Ramón Durón Ruiz

Lao-Tsé afirmó: “Ser profundamente querido por alguien te da fortaleza, y querer profundamente a alguien te da valor.” Tal fue el caso de Don Ernesto Gómez Lira, uno de los personajes populares muy querido en el Estado, graduado en la escuela de la vida, su enorme calidad humana, su ruda simplicidad para enfrentar problemas políticos complicados y resolverlos con sana inmediatez, buena fe y sentido de vida, hicieron de él un líder en los momentos difíciles de Reynosa.
Tras su enorme cuerpo, brazos y manos de hombre de campo y de trabajo, había el alma de un hombre sabio, que desbordaba afecto, lo mismo en la política, que en la Asociación Ganadera Regional de Tamaulipas, que con los agricultores del Norte del Estado.
Nació allá por el rancho “Los lagartos” actualmente municipio de Río Bravo; sus padres, hombres de campo, le inculcaron valores y buenos principios morales a él y a sus hermanos, hiceiron de ellos hombres de bien y triunfadores.
Don Ernesto en su juventud, se dedicó a la agricultura y la ganadería, en donde fue un hombre exitoso por su disciplina en el trabajo y enorme calidad y calidez humana.
Una vez incorporado a las tareas políticas reflejó fielmente una personalidad recia, su trato amable y directo, que lo llevó a sembrar amigos, era hombre honorable, de una sola palabra que cautivaba a la gente con facilidad, se dedicó a servir a los humildes.
En la vida no hay casualidades, “Eso que llamamos casualidad surge de la más profunda fuente del universo”. Su incursión en la política se debió a la imperiosa necesidad de abogar por los intereses de los empresarios agrícolas, y cuando menos acuerda, se encontró inmerso en la política municipal, primero como jefe de la Delegación de Tránsito local, posteriormente como Presidente de la Junta de Administración Civil de Reynosa (1978-1980), como una salida negociada, ante la grave crisis política derivada del enfrentamiento entre los grupos políticos en el municipio.
Durante toda su carrera política, con su carácter bronco y atrabancado, siempre dejó testimonio de su genial, fino ingenio y su habilidad política para salir de los atolladeros.
Como buen hombre de campo, acostumbraba a trabajar de sol a sol, se levantaba muy temprano, para que le rindiera más el día; con su natural sabiduría decía la siguiente frase: “En política no te metes, te meten, no te sales… ¡te sacan!”
En la Presidencia Municipal de Reynosa su enorme calidad humana, su innato oficio político, su carisma y su espíritu de servicio, le generaron un considerable capital político y una gran base social entre el pueblo que lo convirtieron en un líder natural en el municipio.
En una de las giras del Presidente Miguel de la Madrid Hurtado, fue invitado Don Ernesto Gómez Lira a un almuerzo que te ofrecían las fuerzas vivas del Estado en honor de tan distinguido visitante en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas.
A Don Ernesto le tocó compartir la mesa con el Secretario General de la Federación de Trabajadores de Tamaulipas, con quién había tenido unos roces, además con el Secretario de Gobernación, Licenciado Manuel Bartlett Díaz, entre otros.
Con ese buen carácter que lo distinguía, sin inhibiciones, Don Ernesto se auto-presentó con el Secretario de Gobernación, inmediatamente comenzó a presentarle a los comensales, a que se dedicaba cada uno de ellos, hasta que llegó el turno de presentar al representante de la CTM en el Estado, un hombre dedicado a acumular fortuna con sus negocios a la sombra del poder.
Para presentar a éste hombre le voy a narrar la siguiente historia: “Cuentan que en una ocasión un exhacendado venido a menos a causa de la Revolución, no tenía nada más que vender porque había malbaratado todos sus bienes y sólo lo quedaba por vender un burro muy arisco. Lo bañó, lo limpió, lo cepilló; acto seguido lo montó y se dirigió al pueblo para venderlo; en el camino, intepestivamente cruzó un correcaminos que lo espantó haciendo que brincara estrepitosamente, lo tumbara y cayera en una nopalera. El hacendado se levantó, quitándose las espinas y encabritado dijo:
–– ¡Hijo de la fregada! y tener que hablar bien de ti… para poder venderte.
Así me pasa a mi Lic. Bartlett –señalando al dirigente de la C.T.M. en el Estado–… ¡Y tener que hablar bien de éste ‘abrón!”
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