Si algunos sugieren que por lo alto de su costo y por la situación económica del país no es recomendable que el presidente Enrique Peña Nieto concluya la operación de compraventa del nuevo avión presidencial, solicitado desde el final del gobierno de Felipe Calderón, esto es menos probable que ocurra, a partir del regreso el pasado viernes del Presidente, de Londres, en que el TPO1 comprado en 1987 por Miguel de la Madrid, soltó en pleno vuelo una despresurización que le obligó a disminuir la altura, y a entrar en mantenimiento a su llegada a México.