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Había una vez un Toluqueño locuaz, / quién desde la adolescencia solo Rockanroleando encontraba en su espíritu solaz. / Ni en la prepa ni en la Escuela de Contabilidad estaba satisfecho o en paz, / pues él nació para el Aplauso y con el tiempo lo necesitaba más y más; / provocando la ira de sus papás madre consentidora y padre militar; Zas. Aplausos.
Este nativo del Estado de México no ha tenido problemas para recibir los aplausos del público, porque sencillamente él se los solicita y la gente gustosa le corresponde. Aplausos.
Pero otro paisano suyo, del Estado de México, nacido en Atlacomulco, no corrió con la misma suerte al término de su discurso oficial en el que anunció su instrucción para que se investigue si hubo conflicto de intereses en las adquisiciones de las casas de su secretario de hacienda, su esposa y de él mismo.
Una vez concluido lo que podría ser el posicionamiento normal de un funcionario que juró cumplir y hacer cumplir la Constitución de nuestro país, en una clara alusión de que “tiene la conciencia tranquila” o de que “el que nada debe, nada teme” y por lo mismo está dispuesto a abrirse a la investigación y aclaración de un tema que le ha ocasionado muchos reclamos de la sociedad; cuando se esperaba la reacción de respuesta de los representantes de los medios de comunicación convocados para éste acto, el silencio reinó en el recinto.
Desprenderse de la tribuna sin los resultados esperados, traducidos en una ovación o por lo menos en un modesto ruido que moviera la aguja del “aplausómetro”, representó la respuesta de lo que todo el país ha manifestado de muchas formas en éstos últimos tiempos: “ya no creemos nada”.
Y es que todos los discursos de campaña que apuntaban a un nuevo rumbo, estaban señalando directamente a un cambio hacia mejores horizontes, haciendo énfasis en la mala estrategia en el tema de la seguridad, los gasolinazos y la falta de las grandes reformas que México necesitaba urgentemente y que el gobierno en turno no había propuesto o no había sabido negociar, pero que en ésta oportunidad se impulsarían para que la sociedad tuviera mejores oportunidades laborales y mejores escenarios, nada ha ocurrido.
Tras haber logrado el resultado inimaginable de 11 reformas estructurales, algunas de ellas no muy claras y por lo tanto muy debatidas, pero que representaron el reconocimiento de la comunidad internacional, todo parecía ir viento en popa para el titular del Ejecutivo Federal; en ese entonces todo eran aplausos.
Porqué entonces al anunciar que se inicia una investigación sobre el conflicto de intereses en el que podría haber incurrido su secretario de hacienda, su esposa y él mismo, no provocó aplausos?.
Tal vez los comunicadores presentes ya no se chupan el dedo y ellos sí tuvieron claro que el encargar la investigación sobre el conflicto de intereses a un empleado suyo es por sí misma una medida que genera un conflicto de intereses.
Sólo había dado un medio giro para alejarse del estrado pero el micrófono todavía pudo captar claramente la expresión que retumbó con mayor impacto no sólo en los presentes, sino que ha dado la vuelta al mundo.
16 minutos del discurso previo quedaron casi borrados por la expresión de sólo 3 segundos “Ya sé que no aplauden” y enseguida el pueblo entero lo comentó; de esta manera quedó sepultado el conflicto de intereses que quieren investigar para que a todos nos quede claro que el único conflicto aquí es porque nadie aplaude. Ese es mi pienso. Aplausos.