Cápsulas Empresariales
"Sé lo mejor"
"Si no puedes ser pino alto y robusto.. que en las cumbres se llena de esplendor.. No te aflijas por ello, sé un arbusto.. pero entre los arbustos sé el mejor.. Si eres césped tan sólo en la pradera.. embellece el camino con las flores.. Y si tan solo un pececillo fueras.. sé el encanto del lago donde mores.. No podemos ser todo capitanes.. si nadie es tropa, el esfuerzo es vano.. No tan solo hay lugar para titanes.. Tenemos obra al extender la mano.. Si no fueras camino.. sé vereda.. Sé una estrella, si no fueras sol.. No ser grande es la gloria verdadera.. Cualquier cosa que seas... sé lo mejor". Es un poema religioso que subió Mimi Alemán al Facebook.
Los números de Christina Koch
En el tema del feminismo, ahora le toca a Christina Hammock Koch (Carolina del Norte, EE UU, 2 de febrero de 1979), que es una astronauta estadounidense (generación 2013). Ha roto todos los récords de permanencia en el espacio para una mujer. Chequen ustedes nada más estos datos. Estableció un récord para el vuelo espacial de mayor tiempo en la historia de una mujer astronauta. El primer viaje de Koch al espacio se convirtió en una misión de 328 días en la que orbitó la Tierra 5 mil 248 veces, es decir, un viaje de ¡139 millones de millas (223,698’260,000 kilómetros)! Aproximadamente el equivalente a 291 viajes a la Luna de ida y de regreso. Por si fuera poco, dirigió y apoyó más de 210 investigaciones en la estación espacial, participando como voluntaria en investigación para observar los efectos de los vuelos espaciales de larga duración en las mujeres. Un proyecto de investigación en particular en el que Koch participó, es la investigación de la fuerza vertebral para definir mejor el alcance de la degradación ósea y muscular de la columna vertebral inducida por los vuelos espaciales y el consecuente riesgo asociado de vértebras rotas. Se espera que este esfuerzo proporcione información sobre el desarrollo de la medicina, sobre todo la medicina preventiva y el ejercicio físico. https://go.nasa.gov/36E40MZ. Tomado de Mark García (6 de febrero de 2020). Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.
En la arena: de Manolo Santiago
En la arena.. El desapercibido hurgar del viento, la parda pesadumbre de los pelícanos, un ejército de temerosos cangrejos azules escarbando húmedas guaridas; las oxidadas ruedas de la carretilla del anciano vendedor de cocos, las huellas de los pálidos bañistas amanecidos que ebrios cantan, el balón de fútbol que ara un recto surco hacia la alegría de los niños que corren descalzos; las finas huellas diminutas de extraviadas gaviotas, una jauría de canes persiguiendo a una hirviente perra temblorosa, los cascos de una manada de errabundos caballos grises; los pies heridos de los pescadores que regresan a Tierra y que arrastran entre sus redes peces asfixiados, vivas caracolas y marinas estrellas; el inesperado reflujo de las olas, las saladas espumas blanquecinas; todos ellos, lentamente, sin que nadie lo note, van borrando: nuestros nombres, el corazón partido, la cruenta flecha traspasando el rojo vacío y la gota de sangre, que dibujamos en la arena. Foto de Víctor León,
De don Jesús Reyes Heroles
1) "La obscuridad de una sola idea o la falta de ideas produce ofuscación; la luz del enfrentamiento de ideas, de su lucha, no alumbra, ilumina". 2) "En política, la línea recta casi nunca es la más cercana entre dos puntos". 3) "A quiénes esgrimen ideas, combatámoslos con ideas". 4) "Las ideas no pueden ser juzgadas en tribunales ni menos sentenciadas y mucho menos se pueden fusilar". 5) "Para ejercer con vocación y acertadamente la actividad política se requieren las tres ces: corazón, cabeza y carácter". 6) "Complacer a todos es imposible en un régimen democrático; intentar condescender con todos es no gobernar; es moverse atendiendo a pasiones, ser gobernado; viene a ser un gobierno sin ideas por plegarse a ideas de otros" 7) "Si hay paracaidismo político es porque no se practica la política a la luz del día. En las tinieblas, en la oscuridad, donde los paracaidistas pueden invadirnos, no a la luz del día". Lo publicó Gil Gamés en "La Razón". Foto de archivo.
¡Pos olé!, que te quiero verde
En septiembre el pozole es obligado. Cuando llegué a trabajar hace algunos años al estado de Guerrero, confieso que poco sabía acerca de la cocina tradicional de esa montañosa entidad del Pacífico sur de nuestro país. Si acaso había comido el pozole blanco guerrerense, que lo comí y mucho principalmente en la Ciudad de México, pero en mis viajes anteriores a Acapulco no recuerdo haber comido esa maravillosa y misteriosa infusión. Cuando viví allá, cuando preguntaba cómo lo hacían y cuál era la base para que saliera ese caldo más bien espeso, siempre mis interlocutores me negaban la receta. Debo decir que en los mercados de Chilpancingo e Iguala las marchantas venden el ingrediente principal que es una especie de polvo verde ya sazonado y listo para ser agregado al caldo blanco hasta darle la consistencia ‘gruesa’ deseada. Años después supe que era pepita verde de calabaza más otras hierbas endémicas de Guerrero y sospecho que le ponen chile poblano. Como quiera, el pozole verde es otra cosa para quienes no lo han probado. Por supuesto acompañado de su respectivo orégano, cebolla picada, aguacate, chile molido y cascaritas de chicharrón, que ya remojado en el caldo es delicioso. Los nativos cuando lo comen hacen una verdadera bomba del rico platillo porque le agregan sardinas en aceite y, no contentos, le adicionan un huevo crudo que integran también al revoltijo. Me gusta con maciza y, si acaso, con pata de cerdo, eso sí acompañado de sus chalupas, chiles capones rellenos de requesón, flautitas de pollo en salsa caldosa y para cortar la grasa de tan opípara y exótica comida dos o tres mezcales de Guerrero, una chevecha, sin faltar un ‘Yoli’ de limón, que es el refresco del estado, ya absorbido por The Coca Cola Company. Eso sí, el pozole hay que exigir que lo sirvan en cazuela orejona de barro porque les garantizo que sabe y huele diferente. ¡Pos olé!, que te quiero verde! Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.
Molito verde de panza
El confinamiento fue el tiempo ideal para depurar algunas artes caseras, por ejemplo lavar trastes –ya llevo considerables bajas-, barrer, trapear, sacudir y quitar telarañas. De verdad son tareas con un grado de dificultad yo diría superior a un clavado en plataforma de 10 metros con parado de manos, inverso de dos vueltas y media. Sin embargo, un arte superior es la cocina, ¡ah que arte!, diría yo de dioses. En estos días hay que echar mano de lo que tiene uno en el congelador y, grata sorpresa, me encontré como con un kilo de panza de res pre cocida. Este sucedáneo, de res, chivo, borrego o cerdo es una de mis grandes debilidades. Materialmente muero por una panza guisada con toda la regla, bien cocida, de esa que se deshace, pero ahí les va una receta, esta me la pasó mi hermana Natalia. Va. Se cuece la panza con abundante agua con sal, hierbas de olor un trozo de cebolla y dos o tres dientes de ajo, calcúlenle 45 minutos, preferentemente en olla expreso. Checarla, recomiendo cambiarle el agua y darle unos 10 minutos más para que quede en su punto. En lo que se cocía, preparar un mole a base de un kilo más o menos de tomate verde, unos tres o cuatro jalapeños o serranos, media cebolla, medio manojo de cilantro, igual de epazote y unas 8 hojas grandes de hoja santa y/o acuyo –tlanepa le decimos en mi tierra-, hay quien primero cuece los tomates con los chiles y la cebolla, un servidor no. Todo lo anterior va a la licuadora con unas dos tazas de agua a molido fino. Ya cocida la panza hay que cortarla en cuadros pequeños, al tiempo que hay que vaciar la mixtura –recomiendo no colarla- del mole en una cacerola grande a freírla con unas dos cucharadas de aceite vegetal o manteca si se tiene, agregar sal al gusto y el otro medio manojo de epazote. Preparar un medio kilo de bolitas (orejas) de masa de maíz que pueden ir previamente fritas y agregarlas al mole hirviente al que también se vaciará la panza troceada, dejar que calentándose a fuego medio y listo, a degustar. Se le puede agregar ejotes. Es un plato para cardenales y maridaa muy bien con cerveza y unos dos tequiloides y, por supuesto, tortillas. El arroz blanco también le va. Buen provecho. Lo escribió hace tres años Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal. Imagen de "Cocina Fácil".
El malvado Joker.. Ya viene la número 2
La película ‘Joker’ (EUA, Todd Phillips, agosto 2019), protagonizada por Joaquin Phoenix, causó gran revuelo desde su estreno entre los numerosos fans del ‘Caballero de la noche de Ciudad Gótica. Miren, yo crecí de la mano de los cuentos de historietas cómicas de súper héroes como Batman, Superman, Flash, Linterna Verde, Fantomas e inclusive del muy mexicano, por idea original, Batman. Pero la historieta de Bob Kane se cocía aparte, era especial, tenía algo que la hacía diferente a las demás, quizá porque era la única que tenía unos coprotagonistas de, quizá, igual o mayor peso que el propio personaje central, y a la par de la tira cómica de la tira cómica impresa, hubo una exitosa serie de televisión a finales de los años 60 protagonizada por un flemático y poco expresivo Adam West como Batman y Burt Ward como Robin. Pero al lado de los personajes centrales, los villanos también tenían un peso específico y su propia personalidad: el Pingüino, Acertijo, Gatubela y el Guasón (Joker). Estos eran los némesis del enmascarado alado. Pero me quiero detener específicamente en el Joker, y me refiero al de mi infancia, el protagonizado por ese tremendo histrión que en vida fue el actor cubano-norteamericano César Romero Jr. Y no quiero demeritar a ninguno de los actores que en televisión y cine han protagonizado al célebre villano, mucho menos a la de Phoenix, que dice alcanza niveles magistrales, pero Romero era un villano, malo malo, pero encantador, como que no le creías sus diabólicas maldades, como la de ningún otro malo de la tira cómica, todos tenían una magia especial, eran grandilocuentes, paródicos, histriónicos, cómicos, burlones, psicodélicos, extravagantes, en exceso expresionistas, que contrastaban con la templanza de West. Además, cada personaje era digno de un estudio sicológico, eran poliédricos, mil caras, impúdico, que el público televidente no nos creíamos. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.
¡A huevo!
No tome a mal esta expresión, nada más es un coloquialismo para transmitir mi amor, mi debilidad, vamos, por este sagrado alimento, también popularmente conocido como blanquillo. No sé si ustedes, estimados lectores también padezcan esa debilidad, en mi caso lo traigo en mi ADN, seguro lo heredé de mi padre que, no obstante ser un consumado devorador del producto de gallina, solo unos cuantos meses lo separaron de vivir hasta los 90 años de edad. Desde que recuerdo, mi papá era feliz desayunando, comiendo y cenando huevos. Era tal su afición, que en los años 70 algunos de los huevos que se compraban en el mercado para la casa solían traer dos yemas, bueno, pues ese capricho de la naturaleza era suficiente para que los ojos le brillaran como si hubiera descubierto un tesoro. Lo mismo sucedía cuando una gallina de rancho era sacrificada por mi madre y al destazarla se encontraba con que venía cargada de lo que en ese entonces se llamaba “huevera”, a mi papá le encantaba el consomé rebosado de esas yemas en plena formación ‘huevuna’. Pese a la mala fama que le crearon, los mexicanos somos campeones mundiales en su consumo, nos comemos nada más 23.3 kilogramos en promedio de blanquillos al año, o sea aquello de que era uno de los causantes del colesterol en el ser humano nos tiene sin cuidado. No solo en México sino en el mundo entero ha recuperado su estatus como el ingrediente cardinal de numerosos guisos de los cuales un servidor es devoto: tortilla española, tortilla a la mexicana, tortilla francesa, tortilla de mariscos, omelette, frittata (italiana), rotos, estrellados, fritos revueltos tiernos, motuleños, en salsa, con frijoles, divorciados, rancheros, a la mexicana, tirados, a la albañil, cocido, pasado por agua, con arroz, preferentemente rojo; en capeados, en sopa china, cocido con yema líquida y en postres como natillas, mousse, leche quemada, crema catalana, torta de elote, tarta de Santiago y ¡rompope!… y la yema cocida pero líquida es deliciosa simplemente con un trozo de hogaza de pan. Bueno, el huevo es tan pero tan chingón, que los griegos y romanos lo utilizaban para pegar baldosas. No coma huevo a huevo, hágalo por gusto, es un alimento maravilloso. Foto de TVP. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.
Tom Ford
Desde siempre he seguido al mundo del diseño y de la moda, principalmente de la femenina. Y es que el diseño de modas y su confección me parecen, y salvo la mejor opinión de los lectores, la más acabada expresión y evolución del arte contemporáneo, y de una artesanía que se renueva día a día con el propio diseño, pero también con los materiales, colores y tendencias de los tejidos y estampados. Las mejores colecciones de Ives Saint Lauren merecen, sin duda, una sala en cualquier museo de arte moderno, y si está en París, mejor. Los nombres de los grandes diseñadores, al menos de los sesentas para acá son parte de la visión que tengo del mundo. No hay diferencia entre Givenchy y Dalí, por ejemplo. A propósito de ello, la playera (www.farfetch.com) que enmarca este Carrusel, que es una playera tipo polo de manga larga, entretejida, eso sí de seda 100% la puede usted pedir a domicilio, nada más cuesta 50 mil pesos. La prenda es de un tipo sorprendente, Tom Ford, un multi talento –todo terreno- de esos que nada más se da cada 100 años. El estadounidense (Austin, Tx., 27 de agosto de 1961) marca el ritmo de la moda en el mundo. Irrumpió en ese universo de manera definitiva en la década de los ochenta cuando la firma italiana Gucci lo incorporó a sus filas como director creativo. Pero su campo de acción abarca todos los campos del diseño: todo, absolutamente todo en prendas y accesorios femeninos, y para los hombres ahí se va dando. En materia de diseño en serie me parece que sus prendas rompen todo lo imaginable en cuanto a precio: chamarras de piel de 200 mil para arriba, zapatos para hombre en 30, 40, 50 y hasta más, una fragancia para caballero, ¿en cuánto le gusta, 16 mil pesotes?, y ya no hablemos de corbatas, trajes y blazers, impagables. Ford ha incursionado en el cine como director, su película ‘Single Man’ (2009) protagonizada por Colin Firth recibió grandes elogios de la crítica especializada. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.
¿Fabada o alubias?
Soy utilitario, luego existo. El confinamiento hizo que se volviera uno práctico aunque no quiera. Los tiempos no estaban para rebuscamientos. Hace poco comentaba por WA con mi estimado amigo Laureano Martínez, (que es un ‘gran sumiller’, la última palabra de todo lo que a comida corresponde), que en estos días preparé para comer la versión mexicana de la fabada asturiana que mi madre hacía en la casa familiar. Más pronto que rápido me corrigió: “¡SE LLAMAN ALUBIAS!” Y efectivamente, no le llamamos con ese patronímico al guiso, como tampoco al frijol judías o fabas (fabes), aquí lo conocemos simplemente como alubias, y normalmente se preparan con “frijolito”, que así se le dice coloquialmente a la alubia chica. Bueno, después de estas disquisiciones aristotélicas con mi estimado amigo, le platiqué que la receta de mi madre es como un juego de niños, comparto mi versión: puse a fuego lento la mitad de un frasco en conserva de alubias asturianas –de las que se encuentran en cualquier súper- con un trozo de cebolla, dos dientes de ajo y hojas de laurel, al mismo tiempo freí en una sartén una chuleta ahumada de cerdo con todo y hueso con las rodajas de medio chorizo madurado (del ‘Cerdito’). Una vez fritas las carnes con dos cucharadas de aceite de oliva, las agregué a la cacerola de cocción de las alubias, más unas cuantas aceitunas, algunas rajas de jalapeño, zanahorias y cebollas en caldillo del vinagre de la lata. Dejé que “rompieran” el hervor y listo. Para darle color se le puede agregar una cucharada de pimentón y es indispensable un chorrito del vinagre de los chiles. Rectificar sal si es necesario. En casa se servían con lechuga romana troceada, es una delicia este platillo asturiano mexicano. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.