiempos de tensión global.

La ubicación geográfica, la estabilidad macroeconómica, los tratados comerciales —como el T-MEC— y la creciente capacidad industrial convierten a México en un actor con alto potencial para integrarse a las cadenas de suministro estratégicas de Norteamérica. Además, diversos estudios y exploraciones han confirmado la presencia de minerales críticos en el territorio nacional:

 Galio, como subproducto del procesamiento de bauxita y zinc, ya se genera en estados como Zacatecas y Chihuahua.
 Tierras raras, como el neodimio y disprosio, han sido detectadas en exploraciones en Sonora, Durango, Oaxaca y Baja California.
 Litio, particularmente en el yacimiento de Sonora —uno de los más grandes del mundo—, proyecta a México como una potencia energética.
 Cobre, zinc, tungsteno y plata, ampliamente explotados, complementan un portafolio robusto de minerales estratégicos.

Aunque la explotación de tierras raras aún se encuentra en fases preliminares, el potencial geológico es evidente. Con políticas públicas adecuadas, incentivos a la inversión y marcos regulatorios modernos, México puede avanzar hacia un aprovechamiento sostenible de estos recursos.

Las ventajas competitivas del país, como su cercanía logística con Estados Unidos, permiten una sólida integración manufacturera, además del acceso a puertos y corredores logísticos que lo posicionan como un punto clave para abastecer a la industria norteamericana de semiconductores y energía.

Paralelamente, el sistema educativo nacional está fortaleciendo su oferta académica en tecnologías emergentes, inteligencia artificial, electromovilidad y semiconductores. Programas de formación dual, centros de innovación y universidades tecnológicas están alineándose con esta nueva realidad para formar talento altamente especializado que responda a las exigencias del entorno global.

Adicionalmente, México cuenta con una amplia red de acuerdos de libre comercio y mantiene un entorno atractivo para la inversión de empresas estadounidenses, europeas y asiáticas, consolidándose como un socio estratégico confiable en el contexto internacional.

La relocalización de cadenas productivas a México no es solo una tendencia, sino parte de una estrategia de seguridad nacional para Estados Unidos. La aprobación de la Ley CHIPS en 2022, así como las recientes restricciones impuestas por China a la exportación de galio y germanio, refuerzan esta dinámica.

Con su capacidad industrial, la presencia de empresas como Intel, Skyworks y Bosch, y su apuesta por las energías limpias, México tiene el potencial de dejar atrás el papel de maquilador para convertirse en un eslabón estratégico dentro de la cadena de valor tecnológica global.

Sin embargo, para consolidarse como un proveedor confiable en la reconfiguración de las cadenas globales de valor, México debe atender los siguientes desafíos:

 Garantizar que la reforma judicial no debilite la impartición de justicia ni comprometa los compromisos internacionales.
 Establecer marcos regulatorios modernos que impulsen la inversión y protejan el medio ambiente.
 Asegurar condiciones de seguridad, transparencia y gobernanza en las zonas mineras clave.
 Fomentar la exploración y el aprovechamiento responsable de minerales estratégicos.
 Fortalecer la formación técnica especializada en semiconductores, materiales avanzados y energías limpias.

En suma, La creciente guerra comercial entre Estados Unidos y China ha intensificado la competencia por el control de minerales estratégicos como el galio, litio, neodimio y disprosio, esenciales para la era digital y energética. En este contexto, México emerge como un actor clave gracias a su ubicación geográfica, capacidad industrial, tratados comerciales y potencial geológico. El país tiene la oportunidad de integrarse estratégicamente a las cadenas de suministro de Norteamérica y convertirse en un socio confiable para el desarrollo tecnológico.

Sin embargo, para capitalizar este potencial, es imprescindible fortalecer el marco jurídico, garantizar la gobernanza en zonas mineras, y robustecer la formación técnica especializada. La presencia de empresas tecnológicas, inversiones en energías limpias y un ecosistema educativo en transformación juegan a favor de este propósito.

Aunque el presente parezca incierto por la tensión geopolítica global, es precisamente en estos momentos cuando empresarios, actores políticos, el gobierno y el sistema educativo deben prepararse con visión, estrategia y compromiso. Porque cuando surjan las oportunidades —y surgirán—, solo los países mejor preparados podrán capitalizarlas en favor de su desarrollo sostenible y competitivo.