Algo parece suceder en México. La riqueza y la política al parecer no están de acuerdo en “algo”. Si usted recuerda, a través de los años en nuestro país, siempre había existido cierta “complicidad” entre ambos sectores para ocultar, entre otras cosas, la corrupción. Los ricos tapaban a los políticos y viceversa. Pero ¿Qué sucede actualmente?
Recordemos primero que allá por el 2012, el semanario Proceso daba a conocer la información de Alejandro Puente Córdoba, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Telecomunicaciones por Cable (Canitec), donde acusaba a la periodista Carmen Aristegui de ser una “empleada de Carlos Slim”; sin embargo, para mediados del 2014, el periodista Ricardo Alemán titulaba a su columna de opinión “Aristegui-Slim ¿Qué se rompió?”, en la que resaltaba la crítica de la periodista con relación al monopolio de Carlos Slim.
Dos años después, Aristegui pone en jaque al presidente Peña Nieto al publicar el “posible conflicto de interés” con el grupo Higa, por la casa blanca adquirida por la primera dama Angélica Rivera. Pero ¿Quién dio tal información a la titular del noticiario MVS? Algunos dicen que Marcelo Ebrard, personaje relacionado con Slim durante su sexenio, ya que le otorgó a Teléfonos de México S.A.B de C.V un contrato por 459 millones y medio de dólares (casi 6 mil millones de pesos) para entonces proyecto Ciudad Segura.
Aún no se recuperaba el gobierno de Peña, cuando el diario Wall Street Journal publicaba que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, había adquirido también otra casa a Juan Armando Hinojosa, representante legal de Grupo Higa y el mismo que había ganado junto con una filial China la licitación del tren México-Querétaro y que fue cancelada.
Por si algo faltaba, a principios de año, el mismo diario daba a conocer que Enrique Peña Nieto había comprado una casa en Ixtapa de la Sal a otro contratista beneficiado en su administración como gobernador del Estado de México.
Por si fuera poco, el The Economist, diario británico, también hizo varias críticas al gobierno de Peña Nieto al expresar que su gobierno “está tocado por el escándalo”.
El más reciente fue el reportaje del diario The New York Times del que Carlos Slim es accionista mayoritario, y que exhibe al ex gobernador de Oaxaca, José Murat, principal cocinero del proyecto estrella de Peña Nieto, “El Pacto por México”, de poseer media docena de bienes en los Estados Unidos, salpicando a otro funcionario del actual gobierno federal en el Infonavit, su hijo Alejandro Murat. Al otro día, El Universal exhibía un avión de Murat a la venta. Recordemos también que se mencionaba a Slim como dueño de dicho diario nacional, aunque Juan Francisco Ealy Ortiz afirmara lo contrario. La leyenda urbana dice que, al saber Murat que era investigado, llamó a Carlos Slim para que parara el proceso; sin embargo, Slim le contestó, que a pesar del poder económico que tenía en el periódico, le era imposible hacer algo, pues la política editorial con la que se maneja la familia Sulzberger es muy distinta a la de los medios mexicanos.
Por si algo faltara, también el ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, salió a relucir en los mensajes de Unotv.com (de Slim), que llega a millones de usuarios de Telcel (de Slim) y en el que se podía leer: “Los Herrera tienen propiedades en EU: The New York Times”.
Con todas estas “coincidencias Slim-Peña”, pareciese ser que el segundo hombre más rico del mundo está empeñado en dar a conocer todo lo que está atrás del gobierno que preside Enrique Peña Nieto.
Pero ¿Por qué nace ese gran abismo y distanciamiento? Recordemos las reformas de Peña en telecomunicaciones contra los monopolios y los candados para que Slim no pudiera tener acceso a la televisión abierta.
Asimismo, la ausencia de inversión en la construcción del nuevo aeropuerto por parte de Slim, por considerar que las licitaciones de gobierno federal beneficia a empresas extranjeras y del grupo Atlacomulco, abrió más la brecha entre el hombre de negocios y el presidente.
Aunque usted no lo crea, parece haber guerra, pues al día siguiente de hacer público el asunto del New York Times y de la lista del banco HSBC, el SAT dio a conocer la multa de 210 millones de pesos que debe pagar Telcel por utilizar el espectro radioeléctrico para la transmisión de mensajes de texto.
El New York Times prepara otra investigación, y todo parece indicar que esta historia continuará…

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