El presidente Enrique Peña Nieto y la incesante publicidad del II Informe de gobierno, se refieren al cambio que se produjo en México; desde mi punto de vista es cierto y falso al mismo tiempo; ¿qué ha cambiado en el país?; primero abordo el tema de la corrupción, según el Informe Global de Transparencia Internacional, México ocupa el lugar 106 de 177 países en corrupción, aumentando un lugar del año pasado a éste, y que le cuesta al país el 10% del PIB, es algo así como 1.5 billones de pesos. Dentro de la misma línea de corrupción, en este mismo año se detectaron 2,163 tomas clandestinas para el robo de combustible de Pemex en los estados de: Nuevo León, Jalisco, Quintana Roo, Tamaulipas, Tabasco, Puebla y Sinaloa, dichos aumentosen las tomas clandestinas fueron del 1,493% en los últimos años (se desconoce la cantidad de combustible robada). A lo anterior, hay que sumarle el caso de la competitividad en México, que se encuentra en el lugar 61 de 144 en este 2014, según el World Economic Forum, el cual en el año 2012 nos ubicó en el lugar 53.
Partiendo de lo anterior, el propio presidente de la república en una entrevista con periodistas afines al gobierno federal, afirmó que la corrupción es un tema cultural, y por ende nadie es responsable de dicho fenómeno pero que en gran medida los mexicanos son corruptos; dicho sea de paso, el concepto cultura es un debate inacabado entre la comunidad de antropólogos, quienes continúan en el debate sobre la cultura; de allí que comer tacos al pastor o tortas de tamal, o utilizar el Zócalo de la ciudad de México como un nuevo estacionamiento público-político, otrora espacio de la hoy inexistente oposición cívica y política; puedo afirmar que también es un asunto cultural, pues entonces el problema reside en la sociedad, la cual también podría ser parte de la solución a un problema cultural de esta magnitud; empero es algo cuestionable por la ausencia de un Estado de Derecho en el país, y que es el centro medular de ese problema y el cual le atañe directamente al propio Estado mexicano, ya que lo que hasta hoy hemos experimentado es: colusión + complicidad + corrupción X impunidad; y desde mi punto de vista estas son las características de este disfuncional Estado mexicano.
Lo que no ha cambiado en este país son las formas políticas de venderle a las y los mexicanos las propuestas para solucionar los problemas del país, de allí que ¿cuál es la diferencia para administrar la abundancia de José López Portillo?, o la ¿modernización y el arribo al primer mundo de Carlos Salinas de Gortari?, o de ¿administrar las reformas de Enrique Peña Nieto?; que todas ellas las impulsaron desde el gobierno, excepto ésta última que fue a través del “Pacto por México” e implementadas por el Congreso de la Unión; y que excluyeron a la sociedad mexicana, esa siempre ha sido la característica desde la primera modernización Borbónica en el país hasta esta etapa de las reformas; sus elites siempre discriminan a las y los mexicanos.
Otra de las características del no cambio es que desde hace 25 años son los mismos actores económicos impulsados y empoderados desde el gobierno federal, basta recordar que Carlos Salinas de Gortari hizo millonario a Carlos Slim, éste hoy aparece como el ganador de la asignación para crear el nuevo aeropuerto mexicano que costará 120 mil millones de pesos; las mismas caras “modernizadoras” en este capitalismo de “cuates” (crony capitalism) o mejor dicho de cómplices donde el beneficio sigue siendo como desde hace más de 200 años para unos cuantos, por supuesto con prácticas monopólicas, aprovechando que somos un país de empleados y no de emprendedores.
Lo que no cambia es que la política en México es un intercambio de prebendas, que van desde las despensas hasta las asignaciones de contratos de obra pública, es decir todos ganan una prebenda, ésta de acuerdo a la posición social en la que se encuentre, y que premia a las clientelas en lugar de construir ciudadanos, ello como bien lo escribió Denise Dresser somos “el país de los estándares bajos y las expectativas encogidas; el país donde las cosas están mal pero podrían estar mucho peor. México ya no vive en el laberinto de la soledad, está atrapado en el laberinto de la conformidad”.
Finalmente, este nuevo cuento con las llamadas “11 reformas estructurales”, como bien lo afirmó Hillary Clinton, a México lo pueden impulsar a ser como una Noruega, sin embargo el camino de las reformas nos llevará al modelo ruso, la putinización de México, en donde las mafias criminales, políticas, económicas, y sindicales hagan un solo frente para impulsar la regresión autoritaria y donde las diversas violencias (política, criminal, y social) tomen carta de naturalización en un país que según las encuestas para el próximo año tengan al PRI como la primera fuerza política. Entonces, México ¿tiene remedio?, porque ya ni siquiera podemos hablar de cambio.