Desde que Anilú Íngram llegó al Congreso local, desde que fue nombrada presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, se supo que la señorita era una mujer cumplidora. Le cumplió a Fidel, quien desde que la vio en televisión como conductora de programas de espectáculos y luego como reina de carnaval se dijo: “Ésta sí se ve que cumple”. Y el talento de televisión le cumplió a Fidel y Fidel le cumplió a ella.
Se puede decir mucho de Anilú Íngram, que no tiene talento pero que es buena moza, sin embargo en el gobierno nadie duda de que la señorita es cumplidora.
A Javier Duarte también le cumplió. Anilú Íngram, como presidenta de la Cámara puso a disposición del gobernador la agenda de la Cámara de diputados. Con ello logró que todas las iniciativas del gobernador pasaran. La última iniciativa, la de la reforma electoral, no tuvo el menor inconveniente, la señorita Íngram, cumplidora como es, le puso la aprobación de la Reforma en bandeja de plata a un gobernador que también le cumplió. Porque dispendioso como es con sus amigos, Duarte le entregó la candidatura para que el talento de televisión busque la diputación federal por el distrito de Veracruz puerto.
El problema es que Anilú Íngram, el talento de televisión, a quien debió cumplir fue a los que votaron por ella. A los que salieron a las casillas y marcaron con una cruz su nombre, a los electores que confiaron en su palabra; a los que la vieron exhibiendo su gran talento de televisión al momento de firmar ante notario público: “Hoy firmé mi compromiso de servir a #Veracruz los 1097 días del periodo legislativo”. Ahí está la foto, ahí está la firma enorme, ahí está la candidata firmando, inclinada, mostrando su gran talento.
¿Y a quién se le puede reclamar que no haya cumplido? ¿Acaso la ineficiente Contraloría le puede pedir cuentas? ¿Acaso se le pueden fincar responsabilidades? ¿Se le puede aplicar la Ley de Responsabilidades para Servidores Públicos?
Anilú no es cumplidora, y le importa un pito lo que digan las leyes, porque en este país, a una persona que no cumple su palabra, que no cumple sus compromisos, no le sucede nada. Es más, según vemos, las personas que no tiene palabra, que no cumplen sus compromisos, son los que más alto llegan en los ámbitos políticos. Si prometer no empobrece, dejar de cumplir los compromisos, no tiene la menor consecuencia.
Es por ello que todo lo que diga de aquí en adelante la señora Anilú Íngram, se puede poner en tela de juicio; incluso si llegase a tener nuevamente el descaro de firmarlo ante notario público. Eso sería el colmo del cinismo, de la desvergüenza.
En estos meses que hemos visto a la señora Íngram como servidora pública, podemos concluir que ella no tiene palabra.
Así es que Anilú sólo puede basar su escalada política gracias a lo que dice la canción: “No tiene talento pero es muy buena moza tiene buen cuerpo y eso es otra cosa.