¿Qué es lo que quiere la gente? Esa, amigo mío, es la madre de todas las preguntas. El General Lázaro Cárdenas en sus épocas de sosiego fue enviado para entretenerse a Veracruz, para que como terapia ocupacional se divirtiera con la Comisión de la Cuenca. Pero como buen hombre fecundo y trabajador no podía quedarse en su oficina, así que se dio a la tarea de visitar todos los pueblos de esa vasta zona que en conjunto, dicen, es más grande que la zona de la Laguna.
En cada lugar que llegaba, como buen Tata, era recibido con tanto cariño como respeto y después de maratónicas reuniones volvía a su casa barnizado en polvo fino. Uno de sus más fieles ayudantes le preguntó una vez que cómo le hacía, qué les decía, cuál era su secreto para tener a todos los que visitaba contentos. El General le dijo que al contrario, el chiste era precisamente no decirles nada, sino escucharlos. La gente, decía el Tata, necesita ser escuchada.
Puede ser… se lo concedo, pero lo que me inquieta es el espíritu totalizador, porque para empezar habría que definir quién es “la gente”. Apenas hoy el Secretario de Gobierno anunció que se envió al Congreso la propuesta para que el próximo Gobernador cumpla un periodo de dos años, así como los diputados locales. Las reacciones han sido variables, pero en la mayoría se asegura que a “la gente” le gusta o no le gusta la idea, que “la gente” castigará la propuesta o la premiará, que “la gente” está o no está de acuerdo.
Me puedo imaginar fácilmente a los priístas vueltos locos porque los planes que ya estaban cocinando con esta nueva situación política podrían venírseles abajo. De allí nacería una escisión que efectivamente podría poner en predicamento al partido que inmemorialmente ha gobernado Veracruz, y podría, derivado de esa división, perder por primera vez la Gubernatura. Pero no me puedo imaginar a “la gente” porque es un ente amorfo e incompleto y porque no son muchos a los que les quedan claro los alcances, las ventajas y las desventajas de esa modificación.
Comentan algunos que será un desperdicio enorme de dinero porque habrá elecciones en dos años, y puede que tengan razón. Sin embargo, también me pongo a pensar que a la larga, no en el corto plazo, sino en el largo plazo, los ahorros económicos serán considerables. También hay quienes dicen que en dos años no se puede hacer nada, y esto viene aparejado a la rancia tradición de hacer política en lugar de crear políticas, a que se gobierna pensando no en “la gente” sino en los votos.
¿Qué es lo que quiere la gente? Soslayando el quién es esa gente, se podría decir que la población lo que quiere son resultados efectivos y positivos, y que no le importa si lo hacen en dos, tres, cinco, seis u ocho años como en Estados Unidos. El sistema político mexicano completo está cambiando. La proclama Maderista de Sufragio Efectivo, No Reelección, ya fue modificada con la reelección legislativa. Y entonces ¿por qué no cambiar? ¿por qué no buscar nuevos mecanismos? Creo que habemos “gentes” que no sólo podríamos estar a favor de una de dos años, sino también en un sistema de partidos más acotado en donde no se subsidie a tanta lacra, o en una posibilidad de gobierno con refrendos reales como una Presidencia de cuatro años con posibilidad de reelección como en nuestro país vecino. Si allá se puede ¿aquí por qué no? Creo que “la gente” es demasiado ambiguo como para sustentar posicionamientos. Los que estén a favor deberían decir “yo” estoy a favor, y los que estén en contra deberían decir “a mí no me parece”. En fin, que la Gubernatura de dos años va, y tal vez, como dijera el Tata Lázaro, antes de hablar deberíamos realmente escuchar a “la gente”.
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