La sociedad y a nombre de ella los periodistas están obligados a preguntar al presidente, a Nuño y a Osorio, pero también a otros altos funcionarios del gobierno, en qué consisten esas agresiones y quiénes las realiza.

Al finalizar el 2014, Los Pinos adoptó el carácter de víctima de agresiones de parte de los grupos supuestamente afectados por las reformas impulsadas, en el marco del Pacto por México, por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en acuerdo con el PRI, PAN y PRD.

En diciembre, Aurelio Nuño, jefe de la oficina de la Presidencia, y después el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, en eventos públicos pronunciaron discursos donde sostuvieron ese planteamiento. Ninguno de los dos especificó quiénes eran, con nombre y apellido, los supuestos agresores y tampoco en qué consistían los ataques.

El PRI, antes de estas intervenciones, ya sostenía ese discurso, que desde el centro ha bajado a los estados, y ha sido bien aprendido por las dirigencias estatales, aunque no saben qué hacer con él. El consumo se ha quedado al interior de sectores de la militancia, pero no va más allá.

Todo indica que ese discurso se elaboró en la oficina que dirige Nuño y que tiene el beneplácito del presidente. Es por eso que él, con la molestia de algunos secretarios, fue designado para pronunciar el discurso oficial en el 199 aniversario de la muerte del insurgente, el padre José María Morelos y Pavón.

Al no precisar cuáles son las agresiones se abre un gran espacio para la especulación. ¿Según la Presidencia la Casa Blanca es uno de esos ataques? ¿La casa de Malinalco es otro? ¿La negativa de las empresas a participar la licitación del tren México-Querétaro es parte de los ataques?

Lo mismo sucede con los supuestos agresores y el campo de la especulación es todavía mayor. ¿Es el grupo Carso? ¿Son los bancos? ¿Son los constructores no afines al gobierno? ¿Son las cámaras empresariales? ¿Son empresarios de ciertos sectores de la actividad económica?

La sociedad y a nombre de ella los periodistas están obligados a preguntar al presidente, a Nuño y a Osorio, pero también a otros altos funcionarios del gobierno o a los dirigentes del PRI en qué consisten esas agresiones y quiénes las realizan.

La estrategia de la victimización es muy peligrosa por tres razones: el gobierno se ve débil al mostrarse como objeto de ataques que ameritan la denuncia pública; se genera desconfianza e incertidumbre en la sociedad y entre los inversionistas; se abre el espacio para que todo lo que suceda se adjudique a los enemigos del gobierno.

Hay un peligro que resulta todavía mayor, y preocupa, un gobierno que se asume como víctima puede empezar a golpear a sus supuestos enemigos, para defenderse y acabar con ellos. Espero, así parece, que el discurso de víctima sea sólo un recurso retórico. De no ser así, el gobierno ha abierto una peligrosa caja de pandora.