El pasado domingo en Brasil votó 80.61% del padrón electoral, que asciende a 115 millones de electores, y ninguno de los candidatos que disputaba la presidencia de la República obtuvo la mayoría, por lo que habrá de realizarse una segunda vuelta el próximo 26 de octubre.

La ganadora en la primera vuelta resultó la actual presidenta, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) con 41.59% de los votos, seguido de Aécio Neves, del Partido Social Democracia Brasileña (PSDB), con 33.55%, y en tercer lugar Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB), con 21.3%.

Silva, que pareció podría ganar la presidencia, queda fuera de la contienda; se vino abajo, perdió 18 puntos en un mes, entre otras razones por el efecto devastador que tuvo en el electorado la agresiva campaña en su contra -algunos analistas la califican de “salvaje”- por parte de la candidata del PT.

La caída de Silva benefició a Neves, que en la recta final de la campaña creció en la intención de voto mientras que Rousseff se mantuvo en los mismos números toda la campaña. Todo indica que el avance del candidato del PSDB se basa en la crisis económica brasileña que está en recesión técnica y se espera que en el 2014 el crecimiento del PIB sólo sea de 0.29 por ciento.

El hecho es que si se suma el voto que obtuvo el PSB y el PSDB alcanza 54.8% frente a 41.5% del PT, lo que ahora está en juego es si Neves, visto por muchos como un político elitista y conservador, tendrá la capacidad de atraer a los electores que votaron por Silva. Si lo logra -no es fácil- se podrá alzar con la victoria.

Rousseff gana con el peor resultado para una primera vuelta que haya obtenido un candidato del PT en los últimos 12 años. Ahora la contienda entre la presidenta y Neves, que dura 19 días, va a girar en torno a tres grandes temas: economía, corrupción y política exterior.

El candidato del PSDB en esos tres temas ofrece algo distinto a lo que ha propuesto el PT en los últimos 12 años que tiene en el gobierno. Neves se presenta como la posibilidad de la alternancia que se caracteriza como la “decencia con eficacia”, para distinguirse de un gobierno petista que en los últimos años ha sido incapaz de hacer crecer la economía, se le ha asociado a la corrupción y a una política exterior que sólo ve al Sur.

En los últimos 10 años el patrón del voto en Brasil ha sido que las ciudades y los estados más prósperos voten por el PSDB, y las regiones más pobres y atrasadas y los estados menos desarrollados, que han sido las más beneficiadas con los programas sociales que impulsa el gobierno, lo hagan por el PT. Si Neves quiere ganar tiene que convencer a una parte del electorado que en los últimos años se ha decidido por el PT. No es imposible, pero tampoco es fácil.