No te he leído. Es que he andado un poco ocupado. ¿Pero estás bien? Sí, solo que últimamente he andado como trompo chillador y no he tenido tiempo ni para mí (¿Cómo será eso, será algo así como un desprendimiento del alma?). Lo anterior, palabras más, palabras menos, fue la plática que tuve con mi amiga Eleaney quien, siempre tan bella, se preocupa cuando se da cuenta que me disipo en los pantanos de la desidia y la dejadez. Claro, de entrada me pregunta si mi holgura de inactividad se debe a algún problema de salud, pero creo que en el fondo lo que quiere es que yo sea una hormiguita chicatana para que me la pase trabajando y dando guerra.

Ya casi estamos a mediados de septiembre y es notoria mi ausencia. Y es que por si fueran pocas mis ocupaciones se me ocurrió meterme a un curso a distancia de Innovación Educativa con Recursos Abiertos que se ofrece en la plataforma coursera.org. El mencionado curso lo ofrece el Tecnológico de Monterrey a través de dicha plataforma y es gratuito, así que me dije Ticus, de aquí somos. Supuestamente al final del curso me dan mi constancia y toda la cosa, aunque si quiero que la constancia me la otorgue el Tec tendría que pagar mi cuota de recuperación, que tampoco es demasiado onerosa. Yo creo que sí la pagaré pues es, creo, mi última oportunidad de tener un reconocimiento de esa escuela a la que asistí por un año en mis tiempos mozos y que por situaciones que no tiene ni caso recordar, me vi obligado a abandonar.

Esa plataforma de coursera es una shulada. Ofrecen cursos para todos los gustos, desde Políticas Públicas hasta Corte, confección y costura para funcionarios municipales. Y lo mejor de todo es que los cursos son gratuitos en su inmensa mayoría y que están respaldados por instituciones de prestigio. Aprovechar esas oportunidades de capacitación está en nosotros, en nuestra disponibilidad y tenacidad, es parte de los nuevos movimientos de la Cultura y la Educación Libre. En un desayuno en que asistió la Directora del IVEA, ella comentaba que es sólo con la educación que podremos cambiar al mundo y a nuestro país, y lo decía con un sentimiento arrobador, casi absorbiéndose vía nasal las lágrimas. Yo no sé qué tanto realmente le llega el tema o si era la emoción de estar sentada junto a su amiguísima del alma (dice que desde chiquillas se intercambiaban las muñecas) Leonor de la Miyar, pero se le veía emocionada en serio. Llevar la posibilidad de leer y escribir a una persona es realmente cambiarle la vida, darle dignidad al ser humano, pues desde que alguien puede escribir o leer su nombre, desde ese preciso instante es otro ser con una identidad imborrable. El desayuno, como siempre, le salió bastante coqueto y bien organizado a Leonor con la Asociación Otero Ciudadano pese a que hay caritas que no hemos visto últimamente como la de Evangelina Rizzo (¿ónde andas pues?) o que en esta ocasión no faltó el grupo de rebeldes sin causa que se pusieron a tomarse selfies (más respeto jovenazos).

Pero bueno, creo que ya me volví a ir… pero me voy y vuelvo, como en el Monte de Piedad. Quedamos entonces que hay sitios en internet en donde con recursos abiertos se puede uno capacitar. No hay excusa. ¿Quita tiempo? Pues sí, pero qué se le va a hacer. Lo curioso es esa idea de ofrecer educación gratuita, con la posibilidad de descargarla y reutilizarla. Si todos pensáramos así, pronto la educación llegaría a todos los rincones pues disminuirían drásticamente los costos. En octubre, si Dios no opina lo contrario, comenzaré un curso de Políticas Públicas. Si puede y quiere éntrele a coursera.org, se inscribe al curso que es gratuito y ahí nos intercambiamos las experiencias ¿Cómo ve? ¿Jala o se pandea? Por hoy ya me despido porque tengo que ponerme a hacer el pozole para el 15, y mientras, ahí le dejo el reto. Es viernes, cuídese y pórtese serio.

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