Por Ramón Durón Ruíz

Sorcha Carey afirma: “No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El conocimiento nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir.” La frase se aplica al pie de la letra a Don Magdaleno Aguilar Castillo, “Maleno” para sus amigos, hombre de origen campesino, rustico en su hacer, sabio en su vivir; fue gobernador de Tamaulipas del 5 de febrero de 1941 al 4 de febrero de 1945.
Este singular personaje, es quizá uno de los ex gobernadores de Tamaulipas, a quien la tradición oral-política más “tallas” o “sucedidos” le ha “levantado” o inventado, si no es que fueron hechos verdaderos.
Bajo de estatura, piel morena, de cuerpo rechoncho, sencillo en su trato, revolucionario honesto, valiente, con una inteligencia natural. Destacó en el Estado por su gran amistad con el ex Presidente de México, Emilio Portes Gil, de la mano de quien escaló importantes cargos, pasando por la Secretaría General de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos; Diputado Local; Presidente del Congreso del Estado; Senador de la República en dos ocasiones y Gobernador del Estado.
Si bien su relación con el Lic. Portes Gil lo ayudó a sobresalir en puestos políticos de importancia, su lucha por el agrarismo tamaulipeco también le acarreó dificultades políticas que lo llevaron a prisión, misma que conoció durante el Gobierno Estatal de Rafael Villarreal, quien en su intento de doblegar a la Liga de Comunidades Agrarias, lo encarceló junto con otro líderes sin mácula como los bien queridos Don Arsenio Saeb y José Escandón.
Cuentan que cuando Magdaleno Aguilar ganó las elecciones para gobernador, acudió a festejar su triunfo con sus seguidores, al Ejido Libertad y Misión Unidas, donde tenía casa.
Los viejos del ejido, campesinos que lo tenían en alto aprecio, se reunieron para felicitarlo; quien en tono de preocupación, tomando aire sentenció: –– Oigan… ¡qué carga me he echado a cuestas!
Uno de ellos, con filosofía rural, le respondió: –– ¡Pero así va a ser el flete que vas a cobrar “Maleno”!
En aquellos años, el Secretario de Agricultura, Don Marte R. Gómez, invitó a Don Magdaleno, a la inauguración de la Exposición Nacional Ganadera a celebrarse en San Jacinto, Distrito Federal. Don Marte, no ocultaba su entusiasmo para que su amigo, conociera a un toro semental de alto registro, de probada calidad genética y descendencia reconocida que lo hacía un semental admirado en la Exposición Ganadera.
Por los compromisos contraídos con anterioridad, Don Magdaleno le manifestó al Secretario de Agricultura que no podía asistir a dicho evento; sin embargo, aseguró que días después estaría en la Ciudad de México.
Don Magdaleno –que fue un hombre muy prolífico–, reunió a un buen número de sus hijos y partió rumbo a la Exposición Ganadera. Al llegar, como cualquier ciudadano, mandó comprar los boletos de entrada, pero uno de los organizadores lo reconoció; más pronto que inmediatamente, se presentó con él y le dijo: –– Señor gobernador, qué honor contar con su presencia.
Sin hacer mucho caso al “besamanos”, Don Magdaleno, respondió: –– Tengo mucho interés que mis hijos recorran la exposición ganadera y conozcan al “torito ese” que Marte dice que es mucha pieza.
El funcionario en cuestión, sorprendido por el número de acompañantes del gobernador, le preguntó:
–– ¿Cómo, todos estos niños y jóvenes son sus hijos?
–– ¡Sí señor… a mucho orgullo! –ufano contestó el gobernador.
El funcionario, con ojos de sorpresa exclamó: –– Por favor… ¡pásele para que el torito lo conozca a usted!
Después de una reunión con la dirigencia del SNTE en el Estado, Don Magdaleno Aguilar tuvo la cortesía de invitarlos a comer a su casa; ya que apreciaba y conocía, de tiempo atrás a la mayoría de los maestros. El Secretario General era el estimado profesor Oscar Álvarez Caballero, quien antes de comenzar a comer y para hacer más llevadera la espera, comentó al gobernador:
–– Don Magdaleno, acabo de ver las flores de su jardín y me acordé de mi reciente visita a Ocampo, –la tierra de mi esposa–, aproveché y me di una vuelta a Gómez Farías para visitar “El Cielo”, me gustó mucho, hay una vegetación exuberante y gran variedad de flores; por cierto, las que más me gustaron fueron los claveles.
Otro de los asistentes intervino: –– A mí las que más me gustan son las gladiolas.
Uno a uno, todos los asistentes comentaron su preferencia entre las flores, algunos dijeron que la azucena, otros las teresitas, otro más las rosas, etc., al tocar el turno al Gobernador del Estado, todos esperaban ansiosamente conocer su predilección: –– A mí, las flores que más me gustan, son las chochas y si me las guisan con chorizo… ¡son exquisitas!
Don Magdaleno se refería, desde luego, a la flor de la pita, que florece en Primavera y que es un sabroso alimento típico y apreciado por los habitantes del centro del estado de Tamaulipas, pero que de ninguna manera en nuestra región se consideran flores de ornato.
Don Magdaleno Aguilar siempre fue un hombre feliz, satisfecho consigo mismo; fue un político íntegro y honesto. Tenía un estilo personal y práctico para resolver los problemas y ayudar a la gente. Gobernó con mucho sentido común y no mostraba arrogancia ni ostentación alguna.
Por eso, éste viejo Filósofo afirma: “Con los problemas, haz como los perros con los postes… los olfatean, le dan una vuelta, los mean y se van” filosofo2006@nullprodigy.net.mx