Si el rector Martín Aguilar sabía que no podía seguir en la UV en un segundo periodo si no se modificaba la Ley Orgánica o tramitaba un amparo federal y no lo hizo, se debió regresar a su plaza de investigador, o jubilarse. Si la Junta de Gobierno sabía que debería emitir la convocatoria para que participaran los aspirantes a Rectoría, y no lo hizo, mal. Como lo escribió Jorge Manzo, ellos «tiraron la primera piedra» del conflicto actual. Las afectaciones a la Alma Mater son de su entera responsabilidad.