El Triángulo del Norte, integrado por Guatemala, El Salvador y Honduras, es, sin lugar a dudas, una de las regiones más violentas del mundo, con un promedio de 79 asesinatos dolosos por 100,000 habitantes.
En el 2013, de acuerdo con el Instituto para la Paz y la Economía (IEP, por su sigla en inglés), con sede en Australia, la violencia en los países centroamericanos consumió 8% del PIB, unos 19,500 millones de dólares. El porcentaje se eleva en Honduras, donde es 19%; en El Salvador, 14%, y en Guatemala, en 9 por ciento.
La Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, ubicada en San José, afirma que la violencia agrava la mala situación económica y social de la región, al reducirse la inversión nacional y extranjera, aumentar los costos de producción (gasto en protección), generar desempleo y reducir la calidad de vida de la población.
Otro fenómeno, sostiene la Fundación, es que los gobiernos destinan cada vez más recursos al gasto militar y de policía. En el caso de Guatemala y Honduras se ha incrementado en 18% al privilegiar la política punitiva sobre cualquier otra disminuyendo proporcionalmente los recursos destinados a la educación y la salud.
A pesar de estas inversiones, que son crecientes, el índice de los asesinatos se duplicó entre el 2000 y el 2012 y esto a pesar de que en ese mismo tiempo el número de los policías pasó de los 218 a los 297 por cada 100,000 habitantes. La solución de fuerza, dicen expertos regionales, no es la que se debe de privilegiar.
Los especialistas advierten también que gran parte de los asesinados son hombres, entre los 18 y 35 años, todos en edad productiva. Esto impacta de manera muy alta los niveles de productividad.
A los problemas anteriores se añade, no es un dato menor, la inexistencia de un aparato de justicia que funcione. El resultado es la total impunidad. Solo una parte muy menor de los criminales son juzgados y pagan por sus delitos.
La población de los países del Triángulo del Norte desconfía de sus policías. En una escala del uno al siete, los hondureños dan el 2.4 de calificación; los guatemaltecos el 2.8 y los salvadoreños el 3.1.
El fenómeno de la violencia es claramente menor en los otros países de la región. El costo que represente en términos del PIB es de 4.3% en Costa Rica; 4.6% en Nicaragua y 7.4 por ciento en Panamá, en los tres casos por debajo del promedio regional. La población de esos países sí confía en su policía.
Geográficamente, México está más cerca a los países del Triángulo del Norte que los que se encuentran en el siguiente espacio. Centroamérica en la política exterior mexicana debe ser prioridad en los hechos y no en el discurso. Está en la lógica de los intereses más sensibles del país.