En días pasados, el Congreso de la Unión aprobó nuevas medidas de combate a la corrupción, problema que se ha convertido en una alcantarilla a la que se van millones de pesos de recursos públicos.

Hace 40 años, la picaresca popular acuñó la frase “La corrupción somos todos”, en franca y abierta parodia al lema de campaña del candidato y después presidente de la República, José López Portillo, que decía que “La solución somos todos”.

Décadas antes, Jesús Martínez “Palillo” hacía de los políticos corruptos sus personajes principales en sus rutinas en carpas y teatros. Material nunca le faltó. Él decía que bastaba leer los periódicos del día para saber qué y cómo se presentaría en la función de la noche. Se decía –a mí no me consta– que Palillo siempre trabajaba con un amparo judicial.

En tiempos más recientes, se ha tomado medidas para transparentar los recursos públicos. En el Congreso local acaban de presentar una iniciativa para reformar la Ley de Adquisiciones y Arrendamientos del Estado de Veracruz.

Ante ello, el secretario de la Comisión de Justicia y Puntos Constitucionales de la LXIII Legislatura, diputado Domingo Bahena Corbalá, se dijo satisfecho por el aval del Congreso de la Unión para la creación del Sistema Anticorrupción. “Porque en el combate a la corrupción todos debemos abonar para contar con gobiernos que gocen de credibilidad y certeza en el manejo de los recursos públicos”.

No sé desde cuándo tenemos este problema social. México es uno de los países en el que la corrupción es una práctica común. Por supuesto que para que exista debehaber por lo menos dos partes: el que corrompe y el corrompido.De la “mordida” al “moche”, pasando por el “diezmo”, sólo han cambiado los términos, porque el problema es el mismo: corrupción.

Pero no sólo es dinero –que ya por sí es preocupante–, sino vidas humanas que se pierden por malas obras, estancamiento y rezago social; todos los afectados podrían ser resumidos en la novela El Coronel no tiene quien le escriba, donde la esperanza y la desesperanza son la constante.

Por supuesto que no basta con buenas leyes. Así no se construye un país, se trata de cambiar nuestra actitud, de respetar nuestra persona y la de los demás. Sin embargo, no es suficiente con que los ciudadanos respeten y se respeten, hace falta castigos ejemplares como una medida para inhibir este tipo de prácticas. Por supuesto, para eso necesitamos todavía caminar un buen trecho, pero los pasos los vamos dando.

Mando un abrazo solidario a todas las mujeres y a todos los varones por compartir la conmemoración del Día Internacional de la Mujer (lo correcto es “de las mujeres”), que al igual que el combate contra la corrupción, nosotras y ellos todos los días libramos batallas para eliminar brechas de marginación, discriminación y misoginia. Disfruten su fin de semana.