La renuncia al PRD del Ing. Cárdenas, es una de las peores noticias que le pueden dar a dicho partido; además de previsible y lamentable es un golpe durísimo al partido que él fundó. Era hasta cierto punto fácil imaginar ese desenlace siguiendo los pronunciamientos que en los últimos años hacía Cuauhtémoc. No estaba de acuerdo con los vaivenes aliancistas y de colaboración gubernamental de la dirigencia nacional, rechazaba los oscuros manejos internos, señalaba el perfil cada vez mayor de franquicia del partido y, sobre todo, le indignaba el alejamiento casi total del PRD respecto de los movimientos sociales.
Los hechos de Iguala, el drama de los normalistas de Ayotzinapa, donde el PRD salió muy manchado, influyó en el ánimo y las reflexiones de Cárdenas; más aún cuando su participación solidaria en la marcha del 8 de octubre les costó injustificados insultos y agresiones, teniendo que pasar un mal momento por truculencias de los dirigentes. Después fue al informe del gobernador de Tabasco, siendo asediado por muchos ciudadanos que le reclamaban su permanencia en el PRD. A su regreso redactó la carta en la que pedía la renuncia de Navarrete y sus comités, obteniendo una respuesta burocrática, burlona y evasiva. Hasta ahí aguantó. No le dejaron otro camino que el de la renuncia, acto que lo honra y reivindica como un líder congruente y con sólida autoridad moral.
La salida del Ing. Cárdenas está precedida de un proceso que inició con la burocratización del PRD, la ilegítima firma del pacto por México, las votaciones de las reformas anti populares, la asfixiante corrupción interna, las alianzas confusas, la venta y alquiler del registro como franquicia a los gobiernos estatales y el alejamiento de la gente, así como de los movimientos sociales; el alejamiento de Cuauhtémoc es directamente proporcional al descrédito de los dirigentes del PRD.
En sus sueños de poder el grupo que controla al PRD, “los chuchos», desdeñaron al Ingeniero, igual que despreciaron la pluralidad interna e hicieron mal uso de una representación que no habían ganado por sí mismos. Su control burocrático, barnizado de un discurso de eufemismos «modernos», es cuantitativo, de simulación y de aparato. Abusaron del mayoriteo y se fueron embarcando en aventuras de poder con una estrategia ultra pragmática de «atrapa todo». Instalaron una máquina de corrupción, todo se volvió dinero y acuerdos cupulares, que los tiene en un momento de absoluta fragilidad, sin prestigio y con el rechazo generalizado de la gente. Ahora que están en el foco crítico, en la mira de la opinión pública, se muestran en su real tamaño, pequeños y mediocres; les falta visión democrática y grandeza política. Arrasaron en la internas, con dinero, apoyo oficial y clientelas. En el pecado llevarán la penitencia, van a una elección que les dejará pocas posiciones legislativas y mucho menos prerrogativas.
Es curioso, el éxito y la derrota se parecen en sus dinámicas, son producto de muchos factores; cuando todo sale bien o mal esos factores casi se acomodan solos. Cuando Cárdenas ganó en el DF (97) se vinieron una cascada de buenos resultados y se perfilaba el PRD a la presidencia, en cambio, ahora, después de lo de Iguala, una tras otra las noticias son desfavorables para el mismo partido: de Abarca a Aguirre, de estos al PRD, de la muerte y desaparición a las movilizaciones en México y el mundo, de las protestas a la crisis de Acapulco, del narco alcalde a Peña Nieto y su «Casa Blanca”. De un lugar pequeño pasa al país y al mundo, de una característica determinada se convierte en un asunto nacional de múltiples efectos. En su loca carrera «los chuchos» no tuvieron el pudor ni el talento para encarar de una forma transparente y abierta la crisis que se les vino encima. Van a ir de mal en peor, desmoronándose en el descrédito y en las traiciones.
El espacio que deja el PRD lo ocuparán otras fuerzas, un país tan desigual como el nuestro no se pude dar el lujo de no contar con una izquierda fuerte y consecuente. En el caso de Veracruz, no creo que haya algo que hacer en un escenario de envilecimiento del PRD, convertido en un membrete mal oliente.
Recadito: Estamos preparando la gran fiesta de los 25 años del Mopi.