El tema hoy es el desnudo con fines artísticos, como el que hicieron voluntariamente las casi 150 mujeres valientes, que posaron para el famoso fotógrafo estadounidense Spencer Tunick, el pasado 30 de Octubre en las calles de San Miguel de Allende, con motivo de las celebración del Día de Muertos.
Mujeres de diferentes edades, que no les importó levantarse temprano, soportar la mañana helada, ni los prejuicios, ni el qué dirán, con tal de ser protagonistas frente al lente de Tunick, artista plástico de fama internacional que ya se le hizo costumbre fotografiar mujeres y hombres desnudos –individualmente o en forma masiva–, y que les capta de manera especial con sus cámara, tomando como escenario diferentes regiones del mundo.
Tunick ha buscado poner en imagen, mujeres y varones–, exhibiendo sus cuerpos desnudos, haciendo sobresalir la naturalidad de los rasgos de una raza en especial; observar al natural la combinaciones de cuerpos femeninos o masculinos no importando la edad, sólo la expresión corporal del paso de los años que demuestra lo frágiles, grotescos y humanos que somos, etc. Para sus seguidores, es arte diferente, simbolismo, prueba y…lo respeto. Incluso, para quienes participan en esas experiencias lo consideran un verdadero honor.
Conozco un pintor amigo de mi esposo y mío, que en 2007, fue de los que posó junto con 20 mil personas o más en la Plaza de la Constitución en el DF, hecho que por cierto rompió record en el momento, porque el mayor número que había logrado Tunick eran, 7 mil desnudos en Barcelona, y nos decía: “es grandioso, te da pena al principio, pero al ver que todos se desprenden de sus prendas que llegan igual que tú, “chiveados”, cohibidos, etc., después de 20 minutos, tomas tu lugar y volteas alrededor y te das cuenta, que hay 19 mil personas junto a tí: gordos, flacos, jóvenes, viejos, altos, chaparros, etc., que están en el mismo espacio, mostrándose como son –o como somos–, como nacimos y cómo vas a quedar al final, eso es lo que hace que te quedes con una sensación inigualable, genial, porque te da seguridad y logras dar el salto a tus miedos y a tus tabúes”.
Y creo que al final esa es la motivación y el premio de ese tipo de experiencias, en ese contexto: Vencer la vergüenza, el miedo y salir de ésta más seguro y confiado en la existencia, en la propia figura, en una imagen natural que siempre se mantiene en lo privado y que al hacerla pública por unas horas, se logra la aceptación al observarse en igualdad con los semejantes, que han nacido y vivido con un cuerpo similar al propio , y a esa experiencia se le puede sacar el mayor provecho en favor de la seguridad personal.
Pero, aunque me tachen de ignorante y de localista, para mi gusto la obra vale también por el resultado, y me apena reconocer que en sí misma la de Tunick, es maravillosa pero no me cautiva. No le piden nada las fotografías de Pucheta, de Carlitos Cano y otros valiosísimos artistas veracruzanos y mexicanos que tienen décadas en este arte, que han fotografiado paisajes, personas, desnudos, detalles rurales, urbanos, etc., que no tienen la misma fama internacional, pero que proyectan en su obra más emoción. Yo les invito a que admiren, por casualidad, una creación de ellos.
Pero volviendo a Tunick, en la celebración del Día de Muertos: «Fue una celebración a la vida, la muerte y la paz, (…) hacer honor al cuerpo y el paso que la gente tiene por este mundo».
Y es cierto, al final, todos estamos de paso: ricos, pobres, jóvenes, adultos, felices o infelices, etc., regresamos como llegamos, desnudos en físico y alma, y llevamos el mismo destino.
Por eso en estas fechas siempre recuerdo una frase que está escrita en el panteón municipal de Poza Rica-Coatzintla, en su barda exterior:
“Postrado aquí la eternidad empieza, polvo es aquí la mundanal grandeza”.
Así es, nos vamos de este mundo sin dar cuentas, más que al Creador y no nos llevamos nada de lo que se pudo acumular en esta vida.
Por eso mientras tengamos vida, disfrutémosla con salud y en compañía de quienes amamos. Y vivamos hoy las tradiciones, dedicándoles estos días a los que se nos adelantaron, orando y recordándoles con amor y respeto y si es necesario pidamos perdón en sus tumbas. Nunca es tarde, eso limpia y da la paz que se necesita para seguir viviendo en equilibrio.
Gracias y hasta la próxima.