Tal vez no me lo crea pero desde que vi a Osorio Chong subirse al entarimado para dialogar con los politécnicos, me imaginé que eso no iba a terminar bien. Lo más fácil hubiera sido que Osorio Chong, de pie frente a miles de estudiantes, hubiera recibido una pedrada como Moctezuma y que el chamaquerío se le hubiera ido encima a patadas (escenario que muchos de izquierda deseaban y saborearon voluptuosamente). No sucedió, pero en cuanto les dijo que estaba ahí para resolverles la tarea en tres patadas y vi la cara de incredulidad de quien llevaba la voz cantante de los burros politécnicos, me dije… ay Miguelito, ya te cargó la huesuda por andarte haciendo el chistosito.
Recordemos que ese ardiente encuentro entre politécnicos y los de la SEGOB se dio un viernes, cuando aún no estaba del todo claro el caso de los normalistas de Ayotzinapa que había sucedido el miércoles previo durante la noche. El Gobierno Federal, para ese momento, ya avizoraba que había un conflicto estudiantil en puerta pero creo que no tenía ni idea de la magnitud del problema. Para ese viernes aún se barajaban muchas opciones y entre los asesores de Chong seguro hubo quienes defendían todavía la hipótesis de que los normalistas andaban de parranda en Acapulco o que sencillamente estaban escondidos esperando a que amainara la tormenta.
Esa posibilidad, de una factible solución de Ayotzinapa en un cortísimo plazo, podría haber justificado, tras un cálculo político, que el Secretario de Gobierno haya salido a dialogar de tú a tú con miles de estudiantes exhibiendo su gallardo estómago, arremangada la camisa que por un pelito dejaba ver sus tatuajes estudiantiles de hena, y que esperara, en sus sueños muy guajiros, que lo del Politécnico también se resolviera en un dos por tres.
Lo que vemos ahora es que el Gobierno Federal, por más que se ha bajado los calzones, no logra satisfacer a los muchachos. Ya les dijeron que sí a todo. Que querían quitar a la Rectora… pos se las quitamos. Que querían que no entrara en vigor el nuevo reglamento… pues que no entre y nos quedamos con las Leyes de Reforma. Que querían que la Policía Bancaria dejara de cuidarlos… pues se las quitamos y les ponemos si quieren hasta perros policías. Que querían mayor inversión en educación… pues les invertimos más, se lo juramos por el Osito Bimbo. Que querían que Chuayffet les pidiera que por favorcito se sentaran a dialogar… pues hasta las cámaras del Canal Once en la Biblioteca Vasconcelos se las ponemos a su disposición.
Pero nada quieren, los politécnicos están montados ya en su postura de si no es conmigo no es con naiden, que si no es como yo quiero no es de ninguna forma, y mientras siga existiendo un problema tan grave como el de los normalistas, los del Politécnico agotarán al Gobierno Federal a más no poder.
Qué caro le está saliendo a Osorio Chong la graciosada de hacerse el juvenil. El problema del Politécnico ha ido más lejos de lo que inicialmente debió haber ido, pero fueron las propias autoridades quienes los pusieron a ocho columnas, los que les dieron los reflectores, los que les dieron un lugar en medio de un conflicto político, que en otras circunstancias jamás se lo hubieran dado. De no haberse presentado, dos días antes, la tragedia de los normalistas, dudo mucho que Osorio Chong hubiera salido siquiera a saludar como el Papa al balcón; algún segundo hubiera atendido a una comitiva y los chicos cabizbajos se hubieran ido a deliberar sus opciones para conformarse, finalmente, con la destitución de la Rectora y la invalidación del nuevo Reglamento. Pero ahora, mientras no sean las perlas de la Virgen, no sé con qué otra cosa se conformarán.
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