Tlatlaya, Iguala y la casa de la esposa del presidente Enrique Peña Nieto aceleran, en la coyuntura, la caída de su aprobación, pero no la explican. Desde el inicio de su gestión, ésta ha sido baja y con una tendencia sostenida a descender, para llegar al peor momento al cumplirse los dos años de gobierno.

En febrero del 2013, el presidente tenía 56% de aprobación y 29% de reprobación, en la encuesta que publica El Universal, y en abril de ese mismo año 50% de aprobación y 30% de reprobación, en la encuesta del Reforma. El resultado de estos sondeos son semejantes al de otras casas encuestadoras.

Un año después, en febrero del 2014, el presidente tenía 46% de aprobación y 44% de reprobación en la encuesta de El Universal, y en agosto de ese mismo año 40% de aprobación y 46% de reprobación, en la encuesta del Reforma. Para esas fechas, las otras casas encuestadoras registran números similares.

La caída se acrecienta en las encuestas realizadas a finales de noviembre del 2014, que se dan a conocer el 1 de diciembre. En la que publica El Universal que el presidente tiene 41% de aprobación y 50% de reprobación. En la del Reforma, el presidente tiene 39% de aprobación y 58% de reprobación.

De inicios del 2013 a finales del 2014, en la encuesta de El Universal, el presidente pierde 15 puntos en la aprobación y crece en 21 puntos la reprobación, mientras que en la encuesta del Reforma pierde 11 puntos en la aprobación y crece en 28 puntos la reprobación. En estas dos encuestas, también en las otras, la reprobación casi se duplica después de dos años de gobierno, con un crecimiento promedio de un punto mensual.

La encuesta de El Universal revela que en enero del 2013, 44% opina que el país va por buen camino y sólo 33% que por mal camino, pero en noviembre del 2014 ya sólo 28% dice que va por buen camino contra 52% que asegura va por mal camino. De un año a otro la mala valoración crece en 19 puntos.

El presidente desde que arrancó no ha tenido buenos niveles de aprobación. Su mejor valoración se ubica al inicio de su mandato, y así en febrero del 2013 tenía 56% de aprobación en la encuesta de El Universal y 50% en la del Reforma. Estas cifras son semejantes a los números con los que inició el presidente Zedillo, pero por abajo de los niveles con los que empezó el presidente Fox y el presidente Calderón.

En estas mismas páginas he tratado de explicar la baja aprobación del presidente y ahora añado una que me parece central. En el 2012, por el presidente no votó 62% y obtuvo sólo 38% de los votos. La sociedad es antipriísta y ese sentimiento se agrava cuando se percibe que se restauran prácticas que la sociedad rechaza. El presidente debe buscar conectar más con los sectores que no lo eligieron. Tener o no un buen nivel de aceptación cuenta. No es un dato menor.