Un reclamo nacional y permanente de los derechohabientes del ISSSTE – como de todas las instituciones del sector salud- es la calidad en los servicios. Para esto, además de hospitales, equipos modernos, medicamento suficiente y muchas otras cosas materiales, hacen falta dos condiciones:

• Una política pública federal – de corto, mediano y largo plazo- en materia de salud que otorgue prioridad presupuestal multisectorial a la prevención y la promoción de modos de vida saludables conforme al precepto Constitucional y, de igual rango, conforme a los Acuerdos Internacionales sobre Determinantes de la Salud, suscritos por México ante la Organización Mundial de la Salud, (OMS). Una simple comparación de presupuestos anuales por sector y programa es suficiente para demostrar que nunca ha existido congruencia entre el gasto y el discurso oficial. Poderosos intereses nacionales e internacionales controlan el más lucrativo negocio mundial el cual es incompatible con una política de salud que privilegie la medicina preventiva y la promoción de modos de vida saludable.

• Hace falta que el Sector Salud y el ISSSTE en particular “goce de salud” en el conjunto de todos sus trabajadores. (me refiero a una verdadera cultura de calidad en el servicio) Por ahora abordaré sólo este último aspecto:

¿Qué está pasando con los médicos, auxiliares, administrativos y en general con los trabajadores del ISSSTE?

A pesar de los servidores cumplidos, capaces y leales – que sin duda los hay – pesan y mucho “las enfermedades” de siempre: burocratismo, privilegios sindicales, conflictos entre intereses creados, individualismo, penetración de intereses externos y toda clase de “pecaditos” de esos de los que no hay evidencia. Es una lástima porque con esos males, las instalaciones por muy modernas que sean, (que ya deberían estar terminadas e inauguradas) no son suficientes para garantizar la calidad que reclaman los derechohabientes. Para eso hace falta una nueva cultura de servicio sustentada en valores éticos. Una necesidad que observo desde hace más de 40 años, primero como hijo de derechohabiente, luego como trabajador y ahora como pensionado.

Para que florezca y predomine una cultura así, toda la actividad del Instituto debería ser transparente como son los nuevos cubículos. O sea al ISSSTE le hace falta una fuerte sacudida para que salga a flote la vida y caiga al suelo lo que ya no sirve. La parte sana – que afortunadamente existe- hay que preservarla, reconocerla y aún estimularla. La enferma o descompuesta y que sea curable, hay que rescatarla, unas veces para reúso positivo y en otros para generar “anticuerpos”. Por último la incurable o desahuciada hay que identificarle “las colas” que tenga para poder aislara o de plano meterla al quirófano para extirparla.

Con voluntad política y mediante estrategias inteligentes, el saneamiento del ISSSTE es posible lograrlo; lo contrario es navegar de a muertito, negar el problema y su magnitud o peor, reconocerlo pero aplicando “palos de ciego” inútiles y desgastantes que solo conducen a enfermar más “al paciente”.

Sin embargo, para los derechohabientes esperar quizá sea uno de los problemas que – primero que nada – deberíamos tratar de resolver. Se requiere un cambio de actitud – hacia sí mismos y hacia la institución – aunque también en directivos y en todo el personal médico, enfermeras, trabajadores auxiliares y administrativos. Hace falta que al esfuerzo de cambio de las autoridades se añada la colaboración de todos y en especial de los usuarios.

Cierto hoy el ISSSTE -Veracruz tiene un nuevo Delegado, Renato Alarcón Guevara joven profesional cuyo estilo de trabajo hace pensar que su gestión será de cambio apoyado en la millonaria inversión que ya se ejerce en la modernización de la clínica; después vendrá lo más difícil de cambiar: los comportamientos, los hábitos del personal, sean médicos, enfermeras, administrativos y en general los trabajadores. Un mundo afectado por grupos de interés, feudos, sindicato, asociaciones, muchos intereses internos y externos, y deformaciones donde hasta los vendedores informales de alimentos “pintan su raya” a las autoridades. No dejo de mencionar las inhumanas cargas de trabajo de los médicos ni sus bajos salarios, tampoco algunos pecadillos de privilegios y comisiones. Un diputado local gana al año 10 veces más que un medico con especialidad.

Ningún delegado por muy capaz que sea puede sólo y con tanta bronca. Nadie puede cambiar de verdad una institución de la noche a la mañana y sin previas medidas profilácticas que al momento de aplicarse es inevitable «toquen callos, » porque afectan intereses creados que responden como siempre con simulación y resistencia al cambio o de plano el sabotaje a las medidas innovadoras. Es el cáncer que se come la vida.

Hace unos días estaba yo de visita por la Clínica del ISSSTE y me dijo una persona «Aquí hemos estado por varias décadas, Gobernadores y Presidentes van y vienen y nadie nos corre, sólo nos cambian de lugar, ya somos maestros en eso de recibir y despedir a los nuevos incluso los reciclados y, sus buenas intenciones. Ni nos asustan ni nos preocupan pues tienen tanta prisa que hasta a nosotros nos necesitan para ir tras sus sueños personales. Los políticos van de paso, los expertos y burócratas no»

Ante esa compleja realidad, Renato Alarcón y el equipo con que cuenta debe actuar con acciones inteligentes basadas en el derecho y en la alianza con lo mejor del personal y con la activa colaboración de los derechohabientes y sus familiares. Nadie puede sólo. Si no se acude a estos recursos, será inevitable el desgaste por sabotajes de grupos interés que se resisten a soltar la ubre de la que han vivido por años.

Transparencia de la función pública y fiscalía real de usuarios es el camino y la terapia ineludible.
El solo intento de mover una fuerza debe contar con otra igual o superior además de tomarse las medidas de control sobre las reacciones. Que al nuevo Delegado no le pase lo que al Buen Toño Nemi que abrió demasiados frentes sin medir las consecuencias. ¿En dónde están los parásitos del ISSSTE enemigos del cambio en el servicio? No se ven pero se sienten y cuentan con poderosos padrinos internos y externos. Honestidad y transparencia. El cambio lo hacemos todos o simplemente se simula. Junto con una sacudida profiláctica y las cirugía necesaria, al ISSSTE le urge el derechohabiente empoderado consciente de sus derechos y corresponsable con su propia salud.