La probabilidad es una teoría utilizada en las matemáticas, la estadística y la economía, entre otras disciplinas, pero su servidora la ha tomado como referencia valiosa en varias ocasiones, por su utilidad en la praxis política.
¿Y por qué le doy tanta importancia a las probabilidades? Porque si hay un espacio donde éstas son cosa diaria, es en el medio político y porque, todo buen politólogo si quiere tomar buenas decisiones, nunca las puede perder de vista. Por lo tanto las probabilidades: permiten calcular o inferir: conclusiones, alternativas o resultados—a través de métodos lógicos, científicos y eminentemente empíricos–, la posibilidad de que, bajo circunstancias políticas relativamente estables (positivas o negativas), sucesos al azar pueden llevar a variar las condiciones y/o a generar diversos escenarios o alternativas nuevas, que obligarán al reacomodo de las situaciones y a la elección de aquellas opciones –que por su importancia se priorizan—y que al elegir las mejores, habrán de hacerse eficientes para que lleve a la consecución o cumplimiento de un objetivo previsto. (Lladó, 2014).
Por ejemplo, en un proceso electivo puede haber aspirantes o candidatos que participan en condiciones aparentemente adversas, pero puede pasar que en la evolución del mismo , se presenten sucesos azarosos que –antes, durante o al final–, reacomoden las condiciones y hagan surgir nuevas y diferentes opciones, que al elegirlas racionalmente y operarlas estratégicamente permitan que dichas condiciones no favorables, se reviertan y se conviertan en fortalezas finalmente en el logro de la meta que se espera. Otro ejemplo sería, que en condiciones adversas o de alta competitividad, las situaciones cambiantes se provocaran en la parte contraria y ello favoreciera al adversario. O por el contrario, que en condiciones favorables, surjan situaciones adversas que pongan en riesgo una elección o que finalmente se pierda, etc.etc. Esa es la ley de las probabilidades.
Y es que sucede que, en toda elección, aunque las posibilidades de triunfo de cada participante son las mismas para todos, la diferencia al final lo determinan los factores presentes–repito–antes, durante y después de la jornada electoral. Es decir, en toda jornada política, siempre habrá eventos controlables y otros naturales o imprevistos, debiéndose siempre asegurar los primeros y aprovechar los segundos a favor del objetivo. Y entonces, a partir de los replanteamientos, generar acciones a ser operadas por actores muy experimentados, perfectamente coordinados, retroalimentados en sus diferentes fases y garantizar eficiencia, para que las probabilidades de éxito se eleven.
Y saco a colación lo anterior, en virtud de lo que decía nuestro amigo Arturo Reyes Isidoro y algunos medios, cuando presagian resultados en distritos que—vaya quien vaya–, están perdidos en la elección federal de 2015. Textualmente dice un comentario: “Como focos rojos están Córdoba, Xalapa Urbano, Boca del Río y Tantoyuca, pero entre azul y buenas noches se incluyen también los distritos de Cosoleacaque, Huatusco, Veracruz, Poza Rica y Tuxpan. De los primeros mencionados, se da por hecho que el tricolor los perderá, en especial los tres primeros, postulen a quien postulen”.
Y yo les contesto a los presagiadores, en relación a Xalapa urbano: ¿acaso no es la misma probabilidad de que cualquier partido diferente al PRI pueda perder, postule a quien postule?
Porque si las cosas están complicadas para el PRI en este distrito, mucho más para otros partidos políticos que no tienen trabajo, que hoy pasan por conflictos internos graves o pasarán próximamente por problemas fiscales en la justificación de sus prerrogativas, etc., y le apuestan desde ahora al ataque o a la intimidación, para provocar desaliento.
Pero todas esas razones que se ven complicadas en Xalapa, sin duda que se están valorando y trabajando diferentes opciones, desde todos los niveles, para finalmente tomar las mejores decisiones. Es cierto, el 50 % de un posible triunfo lo lleva el personaje que abandere un partido, por ello desde ahí hay que apostarle a la probabilidad; la otra mitad son las estrategias y el cumplimiento de la ley electoral.
Así que adelantarnos a los acontecimientos y dar por segura una derrota—vaya quien vaya–es suponer que los priistas en el distrito de Xalapa urbano, se quedarán dormidos y cruzados de brazos, viendo cómo les ganan. Créanme que eso no va a suceder.
Su servidora ha sido delegada en un sinnúmero de ocasiones en entidades del país y en distritos muy difíciles del Estado de Veracruz y puedo afirmar por ello que se aprende mucho de cada una, se pierda o se gane. Pero por fortuna el éxito me ha acompañado en la mayoría de los casos—a Dios gracias–, haciendo campañas no individualistas sino donde participa la sociedad y se involucra muy fuerte para sacar un triunfo limpio e inobjetable. Pero para que eso suceda, la garantía está, en enviar un buen personaje a la candidatura, –hombre o mujer, con credibilidad y respeto–, y lo demás lo hacen los cuatros pilares: partido, liderazgos, militancia y sociedad.
Y para comprobar lo que significan las probabilidades en una elección complicada, pongo un ejemplo del que me tocó responder en 1997 concretamente en la elección federal de ese año. Siendo la que escribe Secretaria General del PRI-Veracruz, pedí me asignaran un distrito para hacerme responsable de ganarlo—así subrayado–. Por supuesto que mis compañeros varones, muy “amablemente” me dieron uno que todos que lo veían imposible de ganar: Cosoleacaque. Y en cierta forma había razones.
Eran varias las agravantes. El distrito era rural y el candidato de mi partido Don Alfonso Andrade (epd) era líder obrero; por localismos los habitantes de Cosoleacaque querían un candidato del distrito y éste no radicaba en el mismo, incluso vivía en Coatzacoalcos, por lo tanto no se contó—en un principio–, con el apoyo de los lideres fuertes locales. Por otra parte, el candidato era una persona mayor, que se recuperaba de problemas de salud, lo que hacía suponer que no podía aguantar el ritmo de la campaña. Así mismo, el candidato era el líder de los trabajadores electricistas en la región y había serios problemas en la red precisamente en la sierra del distrito y finalmente, no había mucho dinero para la campaña, –en particular para satisfacer a los diarios de la región–, que se cotizaban muy alto y había que limitarse a los tiempos oficiales, que por supuesto no eran muchos. Cualquiera que viera ese escenario, podría decir que era imposible ganar esa campaña, que llevaba como candidatos opositores a gente de mucho arraigo en la región. Y así lo presagiaron constantemente los medios y las estadísticas distritales en el estado.
Pero, aunque el escenario era muy difícil, siempre lo vi con realismo y jamás adopté una posición pesimista—ni para sí ni para los demás–, al contrario me preocupé por generar interés en los equipos, por vencer el reto. Recuerdo que el delegado del vecino distrito de Coatzacoalcos, en ese momento, era Armando López Contreras y el candidato en éste era el Dr. Rafael Bringas—actual diputado local–, que son los que pueden confirmar lo que aquí escribo.
Y continúo relatando mi experiencia. El primer mes de campaña, después de hacer ajustes diversos, integrar equipos y planear, operar tejidos territoriales con estrategias políticas que me reservo—que implicaba levantarme a las 6 de la mañana y dormirme a las 2 am del siguiente día–, las cosas empezaron a cambiar. Pero había que resolver un problema que nos afectaba aparentemente: la prensa, en especial la que se concentraba en Coatzacoalcos y que se remitía a dinero, que desde luego no teníamos.
Valorando las circunstancias, hubo que recomponer la campaña mediática y tomé la decisión de no ocupar la prensa de Coatzacoalcos, lo que se me criticó en su momento y desde luego me empezaron a golpear, lo que favoreció, porque entonces dejaron de golpear al candidato por golpearme a mí; y eso lo pude aprovechar para replantear la estrategia publicitaria con los medios locales. Y las cosas cambiaron en los siguientes días, la campaña tuvo un crecimiento inimaginable.
Por otra parte, sucedieron otras circunstancias azarosas—seguían las probabilidades–. En esos días, lamentablemente fallecía el líder nacional de la CTM y quedaba en su lugar un líder electricista en la titularidad, lo que hizo que, al ser nuestro candidato de ese sector, cambiaran las cosas y se convirtiera en el político de mayor prioridad para hacerlo ganar, para el PRI nacional. Luego entonces de inmediato empezaron a fluir los apoyos.
Conclusión: Después de que, desde el centro del Estado, los medios y las encuestas pusieron siempre a ese distrito entre los perdidos, el resultado que se obtuvo es que Cosoleacaque se ganó por una muy amplia mayoría y el distrito que se perdió fue Coatzacoalcos. Y yo me sentí muy satisfecha del trabajo de equipo que se logró donde participaron cientos de operadores experimentados que me tocó guiar y que respondieron estupendamente y pudimos compartir al final el triunfo. Y les podría poner otras experiencias complicadas que he vivido en la praxis política, que me las guardo para no cansar al lector.
Por eso, esas campañas que yo llamó: de pesimismo anticipado, las tomo con prudencia y se agradecen, porque nos ubican en la realidad, pero lo digo con respeto, no las veo con temor porque sé que las cosas en el PRI Xalapa urbano se están haciendo bien, que se van a tomar buenas decisiones y que la confianza, el orgullo y el trabajo de los Xalapeños que militan o simpatizan con el PRI, es mucho y pronto se va a demostrar.
Que se preocupen otros partidos por lograr lo que nosotros tenemos… llegado el momento, nos mediremos y que gane el mejor. Así es la competencia cuando es limpia.
De lo que si estoy segura es que los triunfos se estratifican, trabajan, aseguran y sobre todo se conquistan. Por eso, de acuerdo a la Ley de las probabilidades podemos decir, que hasta el momento aún no hay nada para nadie.
Gracias y hasta la próxima