Cuando el diputado Ricardo Ahued declaró que el Sector Salud de Veracruz estaba colapsado expresó una verdad evidente, muy obvia para aquellos que no cierran los ojos frente a la realidad y para quienes carecen de seguridad social y tienen que acudir a los hospitales del gobierno. Fue, en el caso de Ahued, la visión de un ciudadano que durante diez años ha tenido la oportunidad de incursionar en el sicodélico mundo de la política y afortunadamente esta no lo ha absorbido al grado de llegar a la simulación, por esta circunstancia es una voz con crédito.
En cuanto al colapso del sector de gobierno al que Ahued hace referencia, es conveniente precisar que la demanda de servicios de salud supera con mucho a la capacidad instalada, pero no es menos cierto que a este sector cada año se destinan miles de millones de pesos que bien aplicados hubieran dejado avances tangibles, reflejados en una infraestructura física y atención médica especializada adecuada a los requerimientos de la población veracruzana.
Sobre que hay recursos para el sector se demostró durante el gobierno de Miguel Alemán Velasco, cuando hubo avances sustantivos en la infraestructura de este sector. Si comparamos el estado en que se encontraba la infraestructura hospitalaria en 2004 a como se encuentra ahora, acumulados los miles de millones de pesos adicionales que se han presupuestado para la salud en Veracruz, encontraremos un acentuado contraste. Todo porque aquella inercia que se imprimió en la gestión 1998-2004 no se prosiguió, excepto en el discurso, auspiciando un lamentable estancamiento del sector, lo que es comprobable en equipos obsoletos con los que el personal médico y paramédico hace maravillas para desempeñar su trabajo. Después de Alemán, o de Loyo Varela, como se quiera ver, todo fue diferente; el sector se estacionó y enmarañó en una organización bicéfala en la que, por un lado, un señor responsable del área administrativa, contando por supuesto con todo el apoyo de la elite de mandos en el gobierno, decidía al margen de lo que disponía el Secretario de Ramo, tal situación se interrumpió de manera eventual, pero ahora, en estos precisos momentos ha vuelto a cobrar vigencia, el mismo equipo con la misma gente dispone a su arbitrio, cuando está comprobado que una administración que carece de unidad de mando camina con deficiencias y no alcanza los objetivos programados. La irregularidad se traduce en hechos que difícilmente trascienden al comentario por el acentuado grado de opacidad imperante.
De todos los sectores de un gobierno el de la Salud es el más sensible, pues le corresponde velar por la salud de los individuos que integran el contexto social; en ese entorno se requiere, a parte del más estricto apego al juramento hipocrático del personal médico, que el gobierno aporte las herramientas de trabajo que hagan posible el buen desempeño del Sector; vigilar que haya abasto suficiente de medicamento, revisar que el equipo de trabajo tenga el mantenimiento adecuado y que el personal labore en un ambiente aceptable, esa es la tarea de quienes lo encabezan.
El Sector Salud está colapsado ¿a qué atribuir que, por ejemplo, la construcción de nuevos hospitales (Nautla, Papantla, entre otros) se haya detenido y estén en el abandono? ¿Por qué en el Centro de Especialidades Médicas de Xalapa y en el Hospital de Especialidades de Veracruz se trabaja con equipo médico obsoleto y mucho de ese equipo está fuera de servicio esperando el mantenimiento que por lo regular es tardío? ¿Qué hacer con el Centro Estatal de Cancerología, pomposamente elevado, por Decreto, a categoría de Instituto, pues no cumple con los requisitos para alcanzar ese nivel? ¿No fue acaso una flagrante simulación que ni por asomo logrará concretarse en los dos años que faltan a la actual administración? (Si nos equivocamos, y ojala así fuera, lo reconoceríamos con sumo agrado, pues traería aparejado sustanciales avances en la atención médica, que seguramente se extendería a áreas privadas con sus correspondientes cuotas de recuperación).
Pero es tan remoto que aún en indulgente aquiescencia, suponiéndolo Instituto, en la actualidad sería difícil que pudiera aportar la información necesaria y suficiente para investigar las causas sobre un posible incremento en los índices de mortalidad de pacientes en tratamiento, ¿cómo diagnosticarlo científicamente si no se realizan necropsias a quienes allí fallecen de Cáncer?
Hay más interrogantes que respuestas sobre el Sector Salud veracruzano, en donde se atiende a la población más menesterosa de la entidad, que acude con el magro bolsillo, pero con su esperanza a cuestas para salvar la vida al hijo, a la madre, al padre, empero ¿Qué o quién garantiza que, en casos de cáncer, por ejemplo, la sustancia vital de una quimioterapia es la correcta? ¿El Centro de Mezclas está debidamente supervisado? Esto no es presunción ociosa pues deriva de lo que ya aconteció y se dejó en la opacidad cuando fue descubierto medicamento “clonado” para tratar el cáncer en el Centro de Cancerología de Xalapa. La especie sobre este espinoso caso no fue más allá de la especulación porque pacientes y familiares del Cecan, aparte del dolor y la preocupación a cuestas, carecen de fuerza para la protesta.
Por el lado del personal médico y paramédico, está comprobado que los años de experiencia atendiendo enfermos avalan su capacidad y garantizan un servicio especializado de calidad que los años avalan, pero poco puede hacerse si el equipo es insuficiente o no funciona; o si por mala fortuna la mezcla para la quimioterapia no es la adecuada.
En honra a la rendición de cuentas, al manejo transparente de este sector, un auténtico legado histórico del actual gobierno sería permitir un mecanismo de supervisión social que coadyuve con las autoridades al buen funcionamiento del sector. La figura del observador ciudadano forma parte de la democracia participativa a la que aspiramos, no es mucho pedir cuando de lo que se trata es salvaguardar la salud del segmento más pobre de la población veracruzana.
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5-noviembre-2004