Sin duda las fechas de Navidad y Año nuevo, son para la gran mayoría, fiestas de mucho colorido: música hermosa, luces por doquier, sorpresas, regalos y grandes alegrías porque regresan nuestros hijos y familiares al hogar a compartirlas con nosotros. Es decir son fechas que queremos disfrutar, sin contratiempos y que queremos sacarles el mayor provecho en forma positiva.
Para la Iglesia—la que sea–, son tiempos de oración, de paz y esperanza y, los que somos seguidores de la iglesia católica, lo tomamos con devoción y respeto, pues el anuncio de la llegada del hijo de Dios a su madre y padre, para esperarlo con amor. Ahí, de acuerdo a la religión católica se inicia la salvación del mundo. Cuando nace Jesús y empieza a construir su historia
Para los comerciantes, empresarios de cadenas de autoservicio, industriales, etc., son fechas en que venden más y se recuperan económicamente; y que bueno que sea así, porque les permite refaccionarse e iniciar el año sin deudas y con grandes esperanzas, para ellos y sus colaboradores.
Para los hoteleros o empresarios turísticos, época en que sus espacios tienen movimiento y ocupación al máximo y eso permite en lo general, que la economía se mueva y se active a la vez la cadena de consumo: de productos, servicios y oficios.
Para los asalariados son épocas en que se recibe un dinero extra—aguinaldos–, y eso permite invertirlo o gastarlo en lo que deseen para su beneficio o esparcimiento. Pero lo mejor es ahorrar para no resentir los primeros meses del siguiente año.
Para los niños y adolescentes son tiempos de ilusión, por lo que esperan recibir como regalo navideño—aunque sea pequeño–, la noche del 24 o la del 5 de enero para amanecer el 6.
Para los políticos—cuando menos en estas fechas—son tiempos de nervios y de decisiones, en especial los que tienen interés por participar en la próxima contienda 2015 y en la que sigue de 2016.
En lo individual, porque son épocas en que comemos delicioso, nos reunimos con las amigas y amigos y nos olvidamos de los gimnasios, dietas y enfermedades, y ya en Enero se pensará en quitarse esos kilos de encima.
Para las familias, –de todos los niveles socio económicos–, porque son épocas de acercamiento con la familia, de disfrutar en paz y armonía dichas celebraciones, si es que lo sabemos hacer sin alteraciones en los ánimos, sin abusos o excesos. Etc. etc.
Pero sea cual fuere la motivación hacia estas fechas decembrinas, la realidad es que ya se ve y se siente la cercanía de la Navidad y el fin del año 2014, por todos lados. Y para su servidora, sin duda, es la mejor época del año.
Pero, para quienes tienen algún “guardadito mala vibra” llámese: rencorsillo, envidia, coraje contra alguien en particular, de verdad, no es plan, aprovechar estas fechas en que vemos a los hermanos, a los padres y demás familiares, para hacer señalamientos, reclamos, indirectas, o provocar conflictos o peleas, porque creo que no va con el espíritu de estas fechas, ni con el sentido del mejoramiento de nuestras relaciones interpersonales. Por el contrario, creo que es mejor aprovechar esos espacios para fomentar la armonía y el equilibrio, dejándose llevar de un ambiente donde reine la paz y hacer que la energía positiva fluya.
Igualmente, si tenemos una tristeza por la pérdida de un ser querido, por la lejanía de la familia, por un divorcio o separación, etc., lo mejor es canalizarlo en neutro y poder convivir con los demás con gusto. Son tiempos de medir las cosas positivas que hemos hecho a favor de los demás y de repensar lo que no se ha hecho bien o está incompleto. Es tiempo de pedirle al creador del mundo perdón y fuerza para superar nuestras adversidades y problemas.
Algunos psicólogos, como Hans Olvera , de la Universidad Iberoamericana, nos dice que: La navidad es una representación social muy importante, porque por una parte se trata de un motivo de celebración y reunión familiar, pero por otra, para algunas personas que guardan internamente conflictos, desata sus mecanismos de represión, agresiones no desahogadas y hace que las diferencias que no se solucionaron oportunamente, afloren de nuevo y despierten los problemas reprimidos. Particularmente, porque algunas de estas personas en estas fechas beben más de lo normal.
Pero, ¿cómo lograr que la fiesta navideña o de año nuevo, no se convierta en un verdadero infierno?
• Pues de antemano, identificando si existe entre los invitados alguien que tiene problemas consigo mismo o con otra persona que estará entre los invitados, y llamarle previamente para pedirle que se sepa comportar, en especial, en una noche tan especial para la familia y allegados, quienes quieren disfrutar con gusto y esperan, que ésta sea una fecha especialmente hermosa para todos.
• Darle una mayor atención a esa persona que se siente agobiada, nerviosa o desesperada y mucha comprensión, pudiendo lograrlo si se le da un presente especial y/o evitando reforzar comentarios que pudieran traer un trasfondo de conflicto. Es decir, cambiar la conversación en caso de iniciarse un comentario doloso.
• Igualmente, hacer que en la cena, no predomine demasiado las bebidas embriagantes, para que las personas brinden sólo lo necesario y sin excesos. Si alguien lo desea hacer, pues lo tendrá que hacer en otro lado que no sea el lugar de la familia.
• Por último, si definitivamente una persona no es deseada en un lugar por la mayoría de la familia, entonces optar –como último recurso–, por la evitación de su invitación. Aclarándole en todo caso cuales son las razones, de no ser requerido en las reuniones familiares.
Pues esas fiestas son únicas, ya que permite actualizarnos de los últimos acontecimientos familiares, recordar experiencias vividas, compartir gustos, metas, anécdotas, chistes, divertirnos con cantos, bailes o simplemente escuchar buena música, etc., es decir, dar entrada a todo elemento que refresque la reunión. Y si por alguna razón tenemos el dolor por el fallecimiento de un familiar, pues tratar de desahogarlo antes de la ceremonia o revivirlo en la misma, como un hecho duro, pero también tierno y, que en recuerdo del ser querido ausente, sea el mejor tributo a su persona que la familia este unida y en paz. Pero evitando en lo posible que el llanto y la tristeza, predomine.
Otro punto es evitar hablar mal del ausente, porque eso habla mal de los asistentes, por una parte, porque es de mala educación y por la otra, porque es tiempo valioso que se pierde y que sólo emite malas vibras y descompone el momento.
Luego entonces, es claro que la naturaleza de estas fiestas –más que el regalo–es promover la unión familiar y ser momento para reflexionar en nuestros logros y en las metas aun por conseguir en el plano profesional y personal. También es bueno hacer un balance de resultados y de pendientes por trabajar en lo interior y exterior.
En pocas palabras, que hermoso hacer de estas celebraciones un excelente período para sanar las relaciones y transformar la noche de Navidad y de Año Nuevo en el mejor recuerdo, que perdure para siempre y nos de fuerza para iniciar una nueva etapa con grandes esperanza y optimismo.
En lo particular, les deseos que disfruten estas fiestas y envío un fuerte abrazo de gran afecto para todos los lectores. Que Dios les bendiga, les conceda salud y haga realidad sus ilusiones.
Gracias y hasta la próxima.