Quince de enero de 2015, fecha límite para tramitar o renovar la credencial de elector que no tiene un 15 en la parte de atrás, repetía una y otra vez el comercial del Instituto Nacional Electoral, (INE) en los medios de comunicación.
Es chistoso porque parece que como buenos mexicanos esperamos precisamente ese día, el último, para ir y tramitarla.
Eran largas colas; bueno, filas las que se formaron en los módulos de trámite hasta la media noche, pues precisamente a muchos les entró la apuración de hacerlo el día último.
Por fortuna, el INE ha informado a través de su portal electrónico que a las personas que les robaron su credencial o la extraviaron, tienen hasta el 31 de enero para tramitarla siempre y cuando no cambien sus datos, pues será sólo reposición.
¿Esperaremos también a que llegue el 31 de enero para hacer la fila?

II
Son aproximadamente las once de la mañana cuando coincido en el sanitario con una empleada del módulo de licencias para conducir. ¡Tienen mucha gente! le afirmo.
Ella asiente con la cabeza, mientras me dice que hace media hora ya cortaron la fila, pues no les daría tiempo atender a todos los que se formaron.
En este caso, no es el último día para el trámite, aunque la cosa empeora ya que la mayoría de la gente que está formada es porque ya se le venció la licencia y tiene que hacer la renovación.
Pero déjeme comentarle que esas filas no son comunes, sino que son originadas por los operativos viales que está llevando a cabo la Secretaría de Seguridad Pública. Pero ¿Por qué no hacer la renovación antes de que se venza el plástico? ¿Por qué esperamos hasta el último momento?

III
Los ejemplos anteriores son casos comunes de la frase: “Siempre dejamos todo a lo último, como buenos mexicanos”. Seguramente usted lo ha escuchado o ha estado alguna vez en esa situación.
Aunque déjeme comentarle que alguna vez leí un artículo de psicología evolutiva o del desarrollo humano (estudia la forma en la que los seres humanos cambian a lo largo de su vida) y mencionaba que no sólo le ocurre a los mexicanos, sino también a los venezolanos, a los chilenos, los panameños, etcétera, etcétera.
El artículo trataba de identificar, aclarar y explicar el porqué tenemos ésa conducta. Según el mismo, lo que sucede es que postergamos constantemente las cosas y buscamos una justificación para las mismas. Y al final, nos lamentamos y nos preguntarnos ¿Por qué no lo hice antes? cayendo en un cargo de conciencia. Y entonces recordamos el refrán “no dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy” ¡Ahhh si lo hubiese hecho antes! pero una frase dice también “¡El hubiera, no existe!”
Pero la pregunta del millón es ¿Por qué lo hacemos? ¿Por que dejamos generalmente para última hora los pagos, los trámites vehiculares, algunas compras, los trabajos o reportes finales? ¿Por qué son finales, y queremos hacer honor al nombre?
¡Vaya! hasta el cargar combustible lo dejamos al final, esperando a tener casi la reserva que marca el tanque del automóvil.
Respuestas ante esta conducta pueden ser muchísimas, es más, creo que tenemos todas las respuestas del mundo, como: “en la siguiente lo hago”, “cuando termine de hacer esto, hago aquello”, “cuando tenga dinero”… “al ratito”… definitivamente nos permitimos estas respuestas porque aún nos queda tiempo para hacerlo. ¿Y cuando el tiempo se acaba? Simplemente nos lamentamos.
Estas conductas pueden ser por falta de planificación, de desidia, de flojera, de educación, de disciplina, de autocontrol, de olvido y hasta de costumbre.
Definitivamente, si hacemos un análisis exhaustivo de nuestra persona, encontraremos más respuestas que es probable nos sirvan para organizarnos y aplicarnos, y por supuesto ¡no postergar las cosas, porque aún tenemos tiempo!

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