La crisis política y económica en que ha derivado la tragedia de Ayotzinapa, ha mostrado el verdadero nivel de los gobernantes y la clase política, mostrándolos en tamaño real y con sus propios intereses. Entre reacciones lentas y tardadas, confusión, dudas e inmovilismo han naufragado el gobierno federal y, curiosamente, el PRD. Pocas veces ese tipo de actitudes de omisión han hecho tanto daño a nuestro país y a una fuerza política de izquierda. Todavía en este momento no queda clara al respecto la postura de Peña Nieto, quien atraviesa por su propio dilema crítico ante el escándalo de la “Casa Blanca».
En una ruta de dar vueltas largas, con un decálogo insulso, el gobierno federal da la impresión de no saber, no poder o no querer hacer algo de fondo para resolver el asesinato y la desaparición de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa; pero menos se observa voluntad y visión de Estado para ir a las reformas de fondo que eviten para siempre masacres de esta naturaleza. Las respuestas hasta ahora son burocráticas y demagógicas; es evidente que no tenían en su guión de poder una reacción tal fuerte de la sociedad mexicana, por eso han ido del estupor, pasando por una postura de defensa, hasta las evasivas y la simulación. Peña Nieto, ha dejado pasar una gran oportunidad de ganar y fortalecer su legitimidad.
Es Ramiro Nuño, coautor del Pacto por México y jefe de la oficina presidencial, quien en reciente entrevista al periódico español “El País», ha revelado el pensamiento del gobierno federal. En sus respuestas muestra limitaciones escandalosas, visiones torcidas y una lejanía brutal con la realidad de nuestro país. Si algo deja claro este tecnócrata es soberbia e ignorancia; su discurso no es democrático. Lo mejor de sus dichos es que deja claro que no tienen voluntad o que, de plano, no entienden la realidad en que viven.
Nada bueno se puede esperar de un gobierno tan errático e incapaz, tan amarrado de manos por los poderes facticos; esa imagen, débil y corrupta, ha sido la fuente principal de la masiva demanda de renuncia. Es insólito que el movimiento de los 43 haya derivado en tal exigencia política; lograrla o no es meramente circunstancial, lo que queda es la radicalidad de la demanda, crea cultura cívica y pone las bases para una ciudadanía mucho más participativa y consciente. Las elites, extasiadas con las reformas estructurales y la coyuntura pactista con una oposición dócil, se han sorprendido con las movilizaciones y su alcance nacional e internacional: primero hicieron mutis, después condenaron, más adelante se condolieron, volvieron a condenar y, ahora, regresan al mutis. Han sido tan impunes y frívolas que llegaron a creer en el país color de rosa que ellos mismos se construyeron imaginariamente.
Nada de fondo se ha hecho para encarar la crisis política, no hay ni siquiera un mensaje de aliento mínimamente creíble desde el poder; todo se pospone, se deja al olvido y a la desmovilización; se administra la crisis. Es una irresponsabilidad mayor del presidente, las elites económicas y la clase política en conjunto. En esa línea llevan al país al desastre y a una involución. Tienen que dar el brinco cualitativo, adquirir tamaño de estadistas, ceder privilegios y apostarle a la regeneración de nuestra precaria democracia. En su caso no se habla de culpabilidad sino de responsabilidad.
Por la pertenencia al PRD del presidente de Iguala y el gobernador de Guerrero, la crisis de Ayotzinapa ha golpeado brutalmente a ese partido en su prestigio, imagen y, sin exagerar, a su propia viabilidad. La salida de sus filas del Ing. Cárdenas, le ha venido a complicar más el gris panorama. Sin embargo, da respuestas de simulación, en línea con el gobierno federal. Al evadir responsabilidades confirma una postura mediocre y oportunista. En esa línea va a un desastre electoral; prefirió refugiarse en las posiciones plurinominales antes que abrir un proceso de recomposición. Aunque de caricatura, una muestra del desprecio por la inteligencia y la verdad lo tenemos en Veracruz, donde personajes de pacotilla y enorme desprestigio son la oferta del PRD para enfrentar su crisis; en esa ruta van al abismo sin freno.
Recadito: Cada vez más cerca la gran fiesta de los 25 años del Mopi.
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