A este hombre, simple y sencillamente no se le puede tomar en serio. Al consolidarse las reformas estructurales hubo un periodo en el que se volcó eufórico en favor del gobierno del Presidente Peña Nieto, no paraban los halagos para el mexiquense, prácticamente renunció a su militancia panista y solicitó su adhesión al PRI. Después, llegó esa etapa oscura de la cual todavía no salimos en donde se combinaron la desaparición -y el crimen- de los 43 normalistas de Ayotzinapa, más los escándalos de las casas y los conflictos de intereses que implicaron, más las cancelaciones de algunos de los principales proyectos constructivos del gobierno federal lo que derivó en una crisis de confianza hacia el actual gobierno, que de inmediato vino el desmarque de lo que había dicho Fox de Peña Nieto, a quien no se había cansado de llenar de elogios, y ahora en su afán de continuar «vivo», ahora nos sale con que hay que negociar con el crimen organizado y para ello da una serie de «recetas» -recomendaciones- al actual gobierno para que llegué a acuerdos con los malos ya que, el crimen, según él nuca se va a acabar, por lo que dice, en pocas palabras, que es una guerra que no tiene fin. Por lo que se ve no tiene remedio este hombre, no se le puede tomar en serio, el Estado jamás podría llegar a pactar con los grupos delictivos, sería tanto como la abdicación del principio de autoridad y la sumisión total ante el crimen, además de que en los hechos, supondría poner en la misma mesa, al mismo nivel, a una entidad como el Estado, que está por encima de todos, con una fuerza delictiva por muy poderosa que esta sea.