A cinco años de haber iniciado la actual administración gubernamental la barca no ha sido enderezada y por su genética permanece como rehén de las turbulencias heredadas por el gobierno antecesor, acompañadas de un oneroso legajo de cuentas turbias y un desbarajuste administrativo sin resolver transcurridos los cinco de ejercicio. Las causas pueden ubicarse a partir de un indiscriminado agradecimiento hasta la impericia para hacer un puntual deslinde entre lo que se recibió y lo que se iniciaba, lo que ha propiciado que a estas alturas del desempeño duartista el actual gobierno ya es responsable solidario de aquel legado.
Del porqué no existe correspondencia entre el ejercicio presupuestal, sumado a la aplicación del recurso que devino por deuda pública y la casi inexistente obra para la infraestructura estatal y municipal hablan la inestabilidad en el aparato administrativo y por supuesto el acentuado desatino en el reclutamiento de colaboradores, escogidos más para el pago de facturas que para enfrentar con eficiencia el gran reto de proporcionarle los satisfactores que requiere la sociedad veracruzana. Frente a lo evidenciado, es innecesario enfatizar que el personal reclutado no fue el idóneo para enfrentar una situación verdaderamente crítica, lo que encuentra sobrada explicación en los compromisos de grupo y el manifiesto noviciado.
Según el cronograma gubernamental, a estas alturas de la gestión político-administrativa de Duarte de Ochoa, se tendría un buen volumen de obra pública, menos población en condiciones de pobreza extrema y un aceptable desarrollo económico, con sector agropecuario y una planta industrial en acentuado crecimiento.
Al quinto año de una gestión a seis ya es posible iniciar evaluaciones sobre cuánto se ha hecho y cuánto se ha dejado de hacer. Tomando como marco de referencia que los 21 meses por venir son esencialmente de ocupación política, y un escenario en que el principal problema es el financiero, hace previsible suponer lo poco que se avanzará en materia de infraestructura física y en la implementación de los programas sociales. Además, en este primer semestre de 2015 la preocupación toral del gobernante veracruzano, aparte de los agudos problemas pecuniarios que enfrenta su gobierno, es la de entregarle al presidente de la república, jefe nato de su partido, buenas cuentas en el número de diputados federales priistas que Veracruz vaya a aportar al Congreso que Peña Nieto necesita para trabajar con menor presión en la segunda mitad de su mandato.
En 2012 el reporte que Duarte de Ochoa le rindió a Peña Nieto no fue el esperado, que aquí haya perdido el PRI en aquella elección es un expediente que gravita sobre el gobierno y el gobernante veracruzanos. No cabría excusa de ninguna naturaleza si el balance de esta próxima elección federal resultara desfavorable para el PRI, porque entonces se enfatizaría con mayor rigor la debilidad del gobernante frente al centro, una razón más para su descarte en el asunto de la sucesión de gobierno en 2016.
Sobre las cuentas que rendirá Duarte de Ochoa a la sociedad veracruzana, el pronóstico ya no puede ser optimista, si consideramos que este y el siguiente son “años políticos” y que en nuestra cultura esa condición gravita pesadamente en la actividad de gobierno. En ese berenjenal no ha sido una declaración afortunada, entre otras del mismo jaez, la que expresó el gobernador en un intento fallido por explicar lo del retraso en los pagos a acreedores, en la remisión de recursos federales a los ayuntamientos y hasta demora en pago de nómina, acotando que se debe a “ajustes que se vienen haciendo”, pues es un asunto que transcurridos cinco años más cuatro meses ya debiera ser un expediente del pasado.
Tres Procuradores, cinco Secretarios de finanzas, cuatro Secretarios en la convertida SIOP, tres relevos en la Secretaría de Gobierno, tres titulares diferentes en la Contraloría, dos en Sedarpa, dos en Educación Pública, tres diferentes ocupantes de la oficina principal en Salud, tres titulares en Comunicación Social, tres en Desarrollo Social, tres en Turismo (sin contar que quienes han permanecido inamovibles en sus puestos desde el arranque de este gobierno dudosamente han dado resultados positivos), nos dan un panorama de desequilibrio administrativo en áreas de vital importancia en todo gobierno, y si coincidimos en que administrar es gobernar la inferencia del resultado es lógica.
Sumados los presupuestos ejercidos por el actual gobierno del estado, de 2011 al 2015, alcanzan una cifra cercana al medio billón de pesos, es una cantidad tan elevada que alguna huella debiera dejar en la geografía veracruzana ¿la habrá? Porque a esta suma de cientos de miles de millones de pesos debe añadirse lo que el gobierno federal ejerce en la entidad, adicionalmente los recursos que el Fonden ha remitido para la reconstrucción; más el agregado del dinero proveniente de la deuda pública contratada, esta es una relatoría que despierta cuestionamientos por doquier.
Ya en el orden meramente político, lo que es posible advertir es verdaderamente inédito en esta entidad: dos actores políticos arrancaron su precampaña al senado casi simultáneamente con el inicio del actual gobierno estatal; esa inercia continúa y cobró mayor ímpetu una vez que ambos se convirtieron en senadores de la república, a estas alturas está más que visto que José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa no han bajado la intensidad de su ritmo proselitista en recorridos sin cortapisas por el territorio veracruzano; en el formato del viejo régimen tal conducta era acotada por el gobernante en turno, y ocasión hubo en que se llegó al extremo de reprimir visitas al estado; quizá por los nuevos tiempos o porque antaño se contaba con los mecanismos para hacerlo y hogaño no, la contención de campañas adelantadas no ha sido posible.
No obstante, ante la incapacidad de evitarla, en vez de inhibir esa precampaña, en un principio se privilegió a una de las partes en menoscabo de la otra, pero la falta de oficio político y de asesoría apropiada han trastornado aquel esquema y ahora el diferendo pudiera estar cambiando con el aparente efecto de un enroque, al menos eso es lo que se percibe y acaso lo que se pretende hacer creer. Entre los elementos que se anticipan está el que una de las partes es maleable en mayor medida a las circunstancias, “negociadora” dirán algunos, con todos los alcances que conlleva, entre ellos la posibilidad de aceptar el riesgoso “borrón y cuenta nueva”.
Una vez concluido el proceso electoral federal en la jornada del cinco de junio próximo, inmediatamente arrancará la ruta crítica de quienes desean la candidatura priista para el gobierno del estado en 2016, que será por un periodo de dos años pero estará indisolublemente unida a la de 2018, esta última con circunstancias ciertamente diferentes, pues la elección federal en ese año será también para el relevo de presidente de la república, lo que gravitará directamente sobre el proceso sucesorio de Veracruz y otros estados que homologaron su elección, ya que estarán condicionados por quien obtenga la candidatura a la presidencia de la república.
Pero está más que aceptado por la ciudadanía el derecho de hacer campaña por quienes aspiran al cargo de gobernador, esto es un efecto de la importancia cada vez mayor de la participación ciudadana en la formación del gobierno, aquí una de las incógnitas es el camino que tomará cada uno de los actores, independientemente de aquel “hasta que la convocatoria nos separe”. Las interrogantes flotan en el aire: ¿por quién decidirá su “solidaridad” el gobernador? ¿Ayudará o perjudicará en la percepción popular esa adhesión al candidato del PRI? Por el momento son más preguntas que respuestas sólidas y valederas, pero se irán despejando con el desarrollo de los acontecimientos, pues lo aquí comentado sólo es una visión parcial de cuánto ocurre en Veracruz, no se consideran factores como el desempleo y la inseguridad, la corrupción y la impunidad, el decremento en la producción industrial y agrícola, el hartazgo social, la irritación social, elementos de singular importancia que sin duda serán temas de la sucesión.
En las tesis de la geopolítica mundial en las últimas décadas del siglo XIX e inicios del Siglo XX se proponía: “quien domine el centro de Europa dominará al mundo”, después la tesis varió a “quien domine los mares dominará al mundo”, trasladado al caso de Veracruz el parágrafo sería: “Quien se deslinde de cuánto ocurre en Veracruz ganará adeptos, quien logre cooptar a las dirigencias partidistas de oposición ganará el Estado”.
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18-marzo-2015.