El 11 de octubre de 2011 el Congreso de la Unión decretó el 2 de octubre como día de Luto Nacional. Se reconocía en forma oficial lo que no quisieron reconocer por 43 años: la masacre de jóvenes estudiantes. El jueves pasado conmemoramos, cada quién a su modo, a los caídos y los vivos que impulsaron la transformación política del país.

El Congreso del Estado rindió tributo a los muchachos. Los jóvenes de ayer somos los adultos de hoy. Para nosotras es importante recordar lo que hemos vivido, no para lamerse las heridas sino para mostrar a las nuevas generaciones que nada en la vida es imposible. Que lo que queremos se puede lograr y que todo objetivo requiere esfuerzo, trabajo, dedicación y sacrificio. Hace muchos años que algunas amigas de ayer ha dejado este mundo. Pero de ellas y de las nuevas siempre encuentro fortaleza para seguir mi camino.

En el acto cívico del jueves, el orador oficial fue el jefe del departamento de programación y presupuesto del Congreso, Adrián Quintero Olalla. Ahí, ante legisladores y trabajadores del Poder Legislativo dijo:

“A 46 años de estos acontecimientos, ya se percibía una necesidad enorme de cambiar, que no se detendría hasta alcanzar una realidad diferente para todos. No podríamos entender los espacios, el diálogo y la tolerancia que vivimos los mexicanos sin el movimiento estudiantil de ese año”.

Es bueno recordar porque a veces se nos olvida el pasado. Hoy gozamos de libertades que antes no se tenía. La historia no empieza con nuestro nacimiento, por eso no debemos comparar nuestras biografías, efímeras y pasajeras, con el proceso histórico del país.

No debemos olvidar que las dinámicas sociales no son exactas, cada sociedad ‘se mueve’ a su tiempo y ritmo. Quizá por eso creemos que ‘seguimos igual’. Que nada pasa y que todo nos pasa. No es cierto. Hoy gozamos de libertades, que si bien son nuestro derechos, antes no las teníamos.

Libertades que impactan positivamente en nuestra vida privada y cotidiana. En nuestra vida familiar y social. El 68 no sólo es una referencia, es la REFERENCIA. Pero no caigamos en palabras comunes como esa de ‘parteaguas’. Porque nada será un antes y un después si los que quedamos no hacemos la diferencia.

Qué bueno que un Poder del Estado rinda tributo a los caídos. Y más bueno que ese Poder se integre con diversas visiones sobre nuestras realidades. Ya no es monolítico como antes, ¿nos falta? Sí, pero esa es tarea nuestra, de Usted, mía, de todas y todos para lograr lo que queremos.

Me congratulo por este tipo de eventos. Porque si algo hemos aprendido en estos casi 50 años de historia, es a dialogar, a respetar y a aceptar las diferencias y diversidades de vida. Si esto no es suficiente para algunos, entonces que fijen sus miradas en países donde el respeto a las mujeres no existe. Donde las diferencias políticas se resuelven con las armas, el fratricidio, las guerras.

Nosotras ya tuvimos nuestro 68. Nosotras queremos caminar hacia adelante. Por obtener nuevos logros, por ensanchar nuestras libertades, por perfeccionar nuestra democracia. Por eso y por más seguimos aquí, con vida.

Por hoy es todo, gracias por su tiempo y paciencia. Les deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega.