Vamos a llamarlo así, Ciudadano Responsable, a falta de un mejor nombre, y pongamos lo de “responsable” también en el sentido de que debe “responder” por sus propias omisiones y faltas.
Lo podemos definir como una persona común y corriente, un civil como lo somos todos, pero con ciertas características que van a ir saliendo en la medida en que se adelanten los párrafos.
Él, dueño de un vehículo medio vejestorio que desarrolla más humo que velocidad -el mismo que trae con unas placas antiguas que revelan los años que no ha pagado la Tenencia-, se queja amargamente de la falta de respeto que hay al reglamento de tránsito y perjura que todos los agentes de vialidad son unos corruptos. Corruptos pero convenientes, porque a él todavía no le han detenido de manera definitiva el auto, aunque no tiene ninguna verificación y debe tantos impuestos, y aunque sigue contaminando el aire de su ciudad y sus carreteras.
Es el mismo que es un irresponsable con sus hijos, porque tiene varios meses que no da un centavo de la manutención que pactó entregar religiosamente cuando se separó de su mujer, pero se queja de la mala educación que reciben las nuevas generaciones en las escuelas públicas. (No lo digan a nadie, no lo cuenten, pero su mujercita, antes tan sumisa, se le volteó un día y ya no le aguantó sus infidelidades con la secretaria, con la vecina, con las muchachonas del téibol; por eso se tuvo que ir de la casa en lo que para él es una verdadera injusticia, una ilegalidad en la que cayó el juez que falló en favor de su esposa).
Se queja también nuestro Ciudadano Responsable de la falta de seguridad y de los malos policías. Claro, tal vez por eso es que se ha negado a participar en el programa Vecino Vigilante y por lo mismo asegura que no sirve de nada denunciar a los delincuentes que él conoce muy bien y que operan en su barrio. Y que siguen ahí y hacen daño, precisamente porque nadie se atreve a acusarlos.
También está sistemáticamente en contra de la organización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y quisiera que no tuvieran éxito para que el gobierno padezca. Está enojado, muy enojado, y por eso preferiría que quede mal Veracruz, que queden mal los veracruzanos, aunque se pierda la oportunidad de promover nuestras bellezas naturales y nuestros valores como pueblo en el mundo.
Quiere que caiga el gobierno. El que sea, pero que caiga.
Y quiere eso porque dice que son corruptos, que todos los funcionarios son corruptos, del nivel que sean… bueno, menos los que le dan una mochada, los que le salpican, los que le perdonan a él sus corrupciones menores y constantes de ciudadano siempre en el borde de la ley.
Por eso está en contra de todo y de todos. Por eso culpa a los otros de su propia responsabilidad. Por eso no hace nada… más que quejarse.
Por eso es y seguirá siendo el Ciudadano Responsable.
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