La canción no miente: “Es tan fácil romper un corazón…” Bueno, eso dice y dicen. Lo cierto es que resulta tan fácil romper no una sino varias, muchas, millones de vidas. Las guerras, la violencia, los asesinatos, los secuestros, las desapariciones, los descuartizamientos provocan no sólo dolor y sufrimiento a las víctimas directas, sino también a los familiares, parientes y amigos. Pero tal parece que ya no sentimos. Ya no nos alarmamos. Nos hemos acostumbrado a ver la tragedia del otro, de los otros y no pasa nada. Se ha vuelto un espectáculo, materia prima de los medios (mediocres) de comunicación. “La vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba…” Y muchos nos quedamos nomás milando las desdichas ajenas.
Así las cosas. Que sean 43, o más, se llamen Juan, María o Moisés, ¿eso qué? Pos ya se los llevó la chingada, ¿no? ¿Tan así de indiferentes? Con el tiempo todo se olvida. Al menos a eso apuestan nuestros gobernantes y políticos y etc.
“Viento triste, andante lento y solo. ¿A dónde se han ido los árboles?”, escribió Williams Deer. Sí, ¿dónde estamos?, ¿a dónde nos hemos ido?
Bien lo dijo Hugo Hiriart, en su libro Capitán Nemo: “La Tierra está cada vez más llenada de gente, los recursos no alcanzan y el hambre planetaria acecha. Reina por todas partes la mayor y más cruel injusticia, hay pocos ricos, un número cada vez más inmenso de pobres y miserables, para no recordar que no hay trabajo ni siquiera en los países poderosos… Frente a un panorama así, algo debe hacerse. ¿Crees que los políticos profesionales salvarán la situación? ¿Precisamente ellos, que son los responsables de la catástrofe? ¿Entonces?
“Como digo, la política es fatal e inevitable. Si algo ha tenido y tiene es ser campo de batalla de diversas y enconadas discrepancias. (…)”
“Pero si nos disgusta lo que sucede tendríamos que modificar su dirección. Sólo si una gran mayoría resuelve hacer política, las cosas pueden cambiar. El mundo se mueve como el pájaro en el aire, con lo que vuelvo a decir que siempre está ahí, fatal, ineludible, la política”. Ahí ‘ta.

Los días y los temas

Me consta. El H. Congreso de Veracruz ya tenía siglos con los mismos muebles: escritorios viejísimos, con polillas; sillas todas caídas, apestosas; archiveros oxidados. Bueno, no para todos; estaban los privilegiados diputados y uno que otro asesor y colado que disfrutaban de ciertas comodidades. Pero ahora –y eso hay que reconocerlo y cacarearlo-, gracias al presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXIII Legislatura Local, diputado Juan Nicolás Callejas Arroyo, todo el personal administrativo y demás cuentan, gozan con mobiliario nuevo, de lujo.
Entrevistado por el reconocido periodista Javier Salas Hernández, el Tesorero del Congreso estatal, Serafín Hernández Sahagón, dijo que “con una inversión cercana a los dos millones de pesos se renovó el mobiliario del personal administrativo del Palacio Legislativo, mismo que tenía más de 20 años. Desde la inauguración del Palacio Legislativo, en el cuatrienio de Dante Delgado Ranauuro, el mobiliario no se había cambiado ni se le había dado manteniendo”. Me consta.
La diputada Gladys Merlín Castro continúa trabajando con responsabilidad y compromiso por Veracruz, ahora como presidenta de la Comisión Permanente de Salud y Asistencia del Congreso estatal. Expresó en días pasados que seguirá buscando “más y mejores servicios médicos, sobre todo para las familias marginadas y de escasos recursos”. Bien.
Por lo pronto, ahí se ven.