¡Qué partido, qué partido!, lo más terrible del caso es que después de ver un partido así, y al recordar parte del juego de un día antes entre el América y el Herediano de Costa Rica en donde el primero le pasó por encima al segundo con un contundente 3 a 0, le queda a uno la sensación de que aquel, el partido de la Champions entre el Barça y el Manchester City, sí es un verdadero partido de fútbol, jugado «con toda la barba», fútbol al fin pero de otra galaxia, de altísimo nivel, y el de aquí, el de la Liga de Campeones de Concacaf, dicho esto con toda la tristeza que nos da ver nuestra penosa realidad futbolística, pues simple y sencillamente no es fútbol, en el mejor de los casos es un «fútbol» llanero, ratonero, con muchas limitaciones y ¿el América?, este remedo de Ferrari que nos prometieron -con todo respeto para los americanistas-, ¡muy mal, ya para que un equipo costarricense le diera un repaso como el que le dio!, bueno, peor imposible. Pero lo que queríamos destacar del partido entre el Barça y el City era, otra vez, la magnitud de jugador de Messi, oiga usted, el pase que le pone a Rakitic para el gol lo puso como con la mano, preciso, todo después de atraer la marca de 5 defensores del City y despejarle el camino al serbio para que anotara, ¡jugadón que valió todo el partido!