Por Ramón Durón Ruiz

M encanta la anécdota del revolucionario y político potosino Don Gonzalo N. Santos, quien realizaba una gira de trabajo por Cd. Valles, –previo a la selección de candidatos a Presidentes Municipales y Diputados Locales–, cuando se le acercó un político y le dijo: —¡Don Gonzalo! usted que es el líder político de nuestro Estado, ayúdeme…¡Quiero JUGAR para Presidente Municipal!
Don Gonzalo lo miró de arriba abajo y con esa inmediatez y sabiduría propia de un hombre de la revolución, le dijo:
—No sea tonto… ¡con la democracia no se juega!
Así pasaba con el afamado Club Webberson, no jugaban con la democracia… ¡la enriquecían!, con el ingenio de decenas de tamaulipecos, que sabían que la política se hace más soportable con una pizca de buen sentido del humor.
En el Club Webberson, se trasluce un excepcional sentido de pensar y de vivir, basado en la amistad, el humor y el ingenio popular. Fundado hace muchos ayeres por el talento del gran periodista Don Guadalupe Díaz Martínez (+), el ingenio y la picardía de Héctor Treto Cisneros (+), y un puñado de destacados tamaulipecos, encumbrados en la política, el sindicalismo, el periodismo, el arte, la academia, etcétera. Las genialidades del Club, son conocidas gracias a las crónicas de Arnoldo García.
Don Guadalupe Díaz Martínez, Director General de El Gráfico de Cd. Victoria, Tamaulipas; fue un excepcional columnista político y de nota roja, sencillo, afable, amigable e inteligente, cautivaba por su sentido de vida. Héctor Treto Cisneros, era un sembrador de amigos, con un sentido común a flor de piel, de pronta respuesta, inteligencia vivaz… pícaro por naturaleza.
Mi querido amigo Armando Jiménez (+), autor de Picardía mexicana, decía: que “eran especialistas en tocar el piano al revés o jugar billar de bolsillo, o una agrupación de bolsones que dejan chiquito al de Mapimí”.
El Club Webberson, es un ícono de la amigable camaradería y del buen sentido del humor de la cultura popular de Tamaulipas, que además de ser basta, es rica y variada, debido tal vez a su gran extensión territorial, a las marcada diferencia entre las tres zonas del Estado, norte, centro y sur, pero sobre todo a que a nuestros personajes populares el genio les es tanto y natural.
El Club Webberson con la pléyade de sus personajes, es un círculo sui géneris que ha logrado ganar adeptos, trascendiendo allende nuestras fronteras, gracias al aire peculiar y pintoresco, a la atmosfera de calor humano y de sensacional sentido del humor con el que viven sus integrantes, gente con inmediatez para el humor y de mente ágil.
Durante muchos años fue un Club, que desde los cafés de Cd. Victoria, llenó la atmósfera de calor humano, vivacidad y picardía; en donde se conjuntaban mentes hábiles, que saben hacer un monumento a la amistad, a la solidaridad, al humor y a la picardía, al más puro estilo norteño.
Difícilmente he visto en el país que se logren conjuntar en un Club, personajes tan conspicuos, como en éste, llenos de una sólida amistad, del poder del humor, del sentido de la vida, la sabiduría, el genio, el ingenio y el sentido común, que en conjunto, hacen que brote a flor de piel, esa fina picardía y excepcional ironía, con la que el mexicano ve la vida y la forma sencilla de afrontarla.
El Club se hizo célebre por la cena de fin de año, a la que asistía lo más granado de la clase política, académica y empresarial; a gozar de la sana sapiencia y sagacidad mental con la que otorgaban sus premios anuales, plenos del humor norteño, galardones que eran producto de un inigualable ingenio y un excepcional sentido del humor.
La matriz del Club se ubica en Cd. Victoria, Tamaulipas, cuenta con sucursales ramificadas en el Estado y a lo largo y ancho del país, que con la misma filosofía webbersoniana –vivir la vida con el mínimo esfuerzo– forma parte de una vertiente muy importante de la cultura popular, veta rica en picardía y buen humor.
En cada uno de los integrantes de éste singular Club, subyace una excepcional experiencia política, riqueza cultural, inteligencia innata, vivacidad y picardía.
Cierta ocasión, se encontraban mis queridos amigos Héctor Treto y Lupe Díaz, en el café “Teka”, haciendo preparativos para la cena de fin de año, cuando un pela’o les dice: — No la ‘inguen, invítenme a la cena, yo soy como ustedes: ¡bien güevón, no hago nada! todo el día me la paso fumando y tomando café.

Treto, con la agudeza mental que lo caracterizaba, irónicamente le respondió: — ¡No ‘abrón! los requisitos que se deben cumplir para ser miembro del Club Webberson, además de ser güevón ¡como tú!, son: 1. No ser mujer; 2. Que la esposa del socio Webberson trabaje; 3. Que se encuentre dispuesta a mantenerlo… ¡sobre todo en tiempos de banca!; 4. Tener presencia política en el Estado; 5. Ser “aviador” del Gobierno Federal, Estatal o Municipal, si reúnes las 3, pasas a ser miembro distinguido, ya que se te podrá “gorrear” de manera continua el café; 6. Tener un odio profundo por todo lo que signifique trabajo… ¡sobre todo el físico!; 7. Si se dedica al periodismo, de preferencia se solicita que sea columnista para filtrar información y la filosofía webbersoniana; 8. Que la columna forme opinión y que tenga credibilidad; 9. Adoptar posiciones políticas de tal manera, que tus opiniones pesen en la opinión pública.
Estos son los requisitos para ser miembro, así que tú no puedes entrar… ¡Tú eres un ‘inche y simple güevón!
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