Apenas es martes y ya no sé qué hacer con el Paquito. Aguantarle el paso a este niño es más difícil que tragarse una boa constrictor. Apenas ayer me encontré a la siempre dulce Leonor de la Miyar (recién desembarcadita de su viaje por el Cantábrico) y como siempre sucede con este pequeño truhán, puso su cara de yo no mato una mosca y a fuerza de abrazos y besos se ganó el cariño de Leonorcita en menos tiempo del que yo pude advertirle que tuviera cuidado. Estuve a punto de decirle que si le gustaba se lo podía envolver para regalo, pero ya sabe cómo es la gente en estos días, no puede uno hacer un comentario chusco porque luego luego quieren enviar a los sufridos padres al DIF.

Ya desde el lunes por la noche mi sueño fue inquieto… ¿Qué voy a hacer con mis críos esta semana?… ¿Llevármelos al trabajo? Imposible, no me dejarían jugar solitario y correría el espantosísimo riesgo de que se dieran cuenta que su padre no hace gran cosa… ¿Enviarlos solos a ver los Centroamericanos? Me falla la logística y capaz que en una de esas encuentran el camino de vuelta a casa… ¿Doparlos? Muy choteado… Cavilación tras cavilación, me rascaba la mollera y me revolcaba entre las sábanas.

Hoy, muy temprano, hice lo que me pareció más prudente: les compré su dotación de golosinas, les puse la televisión y, como marimbita, encargué el cuidado del más pequeño a la más grande, la cual ya está en edad de merecer (dirían los corrientes) y si ya tiene edad para manejar y restregarme el novio en la cara, pues entonces también ya está capacitada para encargarse del más pequeño de mis desatinos.

Creo que resulta hasta ocioso el insistir en las complicaciones en que nos vemos envueltos los padres de familia cada vez que hay suspensión de clases. En esta ocasión cuando menos fue para todos los niveles y pude arreglármelas de la forma antes descrita, no sin que la ingrata hermana con voz de María Félix en “La cucaracha” se me pusiera al brinco. Pero en verdad es un suplicio cada que se suspenden clases. Una vez al mes, cuando menos, las suspenden por los Consejos Técnicos Escolares y ya con eso debería ser suficiente. Me queda clarísimo que las escuelas no son guarderías, pero también hay que aceptar que muchos padres escogen la escuela en función de la cercanía y el horario, tratando de ajustar los tiempos para poder ir por los infantes a la salida de los trabajos, de los cuales hay que salir de prisa, pasándose los altos, aplastando víboras y toreando perros, con tal de llegar antes de que cierren las puertas.

Es cierto que en esta ocasión está haciendo un frío bastante singular y la intención de las autoridades es buena, ante todo hay que salvaguardar la salud de los niños… también es cierto que un evento deportivo de esta envergadura jamás se ha visto (y le apuesto que jamás se volverá a ver) en Veracruz, pero ahh jijos, qué difícil nos la ponen. Yo sí le agradezco el gesto al Gobernador, aunque me uno a la voz de muchos veracruzanos que también hubieran deseado un día adicional de asueto para poder llevar a los niños a los eventos deportivos.

Este martes desperté y no sin pesar me percaté de que arreció el frío. De acuerdo a Protección Civil será a partir de este miércoles que el frío se irá aquietando… una preocupación menos. Pero todavía me queda la preocupación de cómo entretengo a mis tlacoyos. ¡Ay Dios! No sólo es martes, miércoles, jueves y viernes, en total serán más de diez días de tenerlos en casa… tarea titánica. Les voy a grabar unas cuantas emisiones de Tercer Grado para que se me aletarguen y que lloren cada vez que le hacen bullying a Carlos Marín.

Día uno de Frente Frío combinado con Centroamericanos: superado. Ya falta menos.

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