El semanario británico The Economist ha dado seguimiento al trabajo del presidente Enrique Peña Nieto y también elogiado su desempeño para impulsar las reformas aprobadas en el marco del Pacto por México.
A lo largo de estos dos años de gobierno, ha reconocido también el impacto positivo que éstas podrían tener sobre la economía mexicana.
En la última edición, la del sábado pasado, el seminario critica que el presidente y su gabinete no han entendido la gravedad del posible conflicto de intereses que suponen los casos de la Casa Blanca y ahora también la de Ixtapa de la Sal, propiedades del presidente, y la casa de Malinalco, propiedad del secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Afirma que “ambos, Peña y Videgaray, insisten no haber incurrido en nada ilegal. Están perdiendo el punto. En las democracias modernas, a las que México intenta unirse, rascarse mutuamente las espaldas con Grupo Higa es visto como un comportamiento inaceptable”.
El semanario añade que los acontecimientos de los últimos meses “han medrado la autoridad que (el presidente) usó para impulsar las reformas” y que “nadie ha asumido responsabilidad ni han respondido ante la falla de seguridad, ni por la evasiva licitación del Tren de Alta Velocidad o por los conflictos de interés.
“Nadie ha cancelado los contratos entre el gobierno y Grupo Higa mientras éste es investigado”.
Y asegura que “si fueran serios en combatir la corrupción y los conflictos de interés, los líderes políticos de México deberían mirar a Brasil”, que ahora investiga a la paraestatal Petrobras, por actos de corrupción que ascienden a más de 4,000 millones de dólares.
“La aprobación del señor Peña ha caído a 40%, cercano a la peor marca para un presidente mexicano”, dice el semanario, que en su análisis considera que el más beneficiado con esta situación es “Andrés Manuel López Obrador, un populista mesiánico, quien en dos ocasiones se ha quedado cerca de ganar la presidencia. México merece algo mejor”.
The Economist no es crítico del gobierno del presidente Peña Nieto y más bien, como ya se dijo, ha mantenido una cobertura positiva del desempeño del actual gobierno federal.
La Presidencia de la República debería valorar en su justa dimensión lo que significa esa nueva postura y actuar en consecuencia.
Lo que piensa el semanario es compartido por otros medios en el mundo, integrantes de gobiernos y funcionarios de organismos internacionales, pero también lo piensan así amplios sectores de la sociedad mexicana y la mayor parte del llamado círculo rojo.
El presidente y su gobierno están obligados a dar una buena respuesta a estos hechos y no lo han hecho. Es necesario que por su bien y el del país tomen conciencia del impacto que estos sucesos generan en la opinión pública nacional e internacional y actúen ya. Si no lo hace su credibilidad seguirá en duda. Faltan cuatro años de gobierno.
Twitter: @RubenAguilar