Provengo de un lugar en donde el pollo es parte de la cultura y las preferencias culinarias de la gente. Siempre ha habido granjas avícolas en la región de Córdoba, de hecho hasta hace unos años la cuenca pollera de mi tierra era la segunda o tercera zona productora y comercializadora del ave a nivel nacional. Yo crecí con esa parafernalia. En mi casa familiar se comía pollo dos o tres veces por semana y a unos pasos de ella está ubicado el más tradicional comedero con las que fueron las más legendarias viandas guisadas a base de pollo. Si ha visitado Córdoba de seguro conoció o conoce el afamado Quick Lunch, fundado hace muchos años por los hermanos Virgilio y Jaime Ábrego. Ahí podía uno paladear desde un caldo de pollo enchilado a base de guajillo y chile serrano seco saborizado con ramas de epazote, que se sirve acompañado de rodajas de bolillo del día, limones y una cerveza bien fría. Pero también ahí eran especiales las tortas de pollo como debían ser, la barbacoa igual, el rostizado con rodajas de jitomate y cebolla bañado en una infusión de vinagreta agridulce de chipotles al piloncillo y crema, sin faltar las botanas de higaditos, mollejas y patas de pollo, igual servidos en la misma vinagreta. Últimamente servían pescuezos rostizados, una delicia de la cual nada más dejo las vértebras sin la médula. Total, que del pollo me como prácticamente todo, desde las crestas de gallo, que hay una forma gourmet de prepararlas, hasta las mismas patas, el corazón al que no le hago gestos, como tampoco a la rabadilla y el canasto que los chupo como un caníbal hasta extraerles el último vestigio de materia comestible, lo que incluye los riñones. Recuerdo que en mis tiempos de estudiante era capaz de refinarme un sábado futbolero un pollón rostizado entero de esos que suelen vender en algunas panaderías de la ciudad de México, y ahora que toco a la capital recuerdo que había una cantina en la calle de Uruguay en donde servían de botana alas de pollo simplemente cocidas en su jugo, acompañadas de sazonador y Tabasco, que eran sensacionales. Hoy en día en Córdoba se pueden encontrar otros establecimientos en donde venden muy buenos pollos como el de Paco Arenas, ‘El Parador de San Nicolás’, en donde han llevado el pollo preparado a otra dimensión –recomiendo el caldo picoso de mollejas con bolillo remojado y chopeado, es otra cosa- y Yam-bo, en donde expenden un delicioso cochino a la cubana y pollos ídem, acompañados de unos frijolitos negros refritos preparados como en ninguna otra parte del planeta. Y que no le cuenten del color de la piel y de la carne del pollo, lo que significa que han sido alimentados con concentrados en donde el maíz amarillo es el componente principal. Coma pollo, yo sé lo que le digo. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

Hoy quiero hablarles de las dos cantantes internacionales, ambas norteamericanas, que para el que escribe son las más grandes en la historia de la música en el mundo. Ya sé que en gustos se rompen géneros, pero la excelencia bucal de estas dos féminas no tiene parangón, me refiero, en el orden que ustedes gusten, a Barbra Streisand y Liza Minnelli. Su calidad interpretativa esta fuera de discusión. De Barbra (77) me enamoré desde aquella película que protagonizó junto a Robert Redfort –la verdad es que él también me dejó prendado-, ‘Nuestros años felices’ (The Way We Were, 1973). Y de Liza (73), hija de Judy Garland, gran cantante también, cuando actuó en ‘Cabaret’ (1972). Barbra se puede decir que ha sido más activa tanto en el mundo de la música e, incluso, del cine. La Minnelli ha sido más pausada, sus apariciones han sido más administradas, pero que sería del mundo del espectáculo y ¡del mundo en general también!, sin la interpretación de ‘New York New York’ por parte de la hermosa Liza. Barbra también es muy bella, pero con una personalidad enigmática, rubia, de nariz voluminosa y ojos medio extraviados, de bellísimos ojos verde atigrados. Hermosa y sensual. Liza por el contrario, es una morena clara que no esconde sus rasgos italianos, de ojos negros. Pero las dos tienen en común voces potentes, poderosas, de gran fondo. Aquí les dejo para estos momentos de encierro obligado una hermosa canción de Barbra, ‘People’ (‘Personas’), traducida además, los invito a reflexionar la letra. Formó parte del soundtrack de ‘Funny Girl’ (1968) que protagonizó con Omar Shariff. https://www.youtube.com/watch?v=qAI3vM8JDJ0. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

¿De qué quiere usted la imagen?
Preguntó el imaginero.
Tenemos santos de pino.
Hay imágenes de yeso. Mire este Cristo yacente. Madera de puro cedro. Depende de quién la encarga, Una familia o un templo, O si el único objetivo Es ponerla en un museo. Déjeme, pues, que le explique, Lo que de verdad deseo.Yo necesito una imagen De Jesús El Galileo, Que refleje su fracaso Intentando un mundo nuevo, Que conmueva las conciencias Y cambie los pensamientos, Yo no la quiero encerrada En iglesias y conventos.Ni en casa de una familia Para presidir sus rezos, No es para llevarla en andas Cargada por costaleros, Yo quiero una imagen viva De un Jesús Hombre sufriendo, Que ilumine a quien la mire El corazón y el cerebro.Que den ganas de bajarlo De su cruz y del tormento, Y quien contemple esa imagen No quede mirando un muerto, Ni que con ojos de artista Sólo contemple un objeto, Ante el que exclame admirado ¡Qué torturado mas bello!.Perdóneme si le digo, Responde el imaginero, Que aquí no hallará  seguro La imagen del Nazareno.Vaya a buscarla en las calles Entre las gentes sin techo, En hospicios y hospitales Donde haya gente muriendo En los centros de acogida En que abandonan a viejos, En el pueblo marginado, Entre los niños hambrientos, En mujeres maltratadas, En personas sin empleo.Pero la imagen de Cristo No la busque en los museos, No la busque en las estatuas, En los altares y templos.Ni siga en las procesiones Los pasos del Nazareno, No la busque de madera, De bronce de piedra o yeso, ¡mejor busque entre los pobres Su imagen de carne y hueso ¡_Gabriela Mistral.Nos lo envió la C:P. Adriana Cornejo Avila. Foto de "elmundo.es".

Veo el reporte de la situación por la que atraviesan los institutos de salud pública, por lo demás heroicos, y se me cae el alma a pedazos. Aún recuerdo la primera vez que fui a pedir informes para que me atendieran de un padecimiento que ya se me estaba manifestando inquietantemente. Todo había comenzado años atrás con unos movimientos anormales de mis manos al comer que no me gustaban. Paso el tiempo y me hice un paciente asiduo del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía ‘Dr. Manuel Velazco Suárez’, y luego por fortuna leí 'El cerebro de mi hermano' de Rafael Pérez Gay y me hermané aún más a la institución. Me convencí de la grandeza de esa y de las demás instituciones de salud pública, que son como el último asidero que tenemos algunos con la vida plena, o a lo poco que le queda a muchos de ella. Ahí he presenciado las escenas más desoladoras de quienes padecen una enfermedad del cerebro, lo digo sin sentimentalismos por lo que el que esto escribe tiene. Es tanto el trabajo que desarrollan dada la cantidad de gente enferma que atienden, que me han hecho estudios de tomografía computarizada del cerebro a las ¡11 de la noche!, y admirablemente ahí están los médicos, los técnicos y las enfermeras al pie del cañón atendiendo pacientemente a los enfermos de ese misterio sin resolver aun que es el cerebro humano. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal. Foto de "Cubasi".

Estuve en la tierra que me vio nacer hace ya algunas décadas y, prácticamente sin querer, me reuní con algunas compañeras y compañeros de mi generación de la escuela secundaria. Fuimos pocos los presentes, pero la convivencia con los condiscípulos fue como una bocanada de aire fresco entre el calor sofocante que se ha sentido estos últimos días, particularmente en mi pueblo. Pertenezco a la 4ª generación de la Escuela Secundaria Federal número 1 ‘Dr. Enrique Herrera Moreno’ de Córdoba. La escuela se fundó en 1969, como preámbulo a la descentralización del sistema educativo del gobierno federal de 1972. En aquellos años, en Córdoba nada más funcionaba la centenaria escuela secundaria y de bachilleres oficial dependiente del sistema educativo estatal. La federal como coloquialmente se la llamaba, empezó a funcionar en una vieja casona colonial del centro de la ciudad, mientras se construían las instalaciones definitivas en la periferia, no obstante este proceso se tuvo que acelerar debido al temblor que la madrugada del 28 de agosto 1973 afectó a buena parte del centro del estado y algunos municipios de Puebla y Oaxaca. La antigua casona no resistió el impacto de 7 grados en la escala de Richter quedando severamente dañada, por lo que el segundo año ya lo hice en las nuevas instalaciones que estaban a medio construir. Éramos 4 grupos, del ‘A’ al ‘D’, con alrededor de 200 alumnos. Esta generación a la que me tocó en suerte pertenecer no estoy seguro que haya sido la más ejemplar, de lo que sí estoy cierto es que todas ellas y ellos con los que compartí aulas y aspiraciones en aquellos lejanos años dejaron profundamente marcada la existencia del que esto escribe. Ha corrido mucha agua bajo el puente desde entonces, y no obstante ello, el tiempo no ha menguado un ápice su carácter bondadoso, generoso y solidario. Todas ellas y ellos han sido dotados de un corazón y un alma que supera cualquier prueba de nobleza, fraternidad e incondicionalidad. Va un abrazo cariñoso para todos ellos, pero en especial quiero mencionar a Lety, Mary, Margarita, Rocío, Isela, Gely, Tere, Julieta, Raquel, Jorge, Enrique, Alejandro, Víctor y Efraín, que estuvieron presentes en la reunión de días pasados. Lo escribió en mayo de 2019,  Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal

Voy a hacer una pausa de mis entregas sobre la cultura japonesa, porque es inevitable, casi imprescindible, hablar del que muchos consideran el acontecimiento deportivo de cada año en la Unión Americana, me refiero en esta ocasión al Super Bowl 56 entre los Bengals de Cincinnati y los Rams de Los Angeles. Gran partido de domingo, se enfrentan el campeón de la Conferencia Americana vs el Campeón de la Conferencia Nacional de la National Football League (NFL). El ingrediente especial que brinda es que lo vamos a disfrutar todos, los que conocen como una ciencia al deporte de las tacleadas y, otros, como el que escribe, auténticos villamelones. La verdad es que no tengo favorito entre las dos opciones que se enfrentan, lo voy a ver porque me gusta el deporte, por no decir que por una sana costumbre. Esta vez ni siquiera el show de medio tiempo me llama la atención, pero no dejo de reconocer el fenómeno de masas que es el Super Bowl. Bueno, y no puedo dejar de celebrar las cifras récord que se alcanzan por la venta de aguacate y tomates mexicanos, y quizá también de chiles jalapeños en verde, que utilizan en el país del norte de nuestra frontera para preparar suculentas botanas y degustarlas con cualquier tipo de chips o tostadas de maíz, que de aquel lado les llaman nachos. Pues que venga el Super Bowl para todos aquellos que les gusta o no el deporte de los emparrillados. No cabe duda que para eso de los espectáculos los gringos se pintan solos. Feliz domingo familiar. Foto de Milenio. Lo publica Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

En los Estados Unidos los verdaderos héroes nacionales son las súper estrellas del deporte, los demás, los demás están para cosas menores, digamos para que los portaviones, los grandes destructores, aeropuertos y bibliotecas lleven sus nombres. Ex presidentes héroes de guerra, científicos, inventores y literatos, no son quienes están en la memoria histórica de los ciudadanos estadounidenses (Washington, Lincoln, Jefferson, Franklin, Eisenhower, Kennedy y Clinton), no, ellos son una mera referencia y la gente los recuerda solo porque su imagen aparece grabada en un billete o porque hay una estatua de cualquiera de ellos en un parque público, pero no, los verdaderos héroes, los que están destinados al olimpo de los dioses, los ídolos de millones de estadounidenses y muchas veces de todo el mundo, es decir, los Jackie Robinson, Mohamed Alí, Joe Montana, Troy Aikman, Terry Bradshaw, Michael Jordan, Larry Bird, Shaquille O’Neal, ‘Magic’ Johnson, Hank Aaron, Reggie Jackson, Jim Palmer, Barry Bonds, Michael Phelps, Mark Spitz, Arnold Palmer y Tiger Woods, esos tienen un lugar especial en el corazón de los aficionados, y viene esto a colación porque el 13 de abril de 2016 fue el último juego como profesional del basquetbol de Kobe Bryant, después de una exitosa carrera de 20 años de trotar sobre la duela defendiendo la camiseta de los Lakers de Los Angeles. En los últimos años no ha habido jugador más dominante sobre el rectángulo que el también conocido como ‘la mamba negra’ (The Black Mamba). Kobe, que además es un fan del Barcelona y de Lionel Messi, ha sido un superdotado para los encestes, basta un dato para dimensionar la magnitud del jugador que estamos hablando, es el tercer mayor anotador en la historia de la NBA, solo por debajo de Kareem Abdul-Jabbar y de Karl Malone con 33,464 puntos, por encima incluso del mejor jugador de todos los tiempos, Michael Jordan, que ocupa el cuarto lugar en este renglón. Este tipo de jugadores, junto con Larry Bird, Karl Malone, desde luego Michael Jordan, ‘Magic’ Johnson, LeBron James, el ‘aguijón’ Kareem Abdul-Jabbar (¿se acuerdan cómo se iba aproximando a la canasta empujando y arrinconando a su oponente y al final ‘aguijoneaba’ para encestar letalmente?) y Kobe, tuvieron y han tenido la virtud de haber hecho del deporte de las canastas un arte, y más que eso yo diría que algo artístico, casi mágico e hiperfantástico. A su lado, los míticos Harlem Globetrotters eran como unos bebés jugando con una pelota en un corral. Lo escribió Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal, hace unos cuatro años y Bryant hace unos días cumplió dos años de haber fallecido. Foto de archivo.

O como un corsé. No soy fan de las plataformas que proyectan películas o series, algunas de estreno, de catálogo o miniseries. No obstante, el confinamiento –otra vez la pandemia- nos ha llevado a explorar nuevas opciones de entretenimiento, y me he metido a explorar Netflix. Y, la verdad,  ha sido una grata sorpresa, experimenté con series, para ello les quiero recomendar dos en particular: ‘Unorthodox’ (‘Ultra ortodoxo’) y ‘Kalifat’ (‘Califato’). Ambas son del 2020, la primera norteamericana y la segunda de manufactura sueca. La primera narra el drama una joven judía jasídica, Shira Haas, y de cómo huye del barrio neoyorquino de Williamsburg, sede de una comunidad judía ultra ortodoxa. Un día toma la decisión de abandonar la anacrónica atmósfera, emanciparse y huir a Berlín (Alemania) escapando de uu entorno religioso asfixiante y castrante sobre todo para las mujeres cuyo único rol es ser madre, atender a su esposo y renunciar a cualquier actividad social fuera de la comunidad. ‘Ultra ortodoxo’ es un relato dramático y conmovedor que narra las vicisitudes a las que se tiene que enfrentar una mujer que decide romper las cadenas que le impone su religión. Por su parte, ‘Califato’, es una serie de manufactura sueca que aborda la problemática de la radicalización islamista impulsada a raíz del surgimiento del Estado Islámico. Y lo hace desde dos planos, el externo, que pone sobre la mesa cómo el fanatismo religioso se vive en un país como Suecia, y desde la propia Siria, la brutalidad de sus métodos de lucha y de cómo el estado islámico trata de atraer nuevos adeptos en la Europa más occidental para sumarlos a su causa. Las dos series lo atrapan a uno, la primera consta de 4 capítulos y la segunda de 6. Lo escribe Marco Aurelio González  Gama, directivo de este portal.

Conocí a Ernesto Aguilar Yarmuch de la manera más extraña, nos topamos en un súper mercado y sin querer intercambiamos recomendaciones de productos gourmets, a partir de ahí he logrado “edificar” una muy buena relación de amigos alentada, entre otras cosas, por el gusto que compartimos ambos por la buena cocina; quien fuera el mero mero del mejor restaurante de cocina típica de las Trancas es un amante de la buena cocina mexicana, de la cocina libanesa y, ¡faltaba más!, de la cocina italiana. Las tres cocinas las domina a la perfección tanto en su confección como en su degustación, últimamente le está dando por la cocina española, a la que le ha tomado un gusto que lo ha llevado ya a dominar el arte de la confección de la tortilla de patatas, de la que, no es por presumir, el que esto escribe después de mucho batallar (lidiar con la “prueba y error”) ya empieza a dominar como mandan los cánones, desde una tortilla tierna hasta la muy bien cocida, con su proporción exacta de huevos, cebolla, ajo (no más de un diente), sal, pimienta y un chorrito de agua. Platicar con Ernesto en su feudo, disfrutando de un buen expreso o de un tinto es una delicia, sobre todo si de por medio está el tema de la cocina, los quesos y las pastas italianas, de la ‘Ciudad Eterna’ (Roma), del sur de Italia que conoce muy bien y, últimamente de un tema que explicablemente acapara toda su atención, que son sus dos nietos, uno de su hijo Giovanni, que vive en Italia, y el otro de su hija Valeria, que vive en Xalapa, completando el cuadro ideal de Ernesto su esposa Silvana Messinese, italiana de pura cepa, nacida en Vittoria, Sicilia, o sea a los pies del Mediterráneo y enfrentito de la costa africana septentrional. Aunque parezca raro, pero con Ernesto queda poco rato para hablar de política. Hace ya un buen rato Ernesto me invitó a degustar un delicioso tallarín excelentemente procesado y cocinado por él, aderezado con una salsa de queso Taleggio (este queso ya lo comían los italianos hace más de mil años) y hongos porcinis, casi nada, ya para terminar un cafecito expreso de granos cordobeses. Lo escribíó Aurelio González Gama, directivo de este Portal.

  Ahora que murió Flor Silvestre (Salamanca, Guanajuato, 16 de agosto de 1930 - rancho El Soyate, Villanueva, Zacatecas, 25 de noviembre de 2020), que en realidad se llamaba Guillermina Jiménez Chabolla, que como todos ustedes saben, estimadas y estimados lectores, fue una actriz y cantante del género ranchero (también cultivó el huasteco y el tamborazo, que tiene su origen precisamente en la región de Villanueva y que también y tan bien cantó su marido Antonio Toni Aguilar), este escribano caía en cuenta de que con la partida de Flor, salvo por Aída Cuevas, las cantantes de ranchero prácticamente están extintas o, cuando menos, en vías de extinción. Y es que, ¡caray!, después de haber tenido a exponentes vernáculas de la talla de Lola Beltrán, Lucha Villa, Lucha Reyes, Chayito Valdés, Amalia Mendoza (la famosa Tariácuri), María de Lourdes, la Prieta Linda (hermana de Flor), Irma Dorantes, Rosa de Castilla y hasta Chavela Vargas y la mismísima Irma Serrano (Valentina), que es una como especie de prócer de la picaresca nacional –yo preguntaría que quién de mi generación no leyó su famoso best seller ‘A calzón quitado’-, repito, la única que sobrevive es Aída, porque en ese género no entra Paquita la del barrio –otra prócer-. Me parece que es un asunto menor pero que no por eso deja de ser si no grave, sí preocupante, es el género musical nacional. Ahí viene la hija del hijo de Flor, Pepe, me parece que se llama Ángela, que canta muy bonito, pero la chica como que le tira más al bolero y al bolero ranchero. Ya para terminar diré que en el caso de los varones está sucediendo exactamente igual porque ni Pepe Aguilar y Alejandro Fernández son charros de verdad. Que me perdonen y que me perdonen sus miles de fans. Cuando muera Chente, lo qaue ya sucedi´+o jhace algiunas semasmas, se cerrará un capítulo importante de la música ranchera mexicana. Foto de archill.: Lo escribe Marco Aurelio González Gama,diirectivo de este Portal.