“El tipo político que se demanda es el experto en gestionar la desilusión y el desinterés, entretenedores de la atonía social. La desradicalización constituye el imperativo ideológico de nuestras sociedades”.
Daniel Innerarity
El regreso del PRI a la presidencia de la república, se produjo porque conoce extremadamente bien a lasociedad mexicana; la cual, sin saberlo tiene todas las características definidas por Guy Debordensu libro “la sociedad del espectáculo”, en donde aquella vive en la “declinación de ser en tener, y de tener en simplemente parecer”, una sociedad de clases que se imitan unas a otras, la clase baja pretende imitar a la clase media y ésta a la clase alta, pero que todas tienen el común denominador de vivir en el “simplemente parecer”; ello gracias al predominio de las imágenes sobre las palabras y las ideas; esto también podría apuntar hacia lo que el conservadurismo llama una crisis de valores, aunque lo que está pasando es una mutación de valores.
La mayoría de la sociedad mexicana está derrotada, sumida en la mediocridad, en el “bono de esperanza”, en el que la “salpiquen” de las ganancias de la corrupción política (“la corrupción somos todos”, frase lopezportillista que hoy se pone nuevamente de moda, al reducirla a un asunto cultural), en el mejor callada que desaparecida o secuestrada, la claudicación, el pesimismo, y porque no decirlo hasta el cinismo; todo esto en parte porque fracasaron los que gobernaron durante doce años (2000-2012); fue así como se pensó que el “cambio político” transformaría al país, pero no fue así, simple y sencillamente fue una réplica del priismo pero mucho más torpes para corromperse.Lo cual, produjo el realineamiento con el PRI, ante la incapacidad para gobernar en la primera alternancia.
Una sociedad mexicana que se acostumbra a ser gobernada a través de las dádivas y complicidades en cualquier nivel, porque a la clase alta le otorgas contratos, además complicidad con la clase política para incrementar sus negocios (hasta aeropuertos puedes dar porque pierden con la reforma de telecomunicaciones), a la clase media le das una reforma política, una reforma educativa y con eso la tienes entretenida; y a la clase baja, le das los programas de “65 y más”, “Prospera”, y así con esos programas electoreros existen otros más para cautivar el voto; es decir, si antes toda la sociedad mexicana cabía en el viejo corporativismo, hoy todos caben en la corrupción directa o simulada de una u otra manera.
Si a lo anterior, le agregamos que los “mediadores sociales”o “correas de transmisión” como bien pueden ser los partidos políticos, éstos institutos vetustos de 85 años (PRI), 75 años (PAN) y 25 años (PRD); quienes cotidianamente se esfuerzan por desconcertar a la sociedad, por su enorme parecido,por su incapacidad, por lo inservible de sus conceptos;en fin, los políticos son sus propios enemigos, y quienes paradójicamente gobiernan sin gobierno.
Ya este gobierno que lleva 21 meses, su accionar gubernamental lo lleva a hacerlo a través de spots televisivos, donde la imagen sustituye a las acciones; es ese “bono de esperanza” que llevan implícitas las reformas recientemente aprobadas gracias a la iniciativa del Pacto por México; todo es hacia el futuro, nada en el presente. Lo anterior, es apoyado por lo que definió Murray Edelman en su libro “la construcción del espectáculo político”, para lo cual “las noticias ayudan a politizar al público y de tal modo lo mantienen aprensivo y esperanzado. Evocan un escenario dramático que incide en las vidas privadas: una escena compuesta por líderes eficaces e ineficientes que manejan el esfuerzo tendiente a abordar con éxito problemas perturbadores y a defender a la comunidad contra los enemigos externos e internos”.
Dado lo anterior, la conjugación entre la sociedad del espectáculo y la construcción del espectáculo político montado por el PRI, quienes llevaron a cabo un Pacto por México, que sirvió para aprobar una serie de reformas que conllevan implícitamente el control político del PRD y PAN, a ambos les reparten de las ganancias del botín, a través de dirigencias políticas (los “chuchos” y los compinches de Madero) que les permiten seguir disfrutando de las prerrogativas, los “moches” y demás formas de corrupción en la política, como bien podría ser el presupuesto, el cual de manera anticonstitucional se le asigna una “partida” a cada uno de los diputados federales para destinarlo a obra pública; todos estos “incentivos” estarán consolidando un bloque hegemónico partidista (PRIANRD) que los hace “sistémicos”, haciendo tabula rasa de su pasado opositor.
Finalmente, el control político partidista sirve y funciona para que los integrantes del gobierno se dediquen a los negocios público-privados en un capitalismo de cuates, en donde la herencia del Grupo Atlacomulco pesa; basta recordar la frase lapidaria del profesor Hank González: “un político pobre es un pobre político”. A todo esto, lo único que queda es la construcción de un proyecto contrahegemónico con elites alternativas, en donde se debe provocar la ruptura del pacto político partidista con las candidaturas ciudadanas, las cuales no están vinculadas a ningún grupo de poder político. Esa es la primera tarea en los próximos meses para desmontar la reconstrucción de la “Dictadura Perfecta”.