Un año más….un año menos…
Finalmente es fecha señalada, histórica y de nostalgia…
Para brindar por la mujer, más no por esa….
Por la mujer que me arrulló en la cuna, por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño, exquisito, profundo y verdadero…por la que me dio en pedazos, uno a uno, el corazón entero….
¡¡ Por mi Madre Bohemio….!!
Por la anciana que piensa en el mañana…
Fin de año cuando salen las felicitaciones, los parabienes sinceros y también el deseo de superarse el año venidero…ante la ausencia de seres queridos, amados y recordados que en esta noche de fin de año, ya no estarán con nosotros.
Es la vida. Estamos de paso…
Personalmente recuerdo a mi madre. A Conchita y su alegría en cada cena de 31 de diciembre, leyéndole porque reconozco no lo aprendo aun completamente, las frases tristes del famoso poema que en aquellos años de los 60 escuchaba en ese cajón de madera reluciente con una marca en la esquina “Punto Azul” que nos había vendido don Nicho Polanco, el mejor vendedor de Radio Mundial y avecindado en Coatepec…
Ese poema, “El Brindis del Bohemio”, de Guillermo Aguirre y Fierro, poeta que nació en San Luis Potosí y murió en la ciudad de México, un año después que yo naciera, en 1949…poema que forma parte de la cultura popular de nuestro México…he leído de Aguirre y Fierro, encuadrado dentro del periodismo mexicano más que en la poesía; director del periódico Vanguardia combinando los trabajos literarios, llegando así a su libro “Sonrisas y Lágrimas” publicado en 1942 y en este poemario pertenece el “Brindis del Bohemio”, pieza narrativa que expone el convivio de seis amigos en torno de una mesa y unos tragos en una noche de fin de año…
Digamos en la Estrella de Oro…canto a la bohemia, al humo de los cigarrillos de los “viciosos”, Pablito Rivera, Genaro Moreno y el Capitán Carlos Jurado, copas de whisky, de ron y de burrito, en la nostalgia y recordando a la madre ausente, con versos endecasílabos y heptasílabos y con una rima asonante variable…
Noche de invierno….Noche de Bohemios.
En torno a una mesa de cantina,
Una noche de invierno,
Regocijadamente departían,
Seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
Y de aquel barrio quieto
Iban a interrumpir
El imponente y profundo silencio.
Lo fundamental de este poema y a lo que desea llegar el autor, es a la intervención de Arturo, en esa rueda de amigos…con la amargura de un año que se iba, cuando:
Nueva inspiración llegaba
A todos los cerebros
Con el idilio roto que venía
En alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche
Aquel grupo bohemio
Celebraba entre risas, libaciones
Chascarrillos y versos
La agonía de un año que amargura
Dejó en todos los pechos
Y la llegado, consecuencia lógica,
Del “¡ feliz año nuevo!”.
Una voz varonil, dijo de pronto:
– Las doce, compañeros,
Oigamos el “requiestad”
Por el año que ha pasado a formar
Parte entre los muertos
¡ Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños;
Porque no sea su equipaje un cumulo
De amargos desconsuelos.
Un Bohemio más, dijo:
-Bebo y brindo, clamó el interpelado:
Brindo por mi pasado,
Que fue de luz, de amor y de alegría,
Y en el que hubo mujeres seductoras
Y frentes soñadoras
Que se juntaron con la frente mía…
Pero vayamos directamente al “meollo del asunto”…
Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones y reír y todo.
Se brindó por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.
.
Sólo faltaba un brindis, el de Arturo.
El del bohemio puro,
De noble corazón y gran cabeza;
Aquél que sin ambages declaraba
Que solo ambicionaba
Robarle inspiración a la tristeza.
Por todos estrechado, alzó la copa
Frente a la alegre tropa
Desbordante de risas y de contento;
Los inundó en la luz de una mirada,
Sacudió su melena alborotada
Y dijo así, con inspirado acento:
—Brindo por la mujer, mas no por ésa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos:
por la mujer que me arrulló en la cuna.
Por la mujer que me enseño de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dio en pedazos,
uno por uno, el corazón entero.
¡Por mi Madre! Bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.
Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía,
y lloró de alegría,
sintiendo mi cabeza en su corpiño.
Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi Madre, bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella…
El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.
Mamacita…una noche más que no estarás con nosotros…noche de ausencia pero estarás en el recuerdo, de tu generación que heredaste: tus nietos Alfonso, Sagrario, Aldo y Trinidad; de tus bisnietos, Keneth, Nisty, Aldo, Litzy, Leo y Nesthy…