Por Ramón Durón Ruíz

Fank Lloyd Wright con preclara sapiencia afirmó: “Cuanto más vivo, más maravillosa se vuelve la vida” El viejo Filósofo reconoce que los seres humanos hemos sido creados de forma maravillosa, por eso somos una manifestación sublime de amor, y si nos permitimos confiar en la fuente de la vida, –que todo lo puede– habremos de disfrutar plenamente, la maravilla de la inagotable policromía del milagro del nuevo amanecer.
“Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir” o de sobrevivir -dice el Filósofo.
Cuando te das oportunidad de ser tu mismo, cuando hacer realmente lo que en el fondo te place, cuando sientes lo que deseas sentir, cuando te centras en lo más íntimo de tu ser, dejas de sobrevivir y te entrenas en la sabiduría que te lleva a vivir.
Queda claro que si pasamos por esta vida solamente una vez, no hay que tener tiempo para que el miedo genere emociones toxicas como: el odio, el rencor, el resentimiento, la animadversión, la tirria, el reproche, el rencor, el rechazo, la resistencia, que en conjuto producen cortisol prolongadamente, generando en cadena trigliceridos y colesterol, que afectan las células arteriales aumentando el riesgo de adquirir enfermedades cardio-cerebro-vasculares.
Por el contrario, es vital darnos tiempo para vivir en el amor, que tiene la virtud de generar emociones saludables como: la paz interior, la armonía, el equilibrio, la serenidad, la felicidad, el sueño, la alegría, la sonrisa, que en conjunto producen hormonas de la salud, como la inmonoglobulina “A”, los linfocitos “T”, la serotonina, que al fortalecer el sistema inmunológico, alejan la enfermedad, mejoran sustancialmente la calidad de vida y retardan el envejecimiento.
El viejo Filósofo ha aprendido que la vida es un breve espacio, en el que entre el nacer y el morir, es vital disfrutar cada instante, compartiendo el placer de ser, estar y vivir. HOY es el día más importante de tu vida, vívelo con amor y humor.
En la universalidad del humor del mexicano, reímos de lo risible: la política; y de lo solemne: la religión; a continuación le adjudico al campesino de allá mesmo la siguiente historia.
“Resulta que el juez de paz interroga al Filósofo:
— Le preguntaría ¿Cuál es su edad?, pero por lo que veo tiene suficientes años vividos.
— ¡Así es señor juez!
— Estoy intrigado, podría decirme… ¿Qué fue lo que pasó?
— Resulta que estaba sentado en la plaza, disfrutando los bellos atardeceres de Güémez, cuando –para mi sorpresa– una joven llena de voluptuosa e incandescente sexualidad, se sentó conmigo en la banca, y llena de una placida coquetería se me acercó.
— ¿Usted la conoce?
— ¡No!, jamás en mi vida la había visto, pero se mostró muy amable conmigo.
—Y ¿Qué fue lo que pasó, después de que ella se sentó a su lado?
— Se me acercó coquetamente y luego me dijo: — Eres un viejo guapo y comenzó a acariciar mi rostro.
— Y ¿Usted le dijo algo… la paro en seco?
— ¡No señor juez!, ¿Cómo cree?… ¡claro que no la detuve!
— ¿Me puede decir por qué?
— Po’s sinceramente, me sentía en las nubes, hace muchos años que nadie me hace y dice eso.
—Y ¿Qué pasó después?
— Po’s ella comenzó a recorrer con sus ardientes manos, placidamente mi viejo y ajetreado cuerpo.
— Entonces debo entender que usted la contuvo.
— No me diga eso por favor… ¡simplemente la deje ser!
— A caray ¿Por qué?
— Bueno, para serle sincero sus cálidas palabras, sus caricias ardientes me hicieron sentir vivo… ¡excitado!
— ¿Y luego que pasó? –dice el juez emocionado.
— Po’s que me dice: — ¡Feliz día de los Santos Inocentes!
— ¿Y luego… que pasó?
— ¡PO’S QUE LA TUNDO A BASTONAZOS!”
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