La conferencia magistral que dictó la escritora Guadalupe Loaeza el miércoles pasado en la sede del Poder Legislativo, La Mujer (de) tras del Poder motiva a la reflexión sobre el papel de las mujeres en nuestra sociedad. Volver a pensar en lo que somos y hemos hecho en las últimas décadas; dándonos de topes, gritando y luchando para abrir brecha. Para que nos reconozcan plenamente nuestros derechos. Para mostrar que existimos, pero también vivimos.

Debo lamentar el papel de muchas mujeres que están en ámbitos de decisión de las políticas públicas y que son los principales obstáculos para sus congéneres. Dijo la escritora que, la participación paritaria en el próximo proceso electoral cambiará la visión que tienen los hombres de las mujeres.

Pero va a cambiar cuando las mujeres tomemos conciencia del proceso, de la historia y del cómo hemos llegado a ocupar esos espacios. Porque mientras la mujer siga siendo una extensión de lo que dice y piensa el varón, poco podremos esperar de un cambio real en nuestro país.

Tenemos que anteponer a nuestros intereses particulares, nuestra moral privada y nuestras filias el bienestar colectivo de todas las mujeres. La libertad de pensamiento y acción de una debe ser la de todas. No se trata de competir en ver quién es la más brillante, la mejor, la que sabe o la que no. Se trata de ‘mirar’ lejos para poder saber cómo y por dónde vamos a caminar.

Dijo Guadalupe Loaeza que, las mujeres en épocas pasadas debían –por costumbre- conjugar el verbo “aguantar”: yo aguanto, tú aguantas, nosotras aguantamos… Pero en la época actual se debe conjugar el verbo “yo protesto, tú protestas, nosotras protestamos, porque ello representa el inicio del empoderamiento de las mujeres”.

Empoderarse no es llegar a ejercer el poder, sino de tomar conciencia de cómo llegamos a obtener ese poder en nuestros espacios privado y público. Porque si no somos consientes y sólo reproducimos prácticas patriarcales lo único que hacemos es cambiar el rostro, pero la esencia sigue siendo la misma: opresión a más de la mitad de la población en México.

Por fortuna nos hemos dado cuenta de este empoderamiento. Empezamos en los ámbitos laborales y profesionales. Tenemos la fortuna de trabajar en el aula, con mujeres jóvenes que serán nuestro relevo generacional y que les tocará vivir nuevas y diferentes realidades. Quizá muchos de nuestros temas torales de hoy, sólo sean ‘cosa de abuelitas’ mañana. Ojalá y así sea.

Hoy las mujeres hemos construido historias exitosas. El siglo pasado fue de picar piedra. Las Adelitas que han sido ninguneadas por la historia oficial, fueron en buena medida baluarte del triunfo del movimiento de 1910. Porque aparte de preparar comidas, atender heridos y cuidar a los hijos, también empuñaban el fúsil y muchas veces estaban en el frente de batalla.

Hoy son otras nuestras batallas. Estas son las que tenemos que pelear.

Por hoy es todo, les deseo tengan un excelente fin de semana. Nos leemos en la próxima entrega.