El garabato, artículo utilizado en mayor medida en los casas de campo y rancherías, tiene la finalidad de alzar la comida en la cocina, pues, como es sabido, sobre todo en los ranchos las aves de corral, los perros y toda suerte de animales, andan sin ningún complejo por todas las habitaciones de la casa. Un artilugio muy eficiente, pero que resulta inútil, por sí solo, para contener los embates del gato, el cual por su bien conocida capacidad, puede sin ningún problema acceder a la comida de un solo salto. De allí es que viene la expresión “con un ojo al gato y otro al garabato”.
Y aunque pueda pensar que hoy voy a hablar de los políticos que están siempre a las vivas por si se presta la oportunidad, no, lo que pasa es que así estoy ahorita pues mientras escribo se desarrolla el séptimo juego de la Serie Mundial. Yo soy, me defino y me identifico Yankee de Nueva York, pero ya que no llegaron le ofrecí mis menuditas porras a Los Gigantes de San Francisco porque hace muchos, muchísimos años, fueron también Gigantes de Nueva York. Para cuando usted esté leyendo esto ya habrá terminado todo y estaremos oteando las secciones deportivas para descubrir en qué otra cosa nos entretendremos.
Mientras tanto le cuento que pese a que he andado un poco malo de mis pantorrillas, gracias a unas acuciosas terapias de hielo ya puedo ir, medianamente, meneándome de aquí para allá y de allá para aquí. Pude asistir, ya rengueando menos, a un desayuno de trabajo del Voluntariado de la SEV, que encabeza Beatriz Palacios de Mota, pues en alguna ocasión me les uní para llevar algunos beneficios a Mixtla de Altamirano. Ese lugar desconocido por muchos, es uno de los quince municipios más pobres del Estado (¡magínese!)… y está enclavado en la Sierra de Zongolica.
Allá arriba faltaba todo, desde la más básica higiene hasta hogares con un techo decente, la gente se moría de nada y hasta de intoxicación por no contar con estufas adecuadas. Poco a poco, durante cuatro años, el Voluntariado de la SEV con un ejército de voluntarios fue levantando censos de necesidades e identificando las necesidades más apremiantes. Se ubicó que era urgente el que la gente sacara de sus cocinas las estufas de leña mal construidas que provocaban no sólo que se ahumara la casa, sino el riesgo inminente de muerte. También se determinó que faltaban láminas, alimentación y jornadas médicas, entre otras cosas.
Hoy, el Secretario de Educación, Adolfo Mota Hernández, agradeció el apoyo de Betty (como le decimos quienes la conocemos) y comentó que hace unos días estaban cumpliendo veintidós años de novios. Yo tengo casi veinte años de conocerlos y estoy seguro que como dijo el Secretario, llegarán a su meta de ser una pareja “para toda la vida”. En el desayuno se sintió la unidad de los voluntarios, quienes aportaron su granito de arena en acciones que algunas veces pudieron percibir como desarticuladas, pero que hoy, al ver el resultado de todo un esfuerzo conjunto, llenó de orgullo por lo que se logró por la gente de Mixtla.
El desarrollo de los pueblos y el bienestar de las personas es un logro individual, no es el gobierno quien debe tutelar por siempre esa aspiración, pero es innegable que cuando hay pasión por el servicio y se ejerce un plan de acción con un paso que dure y no un trote que canse, se pueden sentar las bases para un futuro mejor. A Betty y a Adolfo los conozco lo suficiente como para coincidir con él cuando aseguró en su discurso que lo que ellos tienen es una “verdadera pasión por el servicio social”, y esa pasión se la están delegando con todo el cariño y amor de padres a sus dos pequeñas niñas.
Me da un enorme gusto el comprobar que, después de tantos años, sigan fuertes como pareja y remando juntos, que Betty haya tomado tan en serio su labor al frente del Voluntariado y que no sólo haya posado para las fotos pues me consta que se arremangó las mangas, y que después de más de veinte años sigan tan felices como desde su primer día de novios. Vaya una sincera felicitación a la señora Mota, al Secretario, pero sobre todo, a esos gigantes voluntarios que llevaron lo mejor de sí hasta Mixtla.
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