En todos os grandes movimientos sociales «espontáneos», advirtió el maestro Enrique González Casanova, «hay un poder que impone su destino y es el de aquel o aquellos que en su interior estén mejor organizados y, generalmente, no son ni los estudiantes ni el pueblo» O sea, el destacado maestro dio a entender que no existen ni nunca han existido movimientos «socialmente puros» y que cuando estallan son como la creciente de los ríos, llevan de todo lo que a su paso encontraron, que siempre hay fuerzas mejor organizadas y «cardenales» ocultos que pueden ser de cualquier grupo de interés, color partidista o signo ideológico. Algunos de estos aparecen al inicio del movimiento, otros en cualquier de sus etapa, otros al final. Por ejemplo, en 1968 cuando el gobierno de GDO y sus voceros decían que había «agentes externos» agitando a los estudiantes, que eran del “comunismo internacional” o de otros gobiernos, etc., de todo se dijo menos de estos dos factores:
A.-Que los agentes instigadores y provocadores externos eran lo que provenían de la misma cúpula de la clase política que ya estaban disputándose la sucesión presidencial y,
B.- El desempleo y el empobrecimiento de la clase media, la pérdida de esperanza ocupacional de los futuros profesionistas era una realidad como lo es ahora. O sea, si no había empleos con ingresos dignos para egresados de facultades y con experiencia, menos para recién egresados o próximos a terminar. ¡20 años de estudio para salir a ganar un par de salarios mínimos o 3 y 4 salarios para los que tienen postgrado! Nunca reconoció el gobierno que ese estado de desesperanza era antesala y causa de los desesperados, y estos el cultivo de la frustración y la explosión protestataria. El gobierno de Díaz Ordaz fue el único que no entendió que el apoyo masivo del pueblo en las manifestaciones era porque cada estudiante era acompañado de sus familiares.
Hasta el momento actual, la fuerza del movimiento politécnico, no cabe duda, la integran los jóvenes inconformes. Quien sabe después. Hay causas evidentes y otras no tanto. Pero eso no es todo, alguien que sabe que se padece de una profunda y explosiva desilusión ocupacional está moviendo esa energía. ¿Quién está metiendo la mano en este movimiento? Quien quiera que sea, lo hace porque hay condiciones fértiles para movilizar a los estudiantes. Analicemos un poco el pliego petitorio y quizá sea esta la vía por donde identifiquemos lo que no se ve y el posible desenlace, de radicalizarse los jóvenes y extenderse a nivel nacional la adhesión que se deriva de la indignación popular los crímenes cometidos con los jóvenes normalistas.
De todas las demandas que contiene el pliego petitorio sólo una es irresoluble (incluso por EPN y todo su gabinete) y sin embargo es clave para saber quién está prendiendo la mecha a la bomba y de qué tamaño es ésta.
Al margen del golpe mediático de Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación, y del rechazo a sus respuestas por las asambleas del poli, hay que tomar en cuenta que algunas demandas, el gobierno las puede resolver y otras definitivamente no y son las que sirven para prolongar la vida al movimiento. (Más las que se acumulen en el camino)
Se trata de la única de las peticiones de los jóvenes que no sólo corresponde a la comunidad politécnica resolver sino a todos los mexicanos y es la que se relaciona con el modelo de desarrollo económico y la orientación y nivel formativo de la educación superior del que forma parte el IPN. Se relaciona también con el empleo e incorporación al aparato productivo de los egresados y, relativamente, el reclamo derivado de esta temática que es la participación de los estudiantes y maestros en la modificación de los planes de estudio.
No es casual que la Universidad Veracruzana lleve a cabo ahora un foro titulado «los desafíos de la educación superior» que contará con la participación de Fernando Serrano Migallón, Subsecretario de Educación Superior de la Secretaría de Educación. Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar dice el dicho popular. La olla no puede ser liberada de presión sin respuestas precisas. Habrá que ver si al representante del Secretario de Educación, Don Emilio Chuayffet y su dialogo con universitarios y con la Rectora Sara Ladrón de Guevara le permite con objetividad medirle el agua a los camotes.
Que el sindicalismo o la sociedad civil desorganizada no manifiesten su inconformidad por bajos ingresos y la falta de empleo, no significa que los conglomerados universitarios y politécnicos, sensibilizados y más libres del control estatal no lo puedan hacer sobre todo cuando toman conciencia de la decepcionante realidad que les espera al egresar.
Yo pregunto ¿pueden los estudiantes del poli y todos los universitarios del país decidir su mejor destino productivo al egresar de sus centros de estudio? Pues claro que no, entre otras razones porque la educación en general y la media y superior en particular, durante casi un siglo se desarrolló, ante todo, como respuesta política del Estado a una demanda social. Respuesta totalmente desvinculada del aparato productivo y sus necesidades y posibilidades de capital humano. Cada que la comunidad estudiantil demanda más presupuesto para la educación, la respuesta del régimen no considera el criterio productivo sino la simple estabilidad y control, o la precaria gobernabilidad en base a las esperanzas de movilidad socioeconómica.
Si no existe la planeación económica del país, ¿podrá existir la planeación de la educación superior- pública y privada- articulada al aparato productivo? Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo a cargo del INEGI revela que de 7.2 millones de profesionistas ocupados, 4.3 millones no se desempeña en lo que estudió. ¿Qué nos dice esto?
Por otra parte, demandar planes de estudio con orientación social y anti empresarial es una aberración porque el único mercado laboral es el generado por empresas, sean mexicanas o trasnacionales, 85% pequeñas y medianas y 15% las muy grandes con sus métodos de selección previa. Que yo sepa no hay otras. O, si las hay, son muy precarias como las cooperativas, algunas de las de productores agropecuarios,etc., lo que en un tiempo se llamo «sector social» de la producción.
Cierto que el IPN, de acuerdo a su carta fundacional sus planes de estudio deberían tener una orientación nacionalista y socialmente útil. ¿No Se supone que con ese mismo signo se crearon todas las instituciones del Estado Mexicano? Lo que la comunidad del IPN está descubriendo es la triste realidad que les espera al salir y la contradicción de su carta fundacional con la globalización económica, con todo lo que esto implica en términos de los nuevos estándares de especialización y productividad de la mano de obra que la misma globalización demanda. No nos extrañe que parte de las empresas de nueva creación vengan con capital humano importado. Tengo la impresión que así como México llegó tarde al capitalismo ahora nuevamente llega tarde y más vulnerable a la globalización económica. Pero entonces el problema central está en el destino económico de México en el contexto de la nueva división internacional de la economía globalizada y la inexistente previsión formativa de su capital humano. Por eso afirmo que en el movimiento del politécnico hay gato encerrado y que el pleito real es otro lo sepan o no los mismos estudiantes.
Da la impresión que parte de la izquierda mexicana trasladó al IPN la disputa del poder, la batalla que no ganó en el Congreso ante la alianza que aprobó las reformas peñistas.
No de ahora sino siempre ha existido la revisión de los planes académicos «actuales y futuros » por parte de las diferentes academias docentes y alumnos, en los niveles medio superior y superior del IPN, la pregunta que tiene sentido es por qué y para qué ahora la provocadora reforma del reglamento lo contempla sin la participación de los jóvenes.
El ámbito de la agenda de «un movimiento que reivindica y defiende la función original del Politécnico como generador de profesionales para liderar la tecnificación del país, no como fábrica de técnicos de nivel medio, que los condenaría a posiciones subordinadas y depauperizantes en el mercado laboral profesional» es el de la política educativa de este país y su vinculación con la política de desarrollo económico, una demanda de los jóvenes del IPN justamente adecuada para vincular el movimiento con la disputa de la nación por las fuerzas políticas organizadas en torno al poder y los próximos procesos electorales. En resumen, aislados de la sociedad, los estudiantes de educación superior y en particular del IPN están muy lejos de poder incidir en la política y modelo económico que se teje al amparo de las nuevas reformas, pero en cambio serán muy útiles a las luchas inmediatas por el poder político. Luego entonces, bajo estas condiciones el tinte anarquista que desde el poder le infiltren al movimiento o le añadan mediáticamente, puede actuar como eficaz aislante de la simpatía y adhesión popular. ¿Cuál es el futuro del movimiento del IPN después del acuerdo de la mayoría de las 44 asambleas de rechazar las respuestas del Secretario de Gobierno? ¿se moverán con inteligencia que consolida logros sin renunciar a las demandas que requieren de más tiempo y consenso externo al IPN? ¿se inclinará hacia el radicalismo que desprestigia al movimiento? Busque usted la o las respuestas. De lo que ya podemos estar seguros es que el destino del movimiento de alguna manera estará vinculado inevitablemente a los próximos procesos electorales, con cardenales visibles o no pero de todos colores. Desgraciadamente también que los aspectos más importantes que vinculan al IPN con el marcado laboral y la competitividad de sus egresados, pasará a segundo término.