Nuestra entidad, como muchas otras, no puede contar con alumnos bajo su tutela porque no se debe soslayar que, cuando se quiere atender a hombres y mujeres dedicados al trabajo de campo, las áreas gubernamentales tienen que enfrentar una serie de requerimientos de carácter económico para impartir los contenidos de los planes y programas de estudio debidamente aceptados.
Acercar el conocimiento y procurar la formación de hábitos para que los seres humanos se dediquen a estudiar por sí mismos, es sembrar nuevas inquietudes para superarse, pero hemos localizado distintas exigencias en virtud de que algunos mentores quieren, para efectuar su trabajo, que la sociedad tenga la gentileza de pagarlo, ya que la educación no es posible atenderla como una aspiración que permita que los gobiernos utilicen a cualquiera que esté disponible para enseñar, y no tan sólo preparar a los estudiantes, sino ofrecer libros, riquezas de la enseñanza y además, sabiduría en cuanto servicio al prójimo.
Es lamentable hallar personas que afirman que en el municipio de Astacinga no hay ni un solo alumno cursando grados de estudio que conduzcan hacia su primera licenciatura lo cual significa que no existe instancia de poder que dé importancia a quienes son paisanos, familiares y obviamente viven vinculados a los veracruzanos de todos los tiempos. Lo que resulta de estas inquietudes es que ninguna autoridad de cualquier índole tenga que ver con las necesidades culturales de los habitantes de ese municipio.
Es inadmisible que cuando se visitan lugares de estas características, parece que la idea es que los ciudadanos que los habitan no tengan ningún derecho a ser cultos, a tener títulos, o disfrutar sus ambientes con los elementos técnicos y científicos que da la educación.
Sobran razones por las cuales las instituciones públicas deban preocuparse para que nuestros hermanos tengan derecho a ser cada día mejores, no sólo por bienes materiales elegantes como zapatos, calcetines, pantalones, camisas, baños constantes y perfumes, no, sino por la sabiduría y la riqueza que deben poseer en sus mentes.
Las autoridades se deben poner de acuerdo para saber cuáles son las actividades que, los que se sienten dueños de muchos conocimientos, deben procurar en favor de los que viven lejos de las ciudades dotadas de bienes culturales.
Es importante determinar que cada municipio postergado, como es el caso de Astacinga, no lo dejemos solamente con sus 70 kms. de extensión y sus 5,000 habitantes, porque hay quienes solamente dan importancia cuando reflexionan sobre el río que los alimenta, sus diferentes climas, y ambientes; estos criterios se aplican también para poblaciones como Atlahuilco, Calcahualco y San Andrés Tenejapan, en virtud de que no ha existido un interés abierto para que en ellas se desarrollen proyectos en donde tenga que ver el crecimiento cultural; en otras palabras, quienes habitan esos municipios no les interesan, pues no se estudia la mejor forma para organizarlos y permitir que vayan creciendo desde el punto de vista intelectual.
He citado sólo algunos poblados ya que Veracruz es un estado amplio con cerca de 8 millones de habitantes y deseoso de demostrar que tiene la capacidad básica para destacarse como una de las entidades más importantes del país.
En lo que sí se debe insistir, es que la ilustración debe extenderse en diversas latitudes para llegar al cultivo no tan sólo de las tierras y la educación técnica que las distingue, porque cada una de las poblaciones alejadas y marginadas deben ser tomadas en cuenta para que se sienta que viven en Veracruz y que son dignas de esta entidad federativa.
La idea con la cual se ha trabajado, es que las comunidades tradicionalmente abandonadas por la educación superior se tomen en cuenta, lo que implica que hombres y mujeres vayan a vivir a localidades marginadas desde hace mucho tiempo, y la verdad, es que se piensa que como las habitan campesinos e indígenas no se les debe dar importancia, lo que es un completo error, ya que los gobiernos municipales, estatales y federales deben encontrar una sistematización para atender a quienes viven en ellas, sin tomar en cuenta el dinero que exigen algunas organizaciones para llevarse a cabo.
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