No pretendo hacer de la cama una escuela, pero los años que he permanecido acostado han sido bastante formativos, pues he entendido que, como país, vamos en buen camino para salir de la pobreza y acceder: ¡A la extrema pobreza! A este paso no sólo Nicaragua nos dará lecciones económicas sino que estaremos envidiando las pobres licencias individuales que tiene el pueblo boliviano.
No conozco Panamá, pero sé que es un país que va pujando fuerte y tal vez se deba a que está más ocupado por salir adelante que en seguir quejándose por no haber ido al Mundial. He visto fotos de ese diminuto país que territorialmente no es más que una motita en el mapamundi y es increíble ver esas ciudades que podrían pasar por cualquier metrópoli estadounidense. Pues esos panameños ahí donde los ven, y de los cuales nos burlamos cada vez que les ganamos en futbol, están creciendo este año al 6.7%. Para que se dé una idea de lo que eso significa, hay estudios que dicen que si un país crece al 15% anual, se traduce que el ciudadano común estaría duplicando su nivel de vida en tan solo un año. Y crecer casi al 7% repercute en que el ciudadano común estaría duplicando su nivel de vida en muy pocos años.
Pero ya ve, aquí gozamos desmelenándonos por las preocupaciones que nos dejaron las reformas estructurales, mientras en Panamá siguen gozando de la vida más sabrosa. Eso, dicen que hasta un niño de cinco años lo podría entender, lástima que los que dirigen la economía mexicana no tienen cinco años y por eso no lo entienden. Puedo entender que Panamá nos gane en crecimiento, finalmente cuando anduvieron por allá los franceses y los estadounidenses, debieron haber tenido tiempo para darse sus escapadas y aprovechar el sano refocileo con las chimbombitas nativas, lo que generó que gracias a ese intercambio de buenos fluidos, las nuevas generaciones panameñas tengan la resistencia del caribeño y el ingenio del francoestadounidense.
Lo que no puedo entender tan fácilmente es la situación de Bolivia y su Evo Morales, país que está creciendo este año al 5.5%, lo que es mucho más del doble de lo que nosotros estamos creciendo. ¡Ah! Pero que no nos comparen con países pobretones como Nicaragua o República Dominicana porque hasta picazón nos da y se nos quedan cientos de liendres en el pelo. Pero, ¿está usted bien sentado? Hasta esos países tienen un crecimiento casi del doble que el que nosotros tenemos. ¡Hay que fregarse! Diría mi tío el Totolón.
Esos niveles de crecimiento nos prometió el loco mayor, Vicente Fox, quien sólo nos heredó la mamarrachada de tener que decir “niños y niñas, chiquillos y chiquillas”, porque jamás, ni por asomo, logró llevarnos a esos estadios financieros. En un debate encendido Pancho “Lavestida” le decía a Fox, con el conocimiento de que ese hombre nos iba a llevar por la orilla del lago de la desolación: No se puede Vicente, de dónde, no hay forma. Y aquél obstinado hombre, terco y necio, le contestaba aguantándose la risa “sí se puede, de la corrupción lo sacaremos”. Tal contestación le generó inmediatamente cientos de miles de votos y lo demás es historia. Seguimos esperando poder crecer y ni Calderón ni el Copete Galáctico han podido hacer algo por este país que se está convirtiendo en un país rascuachero.
Creo que no le ganamos en crecimiento ni siquiera a Haití, país que después de su estruendoso sismo comenzó a levantarse con dificultad pero con determinación. Vamos en camino de la pobreza extrema… vamos en camino.
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